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Miguel del Pino

Zoo-Acuarium de Madrid: 50 años llenos de vida

Este es el año de las bodas de oro del "Arca de Noé" de Madrid.

Este es el año de las bodas de oro del "Arca de Noé" de Madrid.
Situado en la Casa de Campo de la capital. Desde septiembre del 2007, el zoológico tiene un nuevo complejo con pandas gigantes. | Tripavisor

Ha pasado medio siglo desde que los leones de la diosa Cibeles parecían olfatear a las jirafas que pasaban a su lado, por supuesto dentro de un camión del que asomaban sus largos cuellos: los leones, de piedra caliza; las jirafas, realmente vivas.

La imagen que comentamos fue portada de la prensa del momento. Las jirafas eran visibles porque no cabían en la cabina del transporte, pero de manera silenciosa toda la fauna alojada hasta entonces en la envejecida Casa de Fieras del Retiro era trasladada a su nuevo paraíso zoológico: el nuevo Zoo de la Casa de Campo. Nos remontamos al verano de 1972, en plena canícula madrileña.

Fue el filósofo Heráclito quien concibió la historia y la vida como un río cuyas aguas fluyen de manera constante; también nuestro Zoo ha sido un río de vida animal con diferentes especies que han ido ocupando de manera sucesiva el protagonismo, científico y mediático.

Las actuales estrellas del Zoo de Madrid son los pandas gigantes, especie en eterno peligro de extinción con la que la institución madrileña viene desarrollando un programa de reproducción en colaboración con la República Popular de China. No se trata solamente de un trabajo científico sino también de un proyecto de fomento de amistad entre ambos países, y en este momento estamos muy necesitados de este tipo de actividades.

Los niños españoles de mi generación sabíamos que existía en China un oso de pelaje blanco y negro; teníamos como única referencia los maravillosos cromos coleccionables que por aquel remoto tiempo comprábamos en sobres de contenido oculto, intercambiábamos en el colegio cuando teníamos "repes" y después pegábamos en un álbum que raras veces llegábamos a terminar. Yo conocí de esta manera al insólito panda cuando era el niño que, posiblemente, todavía no he dejado de ser.

De mi niñez a mi condición de biólogo del Zoo dista un trecho de veinticinco años, pero sigo viviendo como si se tratara de ayer mismo el momento en el que me encontraba agazapado junto al Dr. Rodríguez de la Fuente, acechando la apertura del cajón del que saldrían apaciblemente Shao Shao y Chang Chang , los pandas gigantes que la República Popular China había regalado a Sus Majestades los Reyes de España, don Juan Carlos y doña Sofía, con motivo de su visita al lejano país oriental. Conviene recordar que este obsequio suponía por parte de China toda una declaración de amistad entre personas y pueblos.

Después fueron llegando los éxitos en la gestión de esta especie, y el gran acontecimiento: el nacimiento de la primera cría, que sobrevivió tras un parto gemelar. Los niños madrileños le pusieron por votación un nombre que se hizo muy famoso: Chu Lín, que sorprendentemente encierra un contenido muy adecuado en su traducción al idioma mandarín, "tesoro entre los bambúes".

Los nacimientos y la supervivencia de las crías, incluso de parejitas de gemelos, han dado tanta credibilidad a nuestro Zoo que el Centro de Cría de Pekín ha establecido un acuerdo con Madrid: las crías van siendo enviadas a China una vez culminada su crianza, pero nuevos reproductores vendrán a reemplazar a los actuales cuando el paso del tiempo lo requiera. Pekín y Madrid, China y España, estarán unidos permanentemente por el hermoso lazo de amistad que simboliza el panda gigante.

Pero el legendario Zoo de la Casa de Campo que abrió sus puertas en el año 1972 es hoy mucho más que un Zoo, es todo un Zoo-Acuarium. Que brotara como por arte de magia un gran acuario capaz de albergar hasta tiburones en pleno fresnedal del parque urbano madrileño parecía un sueño imposible, pero se logró, con el eslabón intermedio de un animado delfinario.

Actualmente los niños se han acostumbrado ya a visitar en las Navidades durante sus vacaciones escolares el Belén acuático en el que las imágenes religiosas de metacrilato que forman el Misterio no están escoltadas por la mula y el buey, sino por grandes tiburones. Son verdaderos "milagros del zoológico".

No en vano el recordado director de programas de televisión Oscar Banegas cuando trasladó las cámaras del estudio de Prado del Rey a los exteriores del Zoo llamó a su popular espacio, en el que tuve el honor de participar durante dos años, no Zoológico sino "Zoo loco". Muchos todavía nos recuerdan.

Sucesivas estrellas fueron ocupando la actualidad en los años posteriores a la inauguración, como el okapi, una criatura del tamaño de un asno que parece una quimera construida mezclando un antílope, una cebra y una jirafa y que no fue descubierto por el hombre hasta entrado el siglo XX en las intrincadas selvas del antiguo Congo Belga. También son efemérides inolvidables los primeros éxitos en la aclimatación de bebés gorila que rescatábamos del tráfico ilegal, o la participación en programas internacionales de reproducción de los orangutanes.

No todo han sido momentos dulces en la existencia del Zoo-Acuarium de Madrid; hubo que superar épocas de "leyenda negra" procedentes de un animalismo radical que no quería comprender las funciones de los zoológicos modernos que distan mucho de limitarse a la exhibición de animales salvajes. Los programas educativos, las labores de salvamento de animales requisados a los traficantes y el establecimiento de grupos de cría de especies en peligro de extinción en la naturaleza justifican plenamente la supervivencia de los zoológicos como instituciones científicas, docentes y recreativas.

Este año de bodas de oro del Zoo-Acuarium de Madrid parece el momento ideal para que vayamos recordando los mejores momentos vividos en el mismo y las criaturas que los protagonizaron: seguro que en las páginas de Libertad Digital iremos encontrando espacio para este particular "álbum de cromos viviente".

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