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Enrique Navarro

¿Quién, cuándo y cómo se ganará la guerra de Ucrania?

La desaparición de Putin sería la mayor contribución a la paz mundial, al cese del conflicto y de las amenazas.

La desaparición de Putin sería la mayor contribución a la paz mundial, al cese del conflicto y de las amenazas.
Pancrta contra Putin | EFE

Los analistas solemos ser bastante precisos en explicar los acontecimientos ocurridos, incluso aunque fueran totalmente contradictorios con los que vaticinamos o explicamos con anterioridad; hacer ejercicios de predicción basados en análisis fiables y contrastados es sin duda una tarea mucho más arriesgada. Pero reuniendo toda la información que hemos ido acumulando en estos dos meses de guerra, estamos en condiciones de aventurar una respuesta a los grandes interrogantes que se plantean cuando una guerra está en su apogeo y con una cierta incertidumbre en cuanto a sus resultados. ¿Quién va a ganar esta guerra? y ¿Cuándo y cómo se acabará?

A la hora de realizar este análisis debemos contar con varios factores o efectos colaterales que no son ajenos a lo que está ocurriendo y a lo que puede suceder en un futuro. ¿Utilizará Rusia armas nucleares en Ucrania? ¿Atacará Putin a otros países y cuál será la respuesta de la OTAN? ¿Distraerá el Kremlin la fuente de atención en otro escenario geoestratégico? ¿La delicada situación de China con el covid impulsará un acercamiento a Moscú o más bien supondrá dejarla sin un aliado estratégico relevante en el concierto internacional? ¿Mantendrá Europa la unidad cuando se imponga el severo embargo energético? Y finalmente, ¿podemos cuantificar la recesión económica y su efecto sobre las decisiones geoestratégicas?

Antes de responder someramente a estas complejas cuestiones, quisiera centrarme en el conflicto militar de Ucrania, que es el foco de atención actual y el origen del que pueden derivar las cuestiones colaterales.

Hoy podemos afirmar que la guerra la ganará Ucrania, no hablamos de una victoria rotunda ni duradera, pero a fin de cuentas Kiev habrá salvado mucho más de lo que Rusia aspiraba a conseguir. Putin quería la desaparición política de Ucrania con una invasión total de su territorio, que sería una tarea rutinaria una vez cayera Kiev y su gobierno. Hoy Putin aspira a conseguir militarmente controlar el mar de Azov y el Donbas, pero la supervivencia política de Zelenski sería una derrota en toda regla para Moscú; aunque Ucrania no consiguiera su acceso a la OTAN, la colaboración potencial militar entre Occidente y Kiev tendría un efecto equivalente. La destrucción de zonas teóricamente prorrusas no aventuran ni siquiera un amplio apoyo popular en las regiones reconocidas por Moscú, lo que implicará una situación claramente peor que la existente antes de la guerra. Además, se han evidenciado las tremendas deficiencias de las fuerzas armadas rusas, lo que sin duda es el peor efecto de la derrota; las fuerzas convencionales rusas ya no meten miedo en Europa y solo le queda la amenaza nuclear, que no tiene ningún sentido táctico sin la primera; es decir, podrían destruir el mundo pero no para conseguir una posición táctica relevante.

¿Cuándo acabará la guerra? Entendida como el cese de actividades militares ofensivas y defensivas, no como un acuerdo de paz permanente o de reparto de territorios. Si Rusia se obceca en avanzar por la costa ucraniana hasta Transnistria, sufrirá unas bajas enormes y posiblemente no alcanzaría sus objetivos, y esto significaría alargar la guerra hasta final de año. En mi opinión, es un objetivo muy razonable en el pensamiento de Putin, pero a la vista de las capacidades actuales mostradas por Moscú, muy complicado. Si Rusia se conforma con las regiones del Donbas y con enlazar Crimea con el Dniéper, que sería lo más accesible para Putin, no serían más de unas semanas y de poco o nada podría servir la ayuda militar occidental, cuando estuviera operativa en el campo de batalla sería ya tarde. Que Rusia se adentre en las llanuras al este del Dniéper conllevará una catástrofe, ya que podría incluso perder las conquistas de 2014. En este supuesto, estaríamos ante una larga guerra en la que el nuevo material militar ucraniano sería decisivo. En este escenario, la guerra podría durar años en un continuo cese-reanudación de actividades militares. Tendríamos una soft-war, que tampoco le interesaría a Rusia por las sanciones económicas que se extenderían en el tiempo llevándola al colapso. Así que apostemos por el escenario "razonable" de que en unas semanas Rusia haya ocupado sus zonas de influencia y proponga un acuerdo de suspensión de actividades militares buscando una situación de hecho. La enfermedad de Putin, las deficiencias de su logística y las sanciones no dan mucho margen a Rusia para continuar una guerra más allá de unos meses. Si la guerra se alargará más allá del verano, las opciones de Ucrania crecerían exponencialmente.

¿Cómo se acabará? No parece razonable un acuerdo político en el que Ucrania reconozca la cesión de territorios soberanos perdidos por la fuerza ni que acepte la presencia militar rusa en el Donbas. Tampoco creo que Rusia vaya a renunciar a las conquistas militares y a su plasmación política, ni siquiera con el compromiso de neutralidad ucraniana; esta opción murió con el exterminio ruso. Así que, alcanzados una serie de objetivos militares, se producirá una suspensión de actividades similar a la de 2014, y así podremos pasarnos años a la espera de ver cómo evolucionan los acontecimientos. Una retirada total militar rusa como consecuencia de la ofensiva ucraniana es una opción inviable, ya que antes de llegar a este extremo, no tengo ninguna duda de que Rusia usaría armamento nuclear en el teatro de operaciones ucraniano. Dependiendo del escenario, el número de bajas variará enormemente. Suponiendo que nos movemos actualmente en unas treinta mil bajas, la mitad militares, mayoritariamente estos últimos rusos, el escenario corto implicaría unas diez mil víctimas adicionales; si Rusia aspira a llegar a Transnistria y tomar Odesa, estaríamos superando las 100.000 bajas y si nos vamos al escenario largo claramente nos moveríamos por encima de las 150.000, la mayor parte civiles. Rusia en caso de aspirar a controlar el este del Dniéper podría perder más de cincuenta mil efectivos.

Todas las cuestiones colaterales que planteaba dependen básicamente de la supervivencia política y física de Putin. En un régimen tan personalista, la desaparición del presidente de la escena política supondría una involución en Rusia. La mayoría de la clase política, económica y militar, ahora silenciada, está en contra de estas aventuras que ocasionan un daño irreparable a la economía y la unidad rusa. La desaparición de Putin sería la mayor contribución a la paz mundial, al cese del conflicto y de las amenazas; esta es la principal de sus neuras, es consciente de que se está fraguando un golpe palaciego, de gran tradición en el Kremlin, y que cada vez es más posible que tenga éxito.

Pero como ya sabemos que "bicho malo nunca muere", o al menos tarda más de lo esperado, la continuidad de Putin nos dará algunas respuestas a las cuestiones que planteaba. En este caso podemos estar seguros de que se producirán nuevas agresiones contra territorios que no son de la OTAN como Moldavia, bajo la apariencia de operaciones de falsa bandera, o incluso contra los países Bálticos, aunque no parece que esta agresión fuera directamente militar. Veremos a Rusia desarrollar una guerra híbrida sin precedentes contra Europa. Rusia acabará cortando en semanas el gas y el petróleo a la OTAN, es cuestión de tiempo. Espera encontrar en China el salvador de su fuente de recursos, aunque los claros incumplimientos contractuales no parecen ser un buen antecedente para que Beijing decida buscar su seguridad energética en Rusia. Una Europa libre de la energía rusa es todavía una quimera; el gas licuado americano y de terceros países puede ayudar a solventar una situación, si esta es coyuntural, pero si es permanente, deberemos cambiar nuestra matriz energética de forma radical y eso nos llevará una década.

Mientras Putin se mantenga en el Kremlin, la unidad occidental estará garantizada y la presión será creciente. En este escenario podemos contar con una recesión económica relevante, similar a la de 1993, es decir una situación de fuerte impacto y corta duración pero que no afectará a las estructuras productivas de Occidente, por lo que no tardaremos mucho en respirar, siempre y cuando China no venga a amargarnos la situación con el confinamiento, los devaneos políticos y militares en Asia o un posible apoyo a Rusia; aunque como suele decirse, si algo puede empeorar, las posibilidades de que esto ocurra son altas. El objetivo de Occidente debe ser evitar que se simultaneen en el tiempo dos hechos predecibles; la extensión del conflicto de Ucrania por Rusia a terceros países, aunque sea de forma híbrida, y una intervención militar de Beijing en el Mar de China, este escenario sería la peor pesadilla del mundo en toda su historia reciente.

No debemos desdeñar que Putin busque otro escenario para aligerar la presión mediática y militar sobre Ucrania y en este supuesto el norte de África podría ser un candidato idóneo. Su influencia sobre Argelia y Libia es muy relevante y podría buscar un golpe de efecto en el vientre de Europa y donde su ubican importantes de reservas de petróleo y gas. Un pinza energética y la presencia rusa en el Mediterráneo tendría efectos devastadores sobre Europa, y en estos dos aspectos la OTAN y España deben trabajar con inteligencia y decisión. ¿Es mucho pedir?

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