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Miguel del Pino

Virus del mono. Las cinco grandes preguntas

Todos los científicos implicados en la investigación sobre el nuevo brote de virus del mono extendido fuera de África coinciden en lo principal.

Todos los científicos implicados en la investigación sobre el nuevo brote de virus del mono extendido fuera de África coinciden en lo principal.
Imagen ampliada con un microscopio de una muestra de piel de un mono infectado con el virus de la viruela del mono. | EFE

Todos los científicos implicados en la investigación sobre el nuevo brote de virus del mono extendido fuera de África coinciden en lo principal. Tenemos mucho que aprender.

Estas son las grandes preguntas a las que tratan de responder los investigadores.

¿Cómo comenzó el brote actual extra africano?

¿Ha sufrido el virus una mutación genética?

¿Se ha investigado lo suficiente?

¿Se pueden contener los brotes actuales?

¿Nos enfrentamos a una forma de difusión diferente?

Hasta el momento actual, el virus se ha extendido por veinte países fuera de su zona de reservorio que es el continente africano. Se conocen dos variantes, llamadas oriental y occidental; la oriental es mucho más agresiva y muestra un porcentaje de mortalidad en torno al diez por ciento para la población rural; la occidental, mucho más benigna, solo alcanza el uno por ciento. Afortunadamente el brote que se está extendiendo fuera de África pertenece a la variante occidental benigna.

Los países extra africanos en los que se han identificado casos son principalmente Canadá, Reino Unido, Portugal y España, sin que haya podido encontrase un vínculo común entre la forma de transmisión entre los mismos.

La primera opinión que nos hace reflexionar es la de la investigadora Anne Rimoin, que ha estudiado el virus del mono en su cuna africana, concretamente en el Congo. Ella, que conoce la forma ancestral del virus posiblemente mejor que nadie, recomienda que se actúe con rapidez y decisión, y reconoce que nos falta mucho por aprender sobre este agente patógeno tan emparentado con la viruela humana.

Por su parte la prestigiosa revista Nature se pregunta cómo se originó el brote actual. Para responderla conviene reflexionar sobre la condición idéntica de los genomas del virus secuenciados en los países antes citados; tal condición hace lógico pensar que se haya iniciado a partir de un único caso, posiblemente de alguien que viajó al continente africano y allí tuvo contacto accidental con una persona o un animal infectado. Los anteriores brotes, registrados en Europa en 2018 y 2019 también se originaron probablemente así.

Pensar en un único paciente cero no resulta intuitivo para los que no son expertos; pero recordando que las grandes epidemias medievales de peste negra podían tener origen en una pelea entre una rata y un merión (Merionus persicum), roedor reservorio de las bacterias que desencadenaba la enfermedad entre las ratas negras transmisoras al hombre. La posibilidad no es descartable.

Gustavo Palacios, investigador prestigioso del Instituto Monte Sinaí de Nueva York, plantea la posibilidad de que el virus causante del brote actual no se haya "escapado" de África muy recientemente, sino que podría llevar un tiempo circulando sin haber sido detectado. A pesar del indudable peso científico de Palacios, la posibilidad que propone parece improbable ya que las lesiones pustulentas que produce este Poxvirus son muy evidentes y los posibles enfermos habrían sido detectados.

En cuanto a la posibilidad de que el virus haya salido de África como consecuencia de haber sufrido una mutación hasta ahora desconocida, Elliot Lefkowitz de la Universidad de Alabama nos llama a la prudencia respecto a que todavía no hemos sido capaces de detectar las diferencias genómicas entre las dos variantes africanas del virus.

Hay que considerar que el virus de la viruela del mono tiene un tamaño considerable, al menos seis veces mayor que el del SARS-Cov 2, por lo que podríamos decir, simplificando, que su secuenciación es al menos seis veces más trabajosa; así lo advierte Rachel Roper, investigadora de la Universidad de Carolina del Norte. En definitiva, reconozcamos que no sabemos por el momento si ha mutado.

El científico africano Idefayo Adetifa, del Centro de Investigación de Enfermedades de Nigeria, lanza un grito de advertencia sobre la carencia de medios económicos para la investigación sobre este virus que ha afectado a los científicos del continente africano.

Verdaderamente la constatación de que es ahora, cuando acaba de escapar de África, cuando los países llamados desarrollados nos ocupamos de investigar sobre el problema, dice muy poco de nuestro concepto de la solidaridad, pero también de nuestro instinto de conservación. "Solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena".

Si es necesario potenciar los recursos económicos para financiar a los investigadores africanos es nuestra última pregunta de hoy y, por supuesto, se contesta por sí sola.

Si se nos permite añadir la necesidad de que intervengan los profesionales veterinarios en las investigaciones imprescindibles para controlar el brote actual, conviene recordar que en España fueron ignorados en el caso del Sars-Cov 2, incluso cuando se suponía que se trataba de una zoonosis.

La ignorancia actual sobre la naturaleza del reservorio africano que transmite el virus al mono, hace que nos orientemos hacia algún roedor, seguramente una ratilla. Médicos y veterinarios tratan en los Estados Unidos de utilizar como animal de experimentación el perrito de las praderas, aunque este simpático roedor colonial sea "inocente" en la transmisión.

También nos recuerdan los investigadores la necesidad de evitar que los enfermos mantengan contacto con sus mascotas, especialmente si estas son pequeños roedores. Es muy importante conseguir que el virus no entre en la cadena hombre-mascotas-fauna silvestre, porque si se formara un reservorio entre estas últimas especies, podríamos tener que enfrentarnos a una enfermedad recurrente que reaparecería de cuando en cuando.

Somos muy afortunados porque el brote recientemente escapado de África sea tan benigno.

Miguel del Pino, catedrático de Ciencias Naturales

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