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Antonio Robles

La sociedad catalana es cómplice del supremacismo

¿Ha pensado aplicar el Gobierno sanchista el 155 para restaurar la separación de poderes y evitar un nuevo golpe secesionista?

La sociedad catalana nacionalista, la que vota a los partidos que legislan contra los derechos lingüísticos de más de la mitad de los catalanes, es cómplice de su supremacismo. Hablemos claro, si la semana pasada ERC, Junts y PSC votaron una ley en el Parlamento para incumplir la sentencia judicial del 25% de castellano en la escuela fue porque hay una sociedad catalana nacionalista que lo consiente. Y cuando digo una sociedad catalana nacionalista no lo digo en abstracto, me estoy refiriendo a catalanes aseados que votan, consienten y callan, cuando no cooperan.

Recordemos de qué estamos hablando: en un Estado de la Unión Europea cuya lengua común y oficial es además la mayoritaria de una de sus comunidades autónomas, aquélla lleva 40 años vetada como lengua docente. Y sus hablantes, despojados de sus derechos civiles en nombre de los abusos supremacistas de unos catalanes sobre otros.

Durante cuarenta años han negado la evidencia, ahora, abiertamente, incumplen la sentencia del 25%, se mean en la separación de poderes y pisotean los derechos lingüísticos de ciudadanos con los mismos derechos que ellos. A la vista de toda la sociedad catalana. Como si no fuera con ella. Pero beneficiándose del abuso.

Por eso afirmo que no son sólo los políticos de ERC, Junts, PSC y CUP, también y sobre todo la gente corriente catalana que les vota a sabiendas. A sabiendas de que legislan como verdaderos racistas. No son mejores que los franquistas que consideraban a la lengua catalana un simple dialecto y a sus hablantes perros catalanes, ni son más dignos que aquellos millones de alemanes aseados de la década de los treinta y cuarenta que ni oían ni veían cuando desaparecían de sus barrios familias judías enteras, dejando sus negocios a la intemperie de su codicia. Las consecuencias son incomparables, pero el alma clasista que los anima es idéntica. Ante la evidencia, ¿ha pensado aplicar el Gobierno sanchista el 155 para restaurar la separación de poderes y evitar un nuevo golpe secesionista contra el Poder Judicial? No, se ha sumado al golpe con el PSC y Salvador Illa de palanganeros. Vergüenza y traición. Si lo han hecho con nuestros hermanos del Sáhara, qué no harán con nosotros.

Somos una nación con más de 500 años de antigüedad constituida en un Estado Social y Democrático de Derecho. Si no logramos hacernos respetar cuando la ley está con nosotros, habremos de sufrirla cuando esté contra nosotros. Si con la ley a favor somos ciudadanos de segunda, con la ley en contra seremos extranjeros en nuestro país. Al menos hasta que definitivamente nos hagan extranjeros a secas, si logran destrozar el que tenemos.

El domingo habrá elecciones autonómicas en Andalucía. Los derechos civiles pisoteados en Cataluña no les deben ser ajenos. De hecho son los mismos derechos soberanos que nos constituyen como una nación de libres e iguales. Votar allí contra Pedro Sánchez, que tiene el cuajo de colaborar con la persecución de los derechos civiles en Cataluña de la mano del PSC, es una manera de reivindicar la soberanía española y rebelarse contra los que la están vendiendo a sus enemigos. Dentro y fuera de nuestras fronteras. Con los mismos resultados. Pedro Sánchez se pavonea de haber desactivado el secesionismo catalán. ¿Desactivado? Sólo lo está asistiendo cuando más desprestigiado y dividido estaba y dándole cuanto necesita para volver a la carga en cuanto tenga oportunidad. No es cuestión de si ocurrirá, sino de cuándo. Y eso debe ser duramente sancionado por cualquier español, en cualquier elección.

La Asociación por la Tolerancia, nave nodriza de todas las asociaciones constitucionalistas en Cataluña que luchan contra la segregación social, contra el apartheid lingüístico y en defensa de los derechos civiles, ha vuelto a sacar un pequeño YouTube para recordarnos que los derechos civiles son sagrados aquí, en EEUU o en cualquier lugar de la Tierra. Y que sus detractores no ganarán en Cataluña lo que los supremacistas blancos ya perdieron en EEUU hace más de medio siglo.

Depende de nosotros que el segregacionismo dure más o menos.

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