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Miguel del Pino

"Cambio climático". Tres etapas del gran engaño

Las afirmaciones catastrofistas de Sánchez ante los desoladores paisajes de la España quemada se vuelven contra él. Como diría un castizo, "se ha pasado".

Las afirmaciones catastrofistas de Sánchez ante los desoladores paisajes de la España quemada se vuelven contra él. Como diría un castizo, "se ha pasado".
EFE

Con verdadera curiosidad y echándole buena dosis de valor escuché el último mensaje televisivo de Sánchez en el que pretendía escanear el estado de la nación. No se atrevió esta vez a hablar del "cambio climático asesino", lo que dice mucho en favor de sus ocultos y sin duda bien pagados asesores.

Alguien ha debido llamarle la atención y decirle que sus tajantes declaraciones —"el cambio climático mata"—, vomitadas con su característica e insufrible suficiencia ante el paisaje del luto, el dolor y las cenizas, habían sido un disparate.

Es posible que tales afirmaciones hayan venido a abrir los ojos de muchos ciudadanos no solo engañados sino "hipnotizados" por lo que hace veinte años mi querido amigo y compañero Jorge Alcalde se atrevió a titular Las mentiras del cambio climático en un valiente libro que hoy es un antídoto contra la apisonadora mediática de los catastrofistas.

Resultó tan inoportuna y tan agresiva la intervención del presidente del Gobierno que, por convencidos que estuvieran sobre el "cambio climático antropogénico" muchos ciudadanos, tal aprovechamiento del dolor para inocular el mantra de quien viajaba hasta el paisaje quemado en una combinación de coche oficial, Super Puma y Falcon, no podía dejar de resultar sospechoso. ¿Qué quiere este?, se preguntarían muchos paisanos.

En efecto boomerang, tal alarde de suficiencia inconsciente puede marcar un antes y un después en la credibilidad de los ciudadanos acerca de la preparación científica del presidente. Diga este lo que diga, su opinión es la de un lego en materia ecológica y la teoría del cambio climático es solo eso, una teoría no demostrada y sustentada solo en modelos de ordenador y en la campaña mediática más arrolladora que se haya registrado a lo largo de nuestra trayectoria como especie.

Pero las declaraciones del presidente del Gobierno ante el teatro del desastre de los incendios han tenido un efecto secundario que resulta para mí especialmente doloroso: convocar a una significativa parte del ecologismo, o mejor, del "naturalismo" español al posado en torno a su figura, por supuesto central, a una fotografía que hace un daño incalculable a dicho movimiento.

Conozco bien a una buena parte de esos ecologistas, o mejor naturalistas, que posaron junto a Sánchez en busca no se sabe muy bien de qué; con alguno de ellos he tenido el honor de trabajar codo con codo en pleno campo para salvar animales en peligro, vigilar nidos del expolio y tantas y tantas otras tareas en defensa de la naturaleza. Salid de esa aproximación al poder ignorante y volved a buscar el apoyo de los verdaderos científicos, como en su día hicisteis con Valverde, Bernis o Margalef. Vamos a necesitaros mucho para reconstruir la imagen del movimiento naturalista español que, desde los tiempos del nacimiento de Adena bajo los auspicios de Félix Rodríguez de la Fuente o de la Seo con Bernis y Sáez Royuela, y no digamos de José Antonio Valverde, padre de Doñana, tanto ha costado construir.

Habrá que plantear con seriedad la política forestal española y su divulgación al público. Algunos efectos rebote de los incendios que venimos sufriendo son las campañas de prensa que confunden la necesidad de limpiar el sotobosque y las cunetas peligrosas de restos y ramaje seco y material de compostaje, con los estratos arbustivos y herbáceos que son parte integrante del ecosistema boscoso. No se trata de arrancar el estrato arbustivo: un bosque no es un parque urbano, ni siquiera se le parece.

Posiblemente es exagerar el peso específico de lo que Sánchez pueda declarar sobre ecología la importancia que venimos dando a sus últimas declaraciones; pensamos que su tremendo error unido a su insensibilidad ante el dolor y el luto para poner por delante el mantra a la condolencia sincera puede servir para despertar a muchos engañados.

Las etapas de la difusión del mantra

La primera etapa de la gigantesca y nunca probada campaña sobre el "cambio climático y su origen antropogénico" corrió a cargo de uno de los mayores contaminadores del mundo, el vicepresidente norteamericano Al Gore, con su famoso libro Una verdad incómoda y sus campañas de venta de publicaciones y recluta de "apóstoles" entre artistas y otras facetas de lo que llamaba en su tiempo "gente de la cultura": una legión de indocumentados creando escuela cual el "maestro ciruela" en el dicho popular.

Para escarnio de los científicos y políticos que la escucharon "sin vergüenza", la segunda etapa de la apabullante campaña a nivel mundial sobre la supuesta necesidad de "salvar el Planeta" no tuvo inconveniente en utilizar, nunca mejor dicho, la figura de una niña cuya contabilidad financiera era manejada por quienes deberían ser los garantes de sus derechos de adolescente.

La tercera etapa se deriva del desconcierto producido por la guerra de Ucrania ante los "países pardillo" que se han dejado engañar y ahora comprueban de pronto su invalidez energética. Junto a los cuatro jinetes del Apocalipsis galopa otro, nuevo y dañino: el paro, y puede ser tarde para evitar su demoledora subida aunque se improvisen reconversiones ideológicas como considerar verde la energía nuclear y la obtenida a partir del gas.

Y sale Sánchez en un viaje relámpago que ha necesitado coche, helicóptero y avión para mantenerse impávido en su controvertido mantra. Lo dicho: naturalistas de corazón, no salgáis en la foto. ¿Ya no os acordáis de cuando os dejasteis engañar con el "timo de las desaladoras"?

Miguel del Pino, catedrático de Ciencias Naturales

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