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Pedro Fernández Barbadillo

Gorbachov: el hombre que mostró el fracaso del comunismo

Gorbachov reconoció que el comunismo no funcionaba: no sólo no se había creado el 'hombre nuevo marxista', sino que el viejo estaba mal alimentado.

Gorbachov reconoció que el comunismo no funcionaba: no sólo no se había creado el 'hombre nuevo marxista', sino que el viejo estaba mal alimentado.
Mijail Gorbachov junto a Ronald Reagan | Cordon Press

La URSS consiguió expandir el imperio rojo por todo el mundo: docenas de países bajo tiranías comunistas en los cinco continentes, partidos obedientes a Moscú, inmenso aparato de propaganda… Pero la URSS fracasó en alimentar a su población, a pesar de contar con millones de hectáreas que se encuentran entre las tierras más fértiles del mundo. En los años 70 y 80 Moscú tenía que comprar cereal a sus enemigos capitalistas para dar de comer a los habitantes del paraíso comunista: EEUU, Canadá, Australia y hasta la Argentina de la Junta militar.

En marzo de 1985, Mijaíl Gorbachov fue promocionado al poder como secretario general del PCUS. Gracias a su infancia y adolescencia pasadas en una granja colectiva y sus vínculos con los servicios de información (fue un protegido de Yuri Andrópov, director de la KGB durante quince años y predecesor en el cargo de secretario general del PCUS entre 1982 y 1984) estaba al tanto de la desastrosa situación económica y social de la URSS: exportaba menos que el diminuto Singapur y un tercio de los jóvenes llamados al servicio militar no era apto para éste, pero era la primera potencia del mundo en abortos legales y carros blindados.

Depurar el partido y mejorar la economía

Por ello, Gorbachov lanzó su plan de perestroika (reestructuración) económica, acompañado de la glasnot (apertura) en los medios de comunicación y el discurso público, a fin de que el pueblo pudiese expresar sus quejas y su descontento y, de esta manera, justificar sus reformas económicas y, también, políticas.

A pesar de lo que dijeron en los años 80 sus admiradores (la prensa ‘progresista’ y los políticos socialistas), Gorbachov no era un socialdemócrata estilo alemán o sueco, sino un comunista convencido que quería depurar el partido y la economía de sus defectos y corrupciones. En este sentido, estaba cerca de Lenin cuando proclamó la Nueva Política Económica ante el desastre del ‘comunismo de guerra’ (1921).

El colapso de la central nuclear de Chernóbyl, ocurrido en abril de 1986 y del que los soviéticos se enteraron por medio de las radios europeas, lo usó Gorbachov para reforzar su posición y la necesidad de su ‘perestroika’ y su ‘glasnot’. Pero la URSS y, sobre todo, el pueblo, había alcanzado el límite de su capacidad de resistencia: la acumulación de fracasos, las carencias y los racionamientos, la guerra interminable en Afganistán, el coste de subsidiar a los países satélites y asociados (desde mediados de los años 60, el 25% del PIB soviético se dedicaba a gasto militar).

En esta situación, Gorbachov añadió el reconocimiento de que el comunismo no funcionaba, no sólo no se había creado el ‘hombre nuevo’ marxista, sino que el hombre viejo estaba mal alimentado. El efecto fue similar al que está causando entre los católicos el pontificado del papa Francisco. Y, por último, la existencia de dos personalidades dispuestas a concluir con la ‘coexistencia’ con el ‘Imperio del Mal’: en la Iglesia católica el papa Juan Pablo II, nacido en Polonia, y en Estados Unidos Ronald Reagan.

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Pacifismo por necesidad

Frente al belicismo de sus predecesores y de su complejo ‘militar-industrial’, Gorbachov practicó el pacifismo y la negociación: la retirada de la URSS de Afganistán (1989), el apoyo a EEUU en el ataque a Irak para liberar Kuwait, la abstención del uso de la fuerza en varios de los conflictos internos en la URSS (sobre todo en el Báltico y el Cáucaso), la retirada de respaldo político y militar a los dictadores comunistas de Europa Oriental, la aprobación de la reunificación de Alemania...

También propuso a EEUU la reducción de fuerzas militares y a los europeos constituir la ‘casa común europea’, a fin de disminuir el gasto militar y de introducir una cuña entre Europa Occidental y EEUU en la que contaría con la colaboración solícita de los ‘progresistas’.

Como dice Henry Kissinger, "Gorbachov lo había apostado todo a dos ideas: que la liberalización modernizaría la Unión Soviética, y que entonces ésta podría sostenerse internacionalmente como una gran potencia". Pero fracasó en ambas.

La URSS había perdido su legitimidad, tanto externa como interna, y carecía de recursos económicos. Aparte del desastre que era la economía planificada, fue fundamental la caída del precio de su principal producto de exportación: el petróleo (en 1986, la cotización del barril cayó por debajo de los 20 dólares y allí se mantendría hasta la invasión de Kuwait por Irak), cuya producción, encima, se reducía de año en año.

El descontento popular por la crisis, el desabastecimiento y la lentitud de la liberalización aumentaba. El 1 de mayo de 1989, Gorbachov pasó revista al habitual desfile del Día de los Trabajadores, junto con sus camaradas del Politburó; en 1990, fue abucheado; y en 1991, el desfile se canceló.

Presidente de la URSS

A Gorbachov, soberbio, dubitativo, intrigante, embaucador, dado a la improvisación, los acontecimientos le sobrepasaron. En sus reformas constitucionales se mezclaban sus deseos de apertura con sus precauciones para evitar que los ‘duros’ (los "conservadores" o la "derecha", según la televisión pública TVE controlada por el PSOE) le derrocasen. Así, estableció el cargo de presidente de la Unión Soviética, elegido por el Congreso de los Diputados del Pueblo. Este seudo-parlamento de 2.250 miembros, creado en 1989, le eligió en marzo de 1990 y le autorizó a gobernar por decreto en septiembre.

En el XXVIII Congreso del PCUS, de julio de 1990, Gorbachov propuso un nuevo tratado de la Unión, que sustituyese el de 1922, para tratar de contentar a las repúblicas disidentes. El texto se elaboró en los meses siguientes y se sometió a referéndum en marzo de 1991 ¡El primer referéndum celebrado en la URSS! Moscú preguntó a los electores si aprobaban el mantenimiento de la URSS como una "federación renovada". De las 15 repúblicas que formaban la URSS, seis (las bálticas, Moldavia, Georgia y Armenia) lo boicotearon. El 78% contestó afirmativamente, pero no sirvió de nada.

En los meses siguientes se disolvieron el Pacto de Varsovia y el Comecon; el PCUS reconoció que había perdido unos cuatro millones de afiliados (en torno a un quinto del total); y otro comunista, Borís Yeltsin, ganó las elecciones para presidente de Rusia.

Derrocado por sus camaradas

El 19 de agosto, la víspera de la firma del Nuevo Tratado de la Unión, los más acérrimos comunistas dieron un golpe de Estado, cuyo descalabro causó el derrumbe definitivo de la URSS. Aunque Gorbachov fue aislado en su casa de vacaciones en Yalta, la operación falló, porque apenas se adhirieron otros militares o grupos de civiles, como el PCUS. Yeltsin aprovechó para prohibir el PC ruso, que se había reorganizado, y apoderarse de los organismos de la URSS en su territorio. Las demás repúblicas proclamaron su independencia, avalada en referendos populares.

En este limbo constitucional, los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia desbarataron el último intento de Gorbachov de mantener la débil federación. El 8 de diciembre los tres dirigentes, veteranos ‘apparatchiks’ conversos al nacionalismo, firmaron el Tratado de Belavezha, que afirmaba que la URSS, como sujeto de derecho internacional dejaba de existir y le sustituía la Comunidad de Estados Independientes. El presidente de Bielorrusia, Stanislav Shushkiévich, comunicó la noticia al presidente de la URSS por teléfono.

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El 21 de diciembre, 12 de las repúblicas soviéticas (todas salvo Georgia y las tres bálticas) suscribieron el Acuerdo de Almá-Atá, que ordenaba la desaparición de la URSS. Rusia sucedía a ésta. El 25, Gorbachov dimitió como presidente de la URSS y entregó a Yeltsin los códigos nucleares. La conmoción la subrayó el arriado de la bandera roja en el Kremlin.

Gorbachov había comenzado ese año como presidente de la URSS y lo concluía sin cargo, sin partido y sin país.

Reproche a Estados Unidos

A continuación, Rusia se hundió en el caos y la miseria (la esperanza de vida de los varones, de 64 años en 1987, cayó hasta debajo de los 58 años en 1994, debido al alcoholismo, la falta de cuidados médicos, la mala alimentación, el suicidio…). Gorbachov trató de montar varios partidos políticos, pero los rusos le negaron su apoyo una y otra vez. Se presentó a las elecciones presidenciales de 1996 y sólo recibió un 0,5% de los votos, menos de 400.000.

Constituyó una fundación en diciembre de 1991; se unió al Club de Roma, partidario de reducir el crecimiento y la población para ‘salvar la Tierra’; viajó al extranjero para recoger numerosos premios, incluida España; y hasta participó en varias campañas publicitarias.

Sin embargo, coincidió con los sucesores de Borís Yeltsin en la presidencia de Rusia, Vladímir Putin y Dimitri Medvédev, en reprochar a Estados Unidos sus acciones unilaterales, al margen de la Naciones Unidas, en conflictos como el de Serbia en los años 90 y la invasión de Irak y Afganistán en 2003. Gorbachov reclamaba a los presidentes de EEUU Bill Clinton, George Bush y Barack Obama, que aceptasen el multilateralismo en las relaciones internacionales.

Aunque la mayoría de los rusos lo deteste, los defensores de la libertad siempre le agradeceremos a Gorbachov haber liquidado el ‘Imperio del Mal’ y sin que se hubiese activado siquiera una parte de su descomunal arsenal nuclear. Que Occidente no haya sabido ni querido integrar a una Rusia democrática es un fiasco de las elites europeas y norteamericanas que ahora estamos pagando.

Mijaíl Gorbachov demostró el fracaso del comunismo no sólo con el reconocimiento de sus numerosos fallos, sino también con la importancia de los hombres y sus actos sobre las ‘leyes inevitables de la historia’.

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