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Manuel Jesús Acosta Elías

El español, lengua vechicular. Sal a la calle el 18 S: de ti depende

El diputado por VOX en el Parlamento de Cataluña anima a acudir a la manifestación del 18 de septiembre bajo el lema "Español, lengua vehicular".

El diputado por VOX en el Parlamento de Cataluña anima a acudir a la manifestación del 18 de septiembre bajo el lema "Español, lengua vehicular".
Dos banderas unidas de España y Cataluña. | EFE

El próximo 18 de septiembre miles de catalanes saldremos a la calle, nos manifestaremos en el Arco del Triunfo de Barcelona, con la firme determinación de exigir el cumplimiento de un derecho fundamental vulnerado por la Generalitat desde hace cuarenta años: el español es lengua vehicular en el sistema escolar de Cataluña.

Cualquier persona sensata, que analice esta anomalía enquistada en nuestra sociedad catalana sin ningún tipo de apriorismo ideológico ni político, podrá concluir que es asombrosamente insólito, inaudito, que el español, una de las dos lenguas oficiales en Cataluña y además la mayoritaria de los catalanes, con más de 540 millones de hablantes en el mundo, esté minorizada y proscrita, negándole la Generalitat el carácter de vehicular en la enseñanza.

No obstante, aunque algo así no suceda en ninguna parte del mundo, el hecho de que exista en Cataluña esta aberrante discriminación tiene una explicación muy sencilla, a la vez que dramática. En una reciente entrevista televisiva, el conseller d´Educació, el Sr. González Cambray, lo expresó con meridiana claridad: "…. en Cataluña hemos de vivir en catalán, amar en catalán y nos hemos de relacionar en catalán…". Es decir, la Generalitat impone, de forma sectaria, al margen de la realidad sociolingüística y de la ley, comprando mediante subvenciones a los medios de comunicación hasta convertirlos en su aparato de propaganda, cómo hemos de pensar, hablar, amar y vivir los catalanes. ¿Todavía quedan dudas de que vivimos en un régimen totalitario que conculca los derechos individuales y colectivos, basado en el pensamiento único, privando a los ciudadanos del desarrollo pleno de su libertad?

Con solo esa declaración de intenciones totalitarias del conseller d´Educació tendríamos motivación y argumentos más que suficientes para lanzarnos todos los catalanes, el próximo día 18 de septiembre, a la calle. Pero conviene analizar con algún detalle más este profundo desaguisado.

La treta infame del Govern de la Generalitat perpetrada mediante el Decreto Ley 6/2022 y la Ley 8/2022, de mayo y junio respectivamente, para no cumplir la sentencia del 25% del TSJC, consolida que el español, de hecho, es una lengua minorizada en Cataluña. Solo conviene recordar el sistema de inmersión lingüística en catalán, de monolingüismo totalitario en el sistema educativo obligatorio y el envite por imponerlo en el post obligatorio, las multas por rotular en español en los comercios, las comunicaciones oficiales de las administraciones catalanas sólo en catalán... durante cuarenta años.

En Cataluña, a pesar de ser una sociedad bilingüe en la que conviven dos lenguas oficiales y mayoritarias, vivimos en una situación de diglosia, es decir, en una situación de convivencia de dos lenguas en la que uno de los idiomas, el catalán, tiene un dominio o preferencia (como lengua institucional, de cultura, de prestigio o de uso oficial) frente a otro, el español, que es relegado a las situaciones socialmente inferiores de la oralidad y la vida familiar, que está minorizado.

El modelo de inmersión lingüística que se aplica en Cataluña desde hace cuarenta años en el sistema educativo consiste en la imposición del monolingüismo en catalán en una sociedad que tiene dos lenguas oficiales, excluyendo el castellano, que es la lengua materna de más de la mitad de la población catalana. No es, por lo tanto, un modelo de conjunción lingüística y, por supuesto, como no atiende la realidad sociolingüística catalana, no es un método adecuado de cohesión social, sino de segregación escolar, como lo hemos podido observar recientemente en el lamentable linchamiento al niño y los padres del colegio de Canet.

Asimismo, pedagógicamente, el modelo de inmersión lingüística solo es válido y eficaz cuando se aplica a personas que ya han alcanzado un dominio de su lengua materna en un registro estándar (no básico ni primario). Todos los pedagogos y sociolingüistas coinciden en este axioma.

El conseller González Cambray repite compulsivamente que la lengua no va de porcentajes, sino de pedagogía. Pues bien, el porcentaje del 25% que ha fijado el TSJC de enseñanzas en español, por debajo del cual no se puede garantizar el aprendizaje solvente de una lengua oficial, obedece a un criterio pedagógico. Es imposible alcanzar un dominio oral y escrito de registro estándar y culto de las dos lenguas oficiales en Cataluña al finalizar la enseñanza obligatoria y superior no universitaria, con solo dos horas semanales de castellano en Primaria, tres en la ESO y dos en Bachillerato. Además, no existe ninguna prueba única para todos los alumnos españoles que refrende si los alumnos catalanes, con muchas menos horas de aprendizaje del español que el resto de los alumnos españoles, están a su mismo nivel, con lo cual no se puede garantizar que dominen el idioma español en su registro estándar y culto.

En definitiva, el hecho educativo sucede en el tiempo. La relación entre los objetivos educativos y los logros de aprendizaje está mediada por recursos, uno de los cuales es el tiempo de exposición, asimilación, corrección y evaluación. El tiempo puede medirse en unidades distintas, una de las cuales es el porcentaje o número de horas de impartición de las materias. Este axioma es absolutamente pedagógico. Además, no se puede apelar a una garantía mágica del logro del dominio oral y escrito del catalán y el castellano al final de la educación obligatoria sin reparar en los medios necesarios, máxime manteniendo el castellano en situación residual.

Para finalizar, quisiera recordar una efeméride. El mismo día que nos manifestaremos en Barcelona, pero 154 años antes, el 18 de septiembre de 1868, un catalán universal, de Reus, el General Juan Prim y Prats, tuvo la firme determinación de acabar con la inestabilidad social, política y económica que asolaba a España desde la instauración del estado liberal, protagonizando en Cádiz un pronunciamiento militar que provocó el estallido de la Septembrina o Revolución Gloriosa. Aunque no consiguió su propósito en vida —tras la expulsión de Isabel II se desataron rebeliones cantonalistas anárquicas, el propio Prim fue asesinado, fracasó el reinado de Amadeo I, advino la I República que solo perduró un año, etcétera— su ideal de una España cohesionada y estable empezó a ser una realidad durante los primeros años de la Restauración.

Sigamos luchando por la libertad, con determinación y constancia, sin desfallecer en nuestro propósito: el español tiene que ser lengua vehicular en la escuela catalana. La causa lo merece. El triunfo, finalmente, será nuestro, porque tenemos la razón. ¡Nos vemos el próximo 18 de septiembre en el Arco del Triunfo!

Manuel Jesús Acosta Elías es doctor en Filología Hispánica y diputado por Vox en el Parlamento de Cataluña.

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