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José García Domínguez

Allende también habría votado 'no'

Aquella izquierda chilena de antes era tributaria de una tradición política que bebía del pensamiento ilustrado.

Aquella izquierda chilena de antes era tributaria de una tradición política que bebía del pensamiento ilustrado.
Salvador Allende | Flickr

A propósito de la admirable lección de madurez democrática y de aprecio por la propia soberanía nacional que acaba de impartir el pueblo chileno a su novísima, jovencísima y desestructuradísima élite dirigente, si de algo estoy seguro es de que el presidente Salvador Allende, asesinado en la Moneda el 11 de septiembre de 1973, también hubiera votado ‘no’ a semejante insulto a los principios básicos de los órdenes políticos nacidos tras la caída del Antiguo Régimen y el triunfo de la Revolución Francesa, empezando por el de la igualdad de todas las personas ante la Ley, el que Boric y su gente estaban intentando hacer pasar por nada más y nada menos que una nueva constitución para el país.

Porque con todas las críticas que hoy, tantos años después, se le puedan hacer a la Unidad Popular y al propio Allende, aquella izquierda chilena de antes, como el resto de la izquierda occidental de cuando entonces, era tributaria, al igual que la derecha liberal, de una tradición política que bebía del pensamiento ilustrado. Así, un socialista de la corriente marxista, como el propio Allende, quizá podía cuestionar la legitimidad de lo que en la época se llamaba "democracia burguesa". Pero algo inimaginable en cualquier socialista o comunista de los del plan antiguo, los anteriores contagio masivo de la deconstrucción posmoderna entre los espíritus progresistas, sería, por ejemplo, que en la Carta Magna tratarán de establecer el que las "naciones indígenas" resultan ser "preexistentes" a la propia nación chilena.

Un plus de pureza identitaria en relación al resto de los habitantes, el exclusivo de los actuales descendientes de indígenas, que, entre otros, les otorgaría el derecho inalienable a la "libre determinación". Y tampoco, en fin, veo a Allende asintiendo feliz al axioma de que la "representación efectiva" de todas las "disidencias sexuales y de género" constituye una condición insoslayable para el "ejercicio pleno y sustantivo de la democracia". Sintagma esotérico que dudo mucho que nadie supiese lo que en verdad quería decir, pero que, en cambio, resultaba muy claro lo que no quería decir, a saber: que todos los chilenos y las chilenas serían iguales ante las leyes de la República de Chile. Allende habría votado ‘no’, pero Lenin los hubiera fusilado.

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