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David Vinuesa

Carlos I y Rafa XXII, dos reyes vigentes en España

Sin que Rafa haya soltado aún la corona, Carlos gana su primer Grand Slam.

Sin que Rafa haya soltado aún la corona, Carlos gana su primer Grand Slam.
Carlos I y Rafa XXII, dos reyes vigentes en España | EFE

Somos muy afortunados y como suele ocurrir en este tipo de situaciones, lo sabremos valorar más cuando no lo tengamos que ahora que estamos inmersos en esta maravillosa realidad. Pocos países tienen la suerte de tener a un ganador insaciable como Rafa Nadal en su bando. De hecho ningún país ha tenido a un campeón como Rafa porque solo él tiene 22 Grand Slams en su mochila de títulos. Pero a todo eso se suma que España tiene, a día de hoy, a un jugador como Nadal que aún está muy vigente y que ha ganado dos de los cuatro Grand Slams jugados, y encima suma a su verdadera armada invencible a una perla como Alcaraz que se ha llevado su primer Major y encima con el premio secundario de convertirse en número 1 del mundo.

Alcaraz tiene 19 años, que a nadie se le olvide. Nos hemos acostumbrado a grandes gestas de jugadores que aún tienen acné, pero no deberíamos olvidarnos de la juventud de un chico que anoche tenía toda la presión del mundo en la final del US Open. Era el claro favorito. Casper Ruud es un gran jugador, nuevo número 2 del mundo, sin embargo, si tú preguntabas a los amantes del tenis quién era el favorito, el 80% te iba a decir que todo dependía de cómo estuviese Carlos. Si el jugador de El Palmar imponía su juego ofensivo, Ruud, un auténtico muro desde el fondo y un caballero dentro y fuera de la pista, acabaría claudicando. Así fue. Casper solo tuvo opciones cuando a Carlos le pudo la ansiedad. Fue concretamente en el segundo y tercer set, pero cuando la tercera manga se fue al momento que muestra a los verdaderos campeones, el tie break, el español empezó a coger el trofeo del US Open por una de sus asas.

No todo el mundo es capaz de aguantar lo que aguantó Alcaraz en la pista central del US Open. Ya no hablamos solo de ganar tu primer Grand Slam sino de lograr a la vez el número 1 del mundo. De una tacada, lo que todo tenista sueña estaba al alcance de un chaval de 19 años que en condiciones normales podría estar más preocupado de ganar la liga en el FIFA con sus colegas que de cotas tan altas como esta. De hecho, el 5 de noviembre de 2020, el propio Carlos definió en una entrevista con esta casa, Libertad Digital, cuál era su sueño. ¿Adivinan cuál era? Ganar un Grand Slam y ser número 1 del mundo. ¿Se imaginan tener al alcance de tu mano tu sueño con solo 19 años? Lo que muchos buscan y no encuentra durante 30 o 35 años en su deporte, Alcaraz lo tuvo a su alcance este domingo y como es un superdotado tenístico, no lo dejó escapar.

Estamos ante un fuera de serie que solo acaba de empezar a labrarse un nombre en la historia del tenis. Y hay algo que me gustó ayer de Carlos, aparte de su triunfo, lógicamente. Carlos no estaba como loco en el podio o en la ceremonia de entrega del trofeo. Alcaraz estaba con la cara de un jugador que tras cumplir su sueño, quiere más. Carlos quiere mucho más. Los hay que ganan un trofeo así, se quitan un peso de encima y jamás vuelven a verse en una situación parecida. Recuerdo así a bote pronto a Dominic Thiem o en su día a Gastón Gaudio cuando ganó Roland Garros. Carlos celebró su triunfo, pero lo hizo con tranquilidad. Lo hizo sabiendo que toca disfrutar del sueño cumplido para buscar al día siguiente otros sueños que alcanzar. Está Roland Garros. También el Open de Australia. Wimbledon. La Copa Davis. Dos Grand Slams. Tres. Cuatro. Cinco. La doble cifra. Por soñar que no quede, ¿verdad?

Eso sí, calma. Después del uno viene el dos, no el 22. Ayer escuchaba al gran Alex Corretja decir que tenísticamente hablando, Alcaraz es a su edad mucho más completo a nivel de juego que Roger Federer, Rafa Nadal o Novak Djokovic. Como siempre, Alex tiene razón. Ellos no tenían tantos recursos con solo 19 años. Los ganaron, perfeccionaron y pulieron después, pero no siendo tan jóvenes. Eso es una gran verdad, sin embargo, a Carlos le queda por superar el muro de la constancia y la regularidad excelsa que estos tres monstruos del deporte han logrado durante dos décadas. Le queda por demostrar esas ganas permanentes de mejorar lo que no tenga y perfeccionar aún más sus mejores armas. Por eso Carlos I de España debe ir, poco a poco, para ser Carlos II, Carlos III, Carlos IV... Y si no lo consigue, que tampoco se vuelva loco. Él es Carlos Alcaraz y no tiene que estar a la sombra de nadie.

Ahora bien, mientras Carlos desafía a la historia, España debe sonreír sí o sí por lo que estamos viviendo. Cuatro Grand Slams en 2022 y tres han tenido nuestro pasaporte. Rafa ganó en Australia y en París. Carlos lo ha hecho en Nueva York. Y ojo, Rafa estuvo a punto de hacer algo grande en Wimbledon si no se hubiese lesionado al pasar a semifinales. Tenemos dos reyes al mismo tiempo en España y atención, empiezan a salir más príncipes. Martín Landaluce logró este fin de semana con 16 años la mini corona del US Open junior. ¡Cómo no vamos a disfrutar!

Por cierto, no quiero acabar esta columna sin una mención para el padre deportivo de Alcaraz. Con un revés paralelo de Juan Carlos Ferrero comenzó todo en aquella Copa Davis ante Hewitt. Después siguió con el Roland Garros de 2003 y el número 1 del mundo. Ahora, como entrenador, la leyenda española sigue dando alegrías al deporte nacional que durante muchos años también le consideró, justamente, un rey. ¡Gracias Juanki!

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