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Antonio Robles

Carta abierta a todos los españoles ante el 18-S

Es hora de que toda la nación tome conciencia de la agresión a sus derechos civiles en Cataluña y actúe en consecuencia.

Es hora de que toda la nación tome conciencia de la agresión a sus derechos civiles en Cataluña y actúe en consecuencia.
Una bandera de España desplegada para celebrar el día de la Hispanidad en Barcelona. | EFE

La estructura territorial de España está provocando el ensimismamiento étnico de unos y el desinterés por la suerte de sus vecinos, de los otros. Hasta el punto, que la agresión a los derechos civiles de unos pasa desapercibida para el resto. Es el caso de la exclusión de los derechos lingüísticos en Cataluña, que por el mero hecho de conculcarse en Cataluña, son ignorados por el resto de España. Pasó muchos años antes con los crímenes de ETA, hasta que el coraje cívico de ¡Basta Ya! revertió la situación.

El voto femenino, la discriminación racial, la igualdad ante la ley, el menosprecio del colectivo LGTBI… y tantos otros derechos civiles que fundamentan nuestro Estado de Derecho serían considerados por todos los españoles como casus belli si fueren pisoteados. Sin embargo, ni nos inmutamos ante la segregación lingüística que padecen los niños castellanohablantes en Cataluña. Como si no fuera con nosotros. O aún peor, como si fuera cosa solo de catalanes. Una inmensa anomalía. Sin embargo, formamos parte de una ciudadanía común que nos ampara y nos obliga por igual. Vivamos donde vivamos.

Antes de argumentar esta anomalía, déjenme que les centre el problema a quienes no hayan reparado en el abuso o no alcancen a ver su obscenidad.

Con la llegada al poder en Cataluña de Jordi Pujol en 1980 se inició un proceso de construcción nacional como paso previo a una futura secesión de España. Para lograr esa ficción dispuso una limpieza lingüística generalizada, empezando por la escuela. Era preciso borrar cualquier presencia de la nación española, desde su simbología, al callejero, desde la historia, la cultura y el deporte, a la lengua. E imponer el catalán como lengua propia y exclusiva.

Para lograr erradicar el castellano de la escuela, impusieron la inmersión lingüística, un método para estudiar sólo en catalán. La lengua española pasaba a ser estudiada como lengua extranjera. Y los derechos civiles de sus hablantes, excluidos.

Desde entonces han gastado más de 20.000 millones de euros en el empeño, y han convertido en ciudadanos de segunda a la mayoría de catalanes. Como consecuencia, nació una Resistencia de ciudadanos opuestos al abuso. Su primer síntoma fue el manifiesto de 1981, "Por la igualdad de derechos lingüísticos en Cataluña". Desde entonces decenas de acciones, asociaciones y sentencias judiciales han denunciado y sentenciado la inmersión. La última sentencia obligaba a la Generalidad a impartir en la escuela al menos el 25% de horas en castellano. Pues ni así. Se han negado en redondo a impartir ese miserable 25% este principio de curso. El propio presidente de la Generalidad, Pere Aragonés se vanagloriaba de ello en su discurso de la pasada Diada: "Por primera vez en siete años en ningún centro educativo se impondrá el 25% de clases en castellano. Y eso es, indudablemente, una gran noticia".

Y no sólo eso, los niños y familias que han osado reclamar el derecho a estudiar en su lengua, que es la común de todos los españoles, han sido y son escrachados por la jauría catalanista mientras TV3 y el orden establecido los jalea. Un aquelarre segregacionista a costa de los derechos civiles de millones de niños catalanes.

En 1957, cuando EEUU acabó con la segregación racial en las escuelas, en Arkansas fueron las tropas federales, es decir, el Estado, quienes tuvieron que escoltar a los niños y niñas negros hasta las escuelas para impedir que los blancos les impidieran entrar. Y hubieron de ser las tropas federales, es decir, lo que aquí hubiera sido la Guardia Civil, las que escoltaran a los niños y niñas negros para poder ejercer el derecho a entrar en la escuela contra el rechazo de los blancos. Una estampa que quedó para vergüenza de la historia en las enternecedoras fotos de Little Rock.

En Cataluña nuestros hijos sufren esa misma segregación en versión lingüística sin que nadie lo impida. Empezando por el propio gobierno de Pedro Sánchez, que habiéndolo de evitar, dio instrucciones al PSC de Salvador Illa para que apoyara el Decreto Ley (6/2022) del Gobierno de la Generalidad emitido expresamente para incumplir la sentencia del TSJC del 25% que declaró firme el Tribunal Supremo. Dos días después por trámite de urgencia, La Ley contra el castellano (8/2022) salía con los votos independentistas y del PSC. Pura prevaricación y atentado contra la separación de poderes. ¡Ojo!, esta es la verdadera declaración de independencia de cada día, que Pedro Sánchez alienta a costa de los derechos castellanohablantes en Cataluña. Un verdadero Caballo de Troya de los enemigos de España.

Es hora de que toda la nación tome conciencia de la agresión a sus derechos civiles en Cataluña y actúe en consecuencia. ¿Cómo?

El próximo domingo, 18 de Septiembre de 2022, habrá una manifestación a las 12,30 horas en Arco de Triunfo de Barcelona convocada por Escuela de Todos para acabar con la segregación lingüística, bajo el lema: Español, lengua vehicular. No es solo una cuestión de catalanes, el virus que empezó en Cataluña ya ha infectado a otras comunidades con influencia nacionalista. Hoy mismo se anuncia una ley en la Comunidad Autónoma Vasca para acabar con la línea de enseñanza en castellano.

El empeño que nos asiste, ni siquiera es por lograr ese miserable 25% que nos escatiman, es por conseguir la libertad lingüística plena que el nacionalismo nos ha secuestrado.

Los derechos civiles no se fraccionan, se respetan. En toda España. Y no sólo es una cuestión lingüística, tras esa segregación crece la hidra de la desigualdad territorial, los aranceles históricos y la secesión. Todo ello envuelto en un adoctrinamiento infantil propio de pederastas.

El artículo 14 de la Constitución nos garantiza la libre circulación por todo el territorio nacional porque "todos los españoles somos iguales ante la ley, sin que prevalezca discriminación alguna por razones de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión, o cualquier otra condición o circunstancia personal o social". Sin embargo, un arancel lingüístico impuesto por los caciques nacionalistas impide a millones de españoles trasladarse con sus hijos en edad escolar a comunidades bilingües porque no podrán estudiar en su lengua, ni presentarse a unas oposiciones porque el requisito lingüístico se lo impide, ni rotular su negocio en castellano porque le multan, o lograr un puesto de trabajo normal porque las opciones laborales suelen estar condicionadas por el nacionalismo lingüístico… No le irá mejor en las instituciones, en todas las instituciones, donde ha sido desterrada la lengua española. Una verdadera limpieza lingüística que convierte en extranjeros en su país a cualquier español que se desplace a Cataluña.

Por todo eso, ha llegado la hora de que todos los españoles nos plantemos ante el Gobierno de la Generalidad y sus cómplices del Gobierno de España para decirles ¡Basta Ya! Como en su momento se lo espetamos en las calles vascas a ETA y a todos los cómplices de aquella sociedad cobarde y asesina.

Hace una semana les pedía en "Carta abierta a los demócratas catalanes ante el 18-S" un acto de dignidad democrática y coraje cívico asistiendo a la manifestación contra el apartheid lingüístico. Ahora se lo pido a todos los españoles para que abandonen su pasividad ante el destino de tantos compatriotas despojadas de sus derechos civiles en Cataluña.

Nada nos es ajeno en esta nación, que comparte orgullosa su lengua con más de 580 millones de ciudadanos del mundo entero, y sin embargo está permitiendo que se la roben en su propia casa a muchos de sus hijos.

Nos vemos en Barcelona.

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