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Marcel Gascón Barberá

De la URSS a Wagner: Rusia actualiza su imagen en África

Ucrania ha ganado la guerra de la opinión pública en el Occidente próspero. Pero hay motivos para decir que la está perdiendo en África.

Ucrania ha ganado la guerra de la opinión pública en el Occidente próspero. Pero hay motivos para decir que la está perdiendo en África.
Miembro del grupo Wagner en África. | Archivo

El ministro de Exteriores ucraniano Dmytro Kuleba empezó este lunes en Senegal una gira que le llevará en los próximos días a varios países del África subsahariana. La misión de Kuleba tiene como objetivo recabar apoyo para la causa ucraniana en una región en la que no ha encontrado hasta ahora demasiadas simpatías.

De los 35 Gobiernos que el 2 de marzo de este año se abstuvieron en la votación en la Asamblea General ONU de una resolución que condenaba la invasión rusa de Ucrania, 16 eran de naciones del África subsahariana. Otros siete países subsaharianos se ausentaron de la votación. Eritrea, que ha asumido sin complejos su estatuto de Estado paria, votó en contra junto con Bielorrusia, Corea del Norte, Rusia y Siria.

Asistida por la razón pero también por el talento, la audacia y la frescura de sus líderes y comunicadores, Ucrania ha ganado abrumadoramente la guerra de la opinión pública en el Occidente próspero. Pero hay motivos para decir que la está perdiendo en África.

Cautivas aún hoy de su versión de nuestro sentimentalismo antifranquista, que tiene su objeto de fascinación en la lucha contra el colonialismo europeo, las élites africanas siguen cultivando la victimización y el resentimiento contra Occidente, lo que hace de África un terreno particularmente fértil para la propaganda rusa.

En el libreto de Moscú, Ucrania es un títere de Washington con que el nuevo líder del Imperio colonial occidental, Estados Unidos, hace avanzar sus intereses a costa del resto del mundo. En buena parte de África, Rusia (como república primordial de la Unión Soviética) y China son recordadas por el apoyo que brindaron a los movimientos de liberación que expulsaron al colonizador europeo. Esto les da una ventaja competitiva que ni Europa ni Estados Unidos han sabido contrarrestar.

En los últimos lustros, tanto Rusia como China han materializado el apoyo prestado a los líderes independentistas durante la Guerra Fría en inversiones y concesiones de obra y explotación masivas y presencia militar en el continente. En el caso de Rusia, esto último se produce de los mercenarios del grupo Wagner que Putin también utiliza en Ucrania. Este ejército privado al servicio del Kremlin forma parte de la estructura de seguridad que sostiene a los Gobiernos de la República Centroafricana y Mali.

El dueño del grupo Wagner, el oligarca ruso y aliado de Putin Yevgueny Prigozhin, celebró el sábado en un comunicado el último golpe de Estado en Burkina Faso. Prigozhin llamó al líder golpista, el Capitán Traoré, "un hijo verdaderamente digno y valiente de su patria". El analista ruso cercano al Kremlin Sergei Markov ha dicho públicamente que "nuestra gente" ayudó a Traoré a hacerse con el poder. Estas dos reacciones desde los círculos de poder en Moscú parecen anunciar un nuevo despliegue de mercenarios rusos en otro país de África amenazado por insurgentes, en este caso islamistas.

Lejos de haberse dormido en los laureles ya algo secos de las luchas anticoloniales en la Guerra Fría, Rusia utiliza sus misiones en África para afirmarse en su nueva imagen de sheriff implacable que protege a la gente de bien del terrorismo islámico y el caos. Además, los mercenarios de Wagner en África le sirven a Putin para desacreditar a sus competidores occidentales.

En abril, Francia publicó un vídeo grabado con un dron en el que se veía a mercenarios rusos enterrando cadáveres junto a una base militar francesa. La idea era responsabilizar de esas muertes a las tropas galas que se estaban retirando del país. En realidad, los enterrados habían sido masacrados por tropas malienses y por mercenarios de Wagner, que también han perpetrado matanzas de civiles en la República Centroafricana.

Los servicios de estos soldados de fortuna proporcionan a Rusia contratos de explotación de los recursos naturales en África que sus críticos califican de expolio.

La propaganda del Kremlin sobre el papel de Wagner en África va destinada en gran medida a Occidente, donde un segmento de la derecha conservadora ha aceptado a Putin como la alternativa autoritaria y ordenada a un Occidente timorato y confuso. A través de RT y otros medios oficiales rusos prohibidos aquí que siguen emitiendo en África sus contenidos hechos a medida para cada audiencia, Rusia también promueve este discurso en las sociedades subsaharianas.

Una estatua erigida el pasado otoño en Bangui, la capital de la República Centroafricana, representa a mercenarios de Wagner protegiendo a civiles de los rebeldes. Estos mercenarios rusos han sido agasajados por centenares de centroafricanos en manifestaciones más o menos espontáneas organizadas en los últimos meses.

Y, como ya ocurrió después del golpe de Estado que se produjo en Burkina Faso en enero, quienes celebraban este mes el nuevo derrocamiento del Gobierno en Uagadugú ondeaban banderas de Rusia al tiempo que exigían a gritos el fin de la política de influencia de Francia.

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