Menú
Santiago Navajas

Xi Jinping y el comunismo de mercado del siglo XXI

La economía socialista de mercado que inició Lenin se está propagando como un malware por todos los países del mundo.

La economía socialista de mercado que inició Lenin se está propagando como un malware por todos los países del mundo.
Xi Jinping, presidente de China. | Europa Press

En 1921, Lenin anunció un giro en la política económica de la URSS. Dado el descalabro de las nacionalizaciones, los controles de precios y la planificación autoritaria, el líder soviético permitiría algunas formas de economía de mercado dentro del sistema de propiedad colectiva de los medios de producción.

Cuando se nos dice: "En las cárceles no se nos enseñó a comerciar", en esas palabras se ve precisamente una concepción errónea de las tareas prácticas de la lucha y la actividad de nuestro Partido en el día de hoy (...). La edificación económica nos ha conducido a una situación en la que es preciso recurrir a una cosa tan desagradable como el comercio.

En 1972, Nixon se reunió con Mao Tse-Tung, el anticomunista norteamericano por excelencia estrechaba la mano del más feroz anticapitalista chino. Poco después, Nixon, agobiado por la pantanosa guerra de Vietnam, dio un golpe de estado a la economía mundial destruyendo el patrón-oro para que el dólar no colapsara.

Tanto Lenin como Mao Tse-Tung demostraron tener un fondo pragmático que se sobreponía a sus delirios ideológicos. Pero eso no significaba que abjurasen del todo de sus dogmas comunistas. A continuación, Deng Xiaoping le enseñaría a Felipe González, otro que sería capaz de vender a su madre ideológica por un puñado de dólares, el proverbio "gato negro, gato blanco, lo que importe es que cace ratones".

Lenin había calculado que serían necesarios cincuenta años de dictadura del proletariado para llegar a instaurar el paraíso comunista en la Tierra, cuando ya no sería necesario ningún tipo de Estado y las relaciones sociales de producción se basarían únicamente en la armonía y la solidaridad libremente elegidas.

Los cincuenta años se han ampliado a quinientos años, y quizás ya nadie crea que el elefantiásico Estado totalitario vaya a desaparecer jamás. Al contrario, el Leviatán goza de una mala salud de hierro, no solo en Rusia y China, sino también en presuntas democracias liberales como, por ejemplo, Estados Unidos y España, donde los ciudadanos trabajan ya más tiempo para el Estado que para sí mismos. A esa moderna esclavitud la llaman "Bienestar" y, del Foro de Davos a la Agenda 2030, pasando por los partidos hegemónicos a derecha e izquierda, nos quieren convencer de que es el mejor de los mundos posibles.

Cuando Lenin lanzó su órdago introduciendo una veta de capitalismo en el magma comunista, Ludwig von Mises advirtió que sería imposible que, de todos modos, funcionase porque resulta imposible el cálculo de las infinitas variables económicas que están involucradas en los intercambios en una sociedad compleja. Sin embargo, un economista polaco, Oskar Lange, repuso que sí sería posible para una Oficina de Planificación remedar el sistema de formación de precios en el mercado. Quizás no tan bien y de manera tan eficiente, pero con la ventaja de que sí podría redistribuir mejor la riqueza, eliminando las diferencias abismales de desigualdad que son característicos en el capitalismo y que ofenden la sensibilidad natural sobre la injusticia, y, además, favorecería la innovación y la investigación básica.

Entre 1992, 14º Congreso del Partido Comunista Chino, y 2022, el 16º, la economía socialista de mercado que inició Lenin se está propagando como un malware por todos los países del mundo, provengan del comunismo o del laissez faire. A medida que el comunismo se hace moderadamente receptivo hacia la empresa privada, el capitalismo se está contagiando a marcha pandémica del colectivismo social, el intervencionismo económico y el autoritarismo político.

En 2022, cien años después del giro leninista en cuanto al mercado, Xi Jinping recoge el testigo pragmático de Mao Tse-Tung, liderando una China en la que el Partido Comunista ejerce de CEO colectivo de un paradójico sistema económico en el que el mercado está permitido pero bajo la tutela final del Estado, que hace las reglas de juego, es árbitro, jugador, comentarista y espectador. Xi Jinping ha creado el Leviatán total, en el que la cabeza se sitúa en el Estado, él mismo, siendo el mercado su brazo derecho y la sociedad civil, el izquierdo, sostenidos todos ellos por un ejército que posee la amenaza nuclear y una industria tecnológica que controla el mundo digital. Casi 400 años después, Hobbes vuelve a coger ventaja respecto a los liberales. Y esta vez puede ser que sea la definitiva.

Temas

En Internacional

    0
    comentarios