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Javier Arias Borque

Qué significará para la guerra de Ucrania el descalabro ruso en Jersón

Moscú todavía tiene un problema importante, que es evacuar a sus efectivos de una orilla a la otra sin que se convierta en una auténtica desbandada.

Moscú todavía tiene un problema importante, que es evacuar a sus efectivos de una orilla a la otra sin que se convierta en una auténtica desbandada.
Efectivos de la Guardia Nacional de Ucrania en la región de Nikolaiev | EFE/EPA/STR

Rusia ha oficializado esta semana el abandono de parte de la región ucraniana de Jersón. El anuncio se hizo en un acto revestido de informe militar de última hora en el Ministerio de Defensa. Pero la realidad es que no era más que la escenificación de un movimiento que parecía casi seguro desde que las defensas rusas en la zona comenzaron a hundirse a principios de octubre, después de casi mes y medio de ataques constantes ucranianos en la zona.

De hecho, esa retirada comenzó a mediados de octubre. Fue el momento en que el general encargado de evitar el desastre ruso en Ucrania, Serguéi Vladímirovich Surovikin, nombrado para este cargo tras el colapso ruso en Jarkov y el inicio de los problemas en Jersón, accedió al cargo. Nada más llegar ordenó el traslado de efectivos militares y de muchos ciudadanos de una orilla a otra del río Dniéper. Él mismo no dudó en decir que el Jersón al oeste del río era indefendible.

Lo único que necesitaba Surovikin es que en Moscú comprendieran que lo mejor para sus intereses era abandonar un área donde ya no tenían nada que ganar, para parapetarse en la orilla opuesta del Dniéper. Para desgracia de Ucrania, Rusia ha tomado la decisión correcta. No quiere sacrificar a cientos o miles de soldados propios en la picadora de carne que supondría una batalla urbana que nunca iba a ganar, a las puertas del invierno, en Jersón capital.

Pese a ser una decisión tomada por ellos mismos, abandonar la región de Jersón al oeste del Dniéper no va a dejar de ser doloroso para los rusos. Pierden la primera capital regional que conquistaron al inicio de la invasión —Jersón ciudad cayó al sexto día—, pierden todo terreno controlado al oeste del río Dniéper —que divide Ucrania en dos— y, por si fuera poco, confirma lo pasado desde septiembre, que la iniciativa bélica está en manos ucranianas, algo impensable al principio de la guerra.

Cuando se consume el abandono, Rusia habrá perdido otros 4.000 kilómetros cuadrados más. En total, desde el principio de la guerra, los efectivos del Gobierno de Kiev habrán conseguido recuperar —por victoria en combate o por abandono ruso— más de la mitad del territorio ucraniano que fue ocupado por Rusia en la primera parte de la invasión, entre el 24 de febrero y finales del mes de marzo, cuando fracasó la táctica inicial rusa y cambiaron de estrategia.

Pese a todo esto, Moscú todavía tiene un problema muy importante. Se trata, ni más ni menos, que de evacuar a sus efectivos y a los colaboracionistas de una orilla a la otra sin que ello se convierta en una auténtica desbandada que acabe en una carnicería. Sin puentes de cemento y hormigón utilizables, con la opción únicamente de usar puentes de pontones y transbordadores, tendrán que mantener un difícil equilibrio entre las fuerzas que protegen la huida y las que se van.

Ucrania tiene claro que cuantos más efectivos pierda Rusia en su retirada menos efectivos tendrá el enemigo para defender la orilla este del Dniéper. Aquí no sirve aquello de ‘a enemigo que huye, puente de plata’, sino que se trata de evitar lo de que ’soldado que huye sirve para otra batalla’. Es por tanto el gran reto ucraniano, ganar terreno en una zona que va a ser abandonada sin arriesgar efectivos propios pero tratando de infligir el mayor número de pérdidas al enemigo.

Concluido el abandono del área oeste de Jersón, los efectivos ucranianos van a quedar bloqueados al oeste del Dniéper. No podrían cruzar el río —que en la zona tiene una anchura de entre 350 metros y un kilómetro— sin ser pasto de la artillería rusa, porque ellos mismos destruyeron los puentes para aislar a los rusos que ahora se repliegan. Mientras tanto, los efectivos del Kremlin siguen fortificando las tres líneas de defensa que han creado bordeando todo el río en la orilla este.

La opción más viable para los ucranianos será desplazar el frente para recuperar el sur de su país a la región de Zaporiyia, directamente ya en la orilla este del Dniéper, en las cercanías de la ciudad de Kam'yans'ke. Y desde ahí sí podrían bajar los ucranianos hacia el sur para tratar de recuperar el resto de Jersón —haciendo casi inútiles las tres líneas defensivas organizadas en paralelo al curso del Dniéper— y el resto de la Zaporiyia ocupada.

El otro gran frente de batalla seguirá en el eje Kremina-Svatove, en el área de Jarkov y el Donbás, donde los rusos han conseguido frenar el impulso ucraniano posterior al colapso en Jarkov de principios de septiembre, pero donde los efectivos del Kremlin empiezan a perder terreno muy poco a poco. Todo ello en espera de la llegada del invierno y de la gran mayoría de los reclutas movilizados en Rusia a mediados de septiembre.

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