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EDITORIAL

Concentración por España, por la democracia y la Constitución: sobran los motivos

Lo que está en juego es demasiado grave como para que se fíe a los equilibrios y las cuotas partidistas.

Este sábado al mediodía y en la plaza de Cibeles de Madrid está convocada una concentración en defensa de España, de la democracia y la Constitución. Son muchas las organizaciones cívicas que han citado a los ciudadanos a participar en un acto indispensable y urgente, desde las que han defendido y defienden a las víctimas del terrorismo hasta muchas otras que aspiran a la libertad y la igualdad entre españoles y abogan por que se respete y se cumpla la Constitución. La presencia de los partidos y de sus dirigentes es a todos los efectos irrelevante. Será la ciudadanía que acuda a Cibeles a defender sus derechos, que nunca han estado más en peligro que hasta ahora en las últimas cuatro décadas, quien tome nota de las presencias y las ausencias y actúe en consecuencia.

Los ciudadanos que aspiran a vivir en un país libre, democrático y unido no necesitan a los políticos para alzar su voz y oponerse a las derivas autoritarias de Pedro Sánchez y sus socios comunistas, golpistas y proetarras. Si están, harían bien en tratar de pasar desapercibidos y aparcar sus mezquinas disputas y sus cálculos electoralistas. Lo que está en juego es demasiado grave como para que se fíe a los equilibrios y las cuotas partidistas. Se trata de España, de la libertad encarnada en la Carta Magna, de la separación de poderes y de plantarse ante el acusado deterioro de las instituciones en manos de los socialistas y sus satélites.

Sobran los motivos. La reforma del Código Penal para exonerar a los golpistas que perpetraron la asonada de 2017 y ahora están instalados en el Gobierno porque ahí los ha puesto Pedro Sánchez, quien dijo que nunca pactaría con ellos es un motivo. Otro, las llamadas al enfrentamiento civil incluidas en las disposiciones sobre la "memoria" histórica. Y por las concesiones a los terroristas y sus voceros, que también forman parte de esa coalición de intereses abyectos que encabeza el presidente del Gobierno. También por dar curso a las aberrantes leyes de Unidas Podemos que devuelven a las calles a los delincuentes sexuales o que fomentan la castración de los adolescentes. Por mantener en el Gobierno a los ministros y altos cargos que se burlan de las víctimas, de todas las víctimas, ya sean del terrorismo o de los pederastas.

Hay más, muchos más motivos. El asalto al Poder Judicial a fin de dar carta de naturaleza a sus desmanes legislativos, por los indisimulados ataques a las estructuras institucionales de la democracia, por exigir a los ciudadanos toda clase de sacrificios económicos mientras no se bajan del Falcon, por usar los recursos públicos en medidas electoralistas de bonos, cheques y descuentos para lograr votos mientras se endurece la política fiscal, por cuestionar los más elementales derechos, por mentir de manera sistemática a los ciudadanos, por despreciar a la mayoría de los españoles, por dar alas a los separatistas y fomentar su referéndum, por ocultar las cifras de paro, por manipular los índices de la inflación, por reírse del miedo de las mujeres y los niños violados.

La lista es interminable. Cada día se añaden nuevos motivos. Marruecos, las manipulaciones propagandísticas, las cumbres fraude, el desprecio por los más elementales valores de la democracia, la soberbia, el sesgo totalitario, las interminables corruptelas, la desprotección de las víctimas, los ataques a la Policía Nacional y la Guardia Civil, el menosprecio como forma de dirigirse a los españoles, las toneladas de mentiras y engaños, las amenazas a la oposición, la vulneración habitual de las normas parlamentarias y la destrucción de las libertades. Que estén o no estén determinados políticos es un asunto muy menor en comparación con la gravedad y los riesgos del momento.

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