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Santiago Navajas

Isabel Díaz Ayuso, en la senda de Margaret Thatcher

Sea Oxford o la Complutense, la Universidad tiende a ser una cantera de odio ideológico, fanatismo partidista, odio de secta e intolerancia social.

Sea Oxford o la Complutense, la Universidad tiende a ser una cantera de odio ideológico, fanatismo partidista, odio de secta e intolerancia social.
Isabel Díaz Ayuso, saliendo del acto en la Complutense en el que ha sido increpada por manifestantes de extrema izquierda. | Europa Press

El 29 de enero de 1985, Margaret Thatcher, entonces primera ministra del Reino Unido, supo que la universidad de Oxford le negaba el título honorario para el que había sido propuesta. Todos los primeros ministros que habían pasado por Oxford recibían un doctorado honorífico de su antigua universidad, fuesen conservadores, socialistas o liberales. Pero a Thatcher se lo negaron después de la protesta de profesores, estudiantes e incluso reverendos. Las universidades suelen estar lastradas hacia la izquierda política en todas partes, pero con Thatcher no solo era sesgo sino auténtico odio: la "dama de hierro" no solo había ganado las elecciones, sino que había desafiado los dogmas de la izquierda, negándose a realizar una mera gestión de las políticas socialistas sino que tenía una agenda transformadora desde el liberalismo que pasaba por destruir de raíz el statu quo hegemónico socialista. Pretendiendo humillarla, los profesores y estudiantes de izquierda le concedieron la medalla intelectual más honrosa: la del pensamiento crítico y el coraje cívico contra el rebaño universitario que rechazaba a la oveja negra orgullosa de su color distintivo.

En la senda de Thatcher, Isabel Díaz Ayuso. Sea Oxford o la Complutense, la Universidad tiende a ser también una cantera de odio ideológico, fanatismo partidista, odio de secta e intolerancia social. Ayer, los estudiantes de izquierda gritaban "cucaracha" y "asesina" a la presidenta de la Comunidad de Madrid. Los mismos que en la dictadura cubana gritan "gusanos" a los que defienden la democracia mientras los torturan. En la ya famosa deposición retórica de la alumna de extrema izquierda en la "Complu", la analfabeta titulada no criticó, escupió. No razonó, embistió. Demostró cómo en el sistema universitario proliferan empollones y sectarios sin un gramo de excelencia moral e intelectual, siguiendo como monaguillos al "profe" de turno. Pretenden convertir las universidades en chekas y gulags. Hoy en España hay alumnos perseguidos por defender la Constitución y profesores escoltados por los servicios de seguridad para que no les agredan los discípulos de Gramsci y Marcuse, mientras las autoridades académicas y políticas miran para otro lado porque los acosadores estudiantiles llevan camisetas con hoces y martillos en lugar de esvásticas.

El acoso contra Isabel en sede universitaria es un síntoma de algo más profundo que late en la izquierda: el odio que siente el femisocialismo por las mujeres de derecha. Aquellas que rechazan las cuotas, las "perspectivas de género" y demás privilegios espurios. Isabel, Cayetana, Inés y Teresa representan a las mujeres que destacan por sus atributos intelectuales, no por imperativos de paridad. Irene, Carmen, Mónica y Yolanda cuando ven a sus oponentes femeninas en el espectro liberal no solo las odian por ser de otra clase social, como dicta su ideología marxista, sino porque les están recordando de manera ejemplarizante que se pueden romper techos de cristal y conseguir la igualdad efectiva sin chantajes morales, privilegios políticos y nepotismo partidista a mayor gloria del macho alfa total, el Estado al que sirven, idolatran y parasitan.

Son cuatro, son mujeres, son inteligentes, son bravas y han demostrado que no temen ni a los escraches de los estudiantes al estilo de la Guardia Roja de Mao, ni las demandas en los tribunales por llamar "hijo de terrorista" al que presumió explícitamente de ser hijo de terrorista. Sus nombres son Isabel Díaz Ayuso, Cayetana Álvarez de Toledo, Inés Arrimadas y Teresa Giménez Barbat. La derecha española será liberal y será femenina o no será.

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