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Javier Arias Borque

El Donbás, la gran picadora de carne en Ucrania a la espera de las grandes ofensivas de primavera

Rusos y ucranianos llevan meses en una guerra de desgaste centrada casi exclusivamente en las mismas áreas.

Rusos y ucranianos llevan meses en una guerra de desgaste centrada casi exclusivamente en las mismas áreas.
Restos de un soldado ruso caído en el Donbás. | Cordon Press

El invierno ha dejado casi prácticamente helada la guerra en Ucrania. En contraste con los grandes avances que se produjeron durante el otoño, donde los militares de Kiev consiguieron arrebatar la iniciativa a los efectivos rusos -el colapso de las tropas de Moscú en Jarkov y la retirada del Jersón al oeste del Dniéper fueron los grandes hitos-, en los últimos meses los combates se han circunscrito a zonas muy específicas del Donbás.

El área más crítico está en torno a la localidad de Bajmut, un estratégico enclave de la región de Donetsk que abre el camino a dos importantes ciudades de la zona como Sloviansk y Kramatorsk y que Rusia lleva tratando de controlar prácticamente desde principios de octubre. Sería la punta de lanza para tratar de ocupar casi por completo una región que fue, junto a Lugansk, fue parte clave de la narrativa que diseñó Moscú para iniciar la invasión.

Los estrategas rusos diseñaron una ofensiva con unidades regulares y una parte de los movilizados de septiembre. Pusieron carne fresca en la picadora bélica para derrumbar las defensas ucranianas y cerca estuvieron de conseguirlo, pero los militares de Kiev consiguieron aguantar y convirtieron en vano el esfuerzo de la maquinaria militar rusa, que terminó optando por reorientar la estrategia erosionando las defensas de Bajmut por otro lado.

El pequeño cambio de rumbo fue centrarse en Soledar, una población de 10.000 habitantes antes de la guerra, conocida por sus minas de sal, que está a solo una quincena de kilómetros de Bajmut y que fue una de las localidades a través de la cual los ucranianos iban enviando tropas de refresco a Bajmut para frenar el asalto ruso. Volvieron a meter sin miramientos carne humana en la trituradora, especialmente mercenarios de Wagner, y consiguieron desmantelar las defensas ucranianas.

De este modo, Soledar, una pequeña localidad sin importancia real, se convirtió en la primera victoria rusa desde el pasado verano. Y una vez ligeramente reorganizados, han vuelto a abalanzarse contra Bajmut, donde no parece importarles el número de pérdidas que pueden tener si consiguen finalmente hacerse con el control de la ciudad y erosionar de paso a algunas de las unidades ucranianas.

Pero este avance no se centra esta vez únicamente en Bajmut, sino también en muchas de esas pequeñas localidades cercanas que en los primeros meses de ofensiva supusieron vías de aire fresco para los defensores ucranianos. En las últimas horas han conseguido tomar posiciones en aldeas como Pidgorodne o Berkhivka. Eso sí, con una gran factura en términos tanto humanos como materiales para los efectivos rusos.

Rusos y ucranianos llevan meses en una guerra de desgaste centrada casi exclusivamente en las mismas zonas. Perdiendo efectivos y material militar para conseguir erosionar al de enfrente. Todo para llegar en las mejores condiciones posibles o menos erosionados que el enemigo a los próximos meses cuando, llegada ya la primavera, se inicien las grandes ofensivas con las que los dos bandos traten de dar un cambio de rumbo a la situación actual del tablero bélico.

Los rusos habrán tenido tiempo de reorganizarse a sus efectivos, habrán formado y armado a buena parte de los nuevos reclutas y a los últimos presidiarios reclutados por Wagner. Además de haber sacado más material antiguo de sus almacenes. Ucrania habrá tenido tiempo de adiestrar a sus últimos reclutas y haberse adiestrado en el nuevo armamento occidental que le está llegando en invierno, en espera de carros de combate y más armamento.

Rusia necesita dejar de mostrar la imagen de debilidad que está dando. Asegurar, por lo menos, los territorios mínimos con los que Vladimir Putin podría vender a su población una victoria militar en Ucrania. Se trata del Donbás (Donetsk y Lugansk, clave en la narrativa de la invasión) y el corredor estratégico que conforman con Zaporiyia (con la central nuclear más grande de Ucrania) y Jersón (con el Canal hídrico del norte de Crimea) para unir Rusia con la Crimea anexionada en 2014.

Ucrania, por su parte, se encuentra ante la tesitura de poder recuperar los territorios perdidos en el último año a manos de las fuerzas de ocupación rusas. Y, si fuese posible, las zonas del Donbás y Crimea, perdidas en 2014. Para ello depende exclusivamente del dinero y el armamento que le llega desde Occidente, que podría paralizarse si las victorias militares desaparecen y las opiniones públicas occidentales se aburren del conflicto y dejan de presionar a sus mandatarios.

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