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Pedro de Tena

¿Quién teme a la moción de censura al gobierno de Pedro Sánchez?

El objetivo real de las mociones de censura no es triunfar sino exigir responsabilidades a un gobierno que está causando daño esencial a la nación.

El objetivo real de las mociones de censura no es triunfar sino exigir responsabilidades a un gobierno que está causando daño esencial a la nación.
Rueda de prensa de Santiago Abascal anunciando una moción de censura contra Pedro Sánchez. | Vox

En el artículo 113 de la Constitución Española se define con suma claridad que la moción de censura es un instrumento adecuado para "exigir la responsabilidad política del gobierno". Dado que el gobierno, el que sea, dispone de una mayoría parlamentaria suficiente, es bien difícil que tal iniciativa tenga éxito, a menos que algún partido o grupo de diputados que lo apoyaban dejen de hacerlo o lo traicionen.

Bien sabido es que desde 1978 ha habido cinco mociones de censura y que sólo una de ellas, la de Pedro Sánchez y su monstruo político —PSOE, Podemos, con demás marcas afines y los separatistas catalanes y vascos (sumados los votos inesperados y felones del PNV)—, en 2018, forzó la dimisión de Mariano Rajoy y el acceso a la presidencia del ya conocido como presidente "cum fraude".

Pablo Iglesias había presentado otra contra el propio Rajoy en 2017 que "fracasó", como las encabezadas en su día por Felipe González contra Adolfo Suárez (1980), Antonio Hernández Mancha contra González (1987) y Santiago Abascal contra Pedro Sánchez (2020). Entrecomillo "fracaso" porque el objetivo real de las mociones de censura no es triunfar sino exigir responsabilidades a un gobierno que, según quienes la impulsan, está causando daño esencial a la nación.

Ciertamente unas pueden ser más oportunas o responsables que otras. Vistas desde la historia, la más irresponsable fue la de Felipe González que, en plena consolidación de la democracia, trató de desacreditar al hombre cuyo proyecto la hizo posible. Pero mucho cosechó en 1982. La más inoportuna pudo ser la de Hernández Mancha, pero hizo que la derecha española sacara la cabeza y tres años después nacía el PP de José María Aznar.

Creo que la moción de censura anunciada por Vox con la candidatura de Ramón Tamames a la presidencia del gobierno como ariete es muy oportuna y responsable (porque responde a la tarea de un partido de la oposición) y, aunque finalmente será difícil que tenga refrendo parlamentario, va a tener un reconocimiento social, político y mediático de considerables proporciones. Y así será a pesar de los que ven en ella un tiro en el pie, una payasada, una incomodidad o un peligro cierto.

Independientemente de que la preparación de la moción haya tenido momentos enervantes o esperpénticos, la idea original de Fernando Sánchez Dragó es buena. Y lo es porque la oposición no puede limitarse a criticar –bien azucaradamente casi siempre—, los disparates, errores, dislates y temeridades de un gobierno calificado de "monstruoso" (hasta por su propio presidente cuando tenía insomnio). Dejar correr el tiempo pasivamente sin percibir que el tiempo es una dimensión de la realidad, también de la política, es suministrar un hato de oportunidades a quien no las merece.

Lo es porque Santiago Abascal y Ramon Tamames dispondrán de un tiempo ilimitado para sus intervenciones de censura en el Congreso mientras que, por una vez, Pedro Sánchez no dispondrá de tal privilegio. Eso significa que podrán extenderse en ideas, datos y argumentos que hagan entender a los ciudadanos españoles el por qué se ha presentado la moción y cuál es su necesidad y conveniencia. Esto es, podrán retratar lo que ha ocurrido desde 2018.

Que se recuerde a los españoles todo lo perpetrado desde 2018 es justo y necesario. Desde el cierre ilegal del Parlamento a las sospechas sobre la pandemia; desde el enigma del destino los fondos europeos para ayuda de la economía a los experimentos fiscales y laborales; desde el enriquecimiento de las arcas estatales con el IVA al empobrecimiento real de la población por la inflación y la elevación de precios de productos básicos; desde la aprobación de leyes escandalosas y claramente anti-ciudadanas al asalto al poder judicial y su independencia; desde los indultos a golpistas catalanes al acercamiento y blanqueamiento de etarras; desde la destrucción del espíritu reconciliador de la transición al deterioro de la unidad y cohesión nacionales por el beneficio de unas regiones sobre otras; desde su desabastecimiento absurdo de energía y materias primas al fin arbitrario de una diplomacia de décadas; desde la corrupción canaria de tito Berni y decenas de diputados socialistas a la tela de araña de los ERE y la desvelada de Ximo Puig… Todo ello debe ser relacionado y descrito a los españoles. Y esto no es un resumen, sino un aperitivo, como bien se sabe.

La moción de censura es precisa, además, porque la presencia de Tamames, un reputado estudioso de nuestra economía y de nuestra historia que ha ido deslizándose desde la izquierda comunista a posiciones más liberales y moderadas, es una señal de que la desaprobación a Sánchez se ve como necesaria y urgente, no sólo en el ámbito conservador sino en medios de una cierta izquierda que ve con miedo al futuro el gamberrismo político de quienes legislan sin estudiar ni prever las consecuencias de sus leyes.

(Ah, sí, su edad, 89 años. Con 87 se presentó el socialista Pietro Nenni a la presidencia de la República italiana. Sandro Pertini, socialista, fue presidente hasta los 89 años. Joe Biden está en activo con 81 años. De la edad de muchos Papas –Francisco tiene 86—, ni hablamos).

Si el hecho de que se pueda escuchar sin interrupciones y con detalle la relación de hechos escandalosos e irrespetuosos con la democracia y sus valores perpetrados por Sánchez y sus socios no fuera suficiente motivo para desear su celebración, el que vaya a tener lugar (si a Meritxell Batet no se le ordena hacer algo supino) muy cercanamente a las elecciones municipales y autonómicas del 12 de mayo, le aporta un interés suplementario.

Dice el PSOE de Pedro Sánchez que esta moción le viene muy bien, pero por tierra, mar y aire están tratando de desacreditar a Vox y a Tamames, señal de que algo en ella les sienta muy mal. Quizá se atreva el gobierno a no transmitir en directo desde la sede parlamentaria el desarrollo de la sesión –yo ya me lo espero todo de su control de las televisiones públicas—, pero no podrá impedir su impacto desde las televisiones privadas, las radios libres y las redes sociales. El acoso a sus promotores ya ha empezado y adquirirá en breve tintes de persecución.

Dice el PP que la moción no es constructiva y que Tamames y su prestigio no se merecen esto. Lo que no es constructivo es ser el primer partido de la oposición y no encabezar una censura sin límites de tiempo, detenida y minuciosa a un gobierno que está en manos de quien no ha parado de mentir y dañar la convivencia y las costumbres caprichosamente desde que llegó a La Moncloa.

Por eso, esta moción de censura va a ser, si finalmente tiene lugar, el acontecimiento más importante de esta legislatura y un extraordinario espectáculo político que puede tener consecuencias decisivas. ¿Acaso no es el espectáculo el método político por excelencia de esta perversión partidocrática que desdeña la inteligencia y la dignidad de los españoles de a pie? Pues ya se verá en mayo y en diciembre si los ciudadanos somos tontos. Estoy ansioso por saberlo.

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