
Los de Vox todavía no saben en el jardín que se han metido por hacerle caso a Dragó con la ocurrencia de lo de don Ramón. Y es que don Ramón posee una hemeroteca que está casi a la altura de su propia biografía política en cuanto a vaivenes y cambios inopinados de rumbo. Algo, esa frívola afición tan suya a andar dando saltos erráticos de aquí para allá, que deberían tener muy presente los votantes del partido de Santiago Abascal cuando le vean envuelto en la bandera rojigualda a fin de impartir inflamadas lecciones de muy hondo y sentido patriotismo español a los representantes de la soberanía nacional desde lo alto de la tribuna del Congreso.
Porque no hace falta ser Rappel para adivinar que gran parte de su discurso ante la Cámara irá dedicado a una emotiva defensa de la nación frente a sus muchos enemigos internos, esos cómplices abiertos del separatismo que, junto a los tontos útiles de turno, llevan lustros pugnando por debilitar desde todos los ángulos posibles la soberanía nacional. De ahí que aconseje encarecidamente a los votantes y simpatizantes de Vox que busquen en San Google una gloriosa tercera de ABC firmada, entre otros, por el laureado economista Tamames.
Trátase de un texto redactado bajo la apariencia formal propia de los manifiestos a la opinión pública donde el hoy candidato de Vox a la Presidencia del Gobierno de España reclama que Cataluña, según su personal parecer muy maltratada y exprimida fiscalmente por el resto el país, pueda fijar un límite legal del 4% a su solidaridad tributaria con el conjunto de España. Pues don Ramón se había tragado la gran trola de los separatistas (o simuló que se la había tragado) según la cual en Alemania existiría tal imaginario límite del 4% a las transferencias desde los landers al Estado federal. Una mentira del tamaño de la catedral de Burgos. A don Ramón, que con el trote de los años igual ya no se acuerda, habría que refrescarle la memoria ahora sobre aquella página gloriosa. Ah, los patriotas de hojalata.