
Si Irene Montero encontrara una vía para curar los terribles efectos de la afonía que la aqueja desde que supimos de las andanzas de Tito Berni, igual podría poner sobre la mesa una propuesta de ilegalización del PSOE. No porque le importe que robe a manos llenas, como nunca le importó la corrupción a ninguno de los diputados que votó a favor de la moción de censura con la excusa de unas frases de un juez político y luego volvieron a votar a favor de reducir las penas por malversación. Tan sólo sería una forma mucho más efectiva de reducir la prostitución que ilegalizarla: sin PSOE, la clientela quedaría en mínimos históricos. De Roldán a Tito Berni, pasando por aquel sinvergüenza de los ERE al que le daba cosica pagar en los prostíbulos con su propio dinero, nadie ha hecho más por el bienestar económico de las meretrices que el partido feminista obrero español.
Un partido al que pertenece Andrea Fernández, abolicionista convencida que hace un par de años aseguró en Twitter que uno de cada tres varones españoles pagaba "por violar". Mientras, se iba presuntamente de cena con Tito Berni y sus colegas. Su única reacción ante el escándalo fue borrar ese tuit y llorar muy fuerte ante el "acoso" de quienes le piden explicaciones o al menos una condena al comportamiento de sus compañeros. Porque si acostarse con prostitutas es violarlas, está en un partido de violadores y compañeros suyos de escaño lo son. ¿Tan mala feminista es que con tal de seguir agarrada a la generosa teta pública no denuncia los delitos de los suyos?
Tampoco Ángela Rodríguez Pam, siempre tan locuaz, ha tenido a bien condenar estos hechos. Al contrario, lo que le parece escandaloso es que tres de cada cuatro jóvenes prefiera follar a masturbarse porque "es patriarcal". Ya saben, la palabra mágica que explica todo. Ellas no han reducido las penas a más de 700 violadores, no, ha sido la justicia patriarcal. Seguramente así intenten explicar lo del Tito Berni: no es culpa suya, sino del patriarcado, que impide que buenas personas, personas de izquierdas como él, hagan otra cosa.
Lo cierto es que el feminismo es un poco como todo en la izquierda. No se trata de defender a mujeres reales de carne y hueso de problemas de verdad. Se trata de sentirse fenomenal con uno mismo por estar con los buenos y en contra de los malos. Da lo mismo lo que haga una persona cualquiera, lo que importa es a qué grupo pertenece. Si, como los diputados del PSOE, eres de los buenos, entonces a ti no te aplica eso de que estás violando a las prostitutas por acostarte con ellas. Los políticos que llevan años dándonos la murga y legislando en base a su elevadísima altura moral, desde cuyas cimas nos miraban con desprecio, ahora callan ante la evidencia de que esa altitud nunca ha estado por encima del nivel del mar. Porque sus palabras y sus gestos no son más que eso: palabras y gestos, vacíos de cualquier contacto con la realidad. Eso es la izquierda. Quien lo probó lo sabe.