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Jesús Fernández Úbeda

Tamames rescata a Sánchez de una tunda parlamentaria

Sayas y Gamarra desquiciaron al presidente. Abascal no estuvo mal, pero la moción ha convertido a su partido en el niño del que todos se ríen.

Sayas y Gamarra desquiciaron al presidente. Abascal no estuvo mal, pero la moción ha convertido a su partido en el niño del que todos se ríen.
El líder de Vox, Santiago Abascal, interviene en la sesión de control al Ejecutivo de este miércoles en el Congreso. | EFE

El Congreso ha dejado de ser Disneylandia para Pedro Sánchez y su mesnada caoba. Se percibe en el Palacio de las Cortes una especie de gravedad que, de un modo imparable, aleja a los socialistas del poder y atrae a éste al partido que, por increíble que parezca –ríete del Manual de resistencia–, lidera Cuca Gamarra en la Cámara Baja. Una pandemia cada vez más lejana, una guerra en Ucrania y una inflación disparada son gaseosa sin gas comparados con una ley chapucera que beneficia y saca del trullo a los violadores y con un exdiputado que, apoquinando con dinero público, se rodeaba de lumis y rendía inspirados homenajes nasales a Maradona. Este miércoles, mientras los peperos caminaban sobre las aguas, los socialistas se arrastraban por la Vía Dolorosa con una rodilla quebrada. Y la única muleta, el único salvavidas al que se ha agarrado el líder del Ejecutivo, se lo ha brindado Vox. Responde al nombre de Ramón Tamames.

Arrancó la sesión con Batet felicitando el día de la mujer de una forma seca, desganada, que no arrancó un solo aplauso a sus señorías. Gamarra desquició a Sánchez. Y lo gozó. Desconozco si es real eso de que un león es más peligroso cuando está herido; sí sé que el presidente disimula en vano su derrota y su debilidad cuando incurre en el berrido y en la exasperación. La portavoz del PP le dijo que "la mejor forma que tendría de celebrar el 8M es pedir perdón a las mujeres": "¿La mujer y la igualdad es una prioridad de su Gobierno?". Su interlocutor, como un gorila espalda plateada que se golpea el pecho, respondió que su Ejecutivo "sitúa el feminismo y la igualdad entre hombres y mujeres en el centro de su acción política". Entonces, mientras intervenía, se ahogó ligeramente. Se quedó sin aire. No lo pudo disimular.

Y Gamarra se relamió: "Con su espantada de ayer, no sabemos si quería votar ‘sí’ con su Gobierno o ‘no’ con su Gobierno". La portavoz popular sacó a relucir la Ley del sólo sí es sí, la Ley Trans y el caso del Tito Berni, en "el que están implicadas mujeres prostituidas". "La única prioridad de su Gobierno es la supervivencia política de un hombre: Pedro Sánchez", concluyó. El presidente, como el tiranosaurio que recorría San Diego en la segunda parte de Jurassic Park, atacó a dentelladas, desnortado y burdo: "Cuando hay un polizón, lo bajamos inmediatamente a tierra. Cuando me subo a un barco, lo primero que hago es comprobar quién es el patrón". Por supuesto, se refería a la famosa foto de Feijóo con el narco Marcial Dorado en un yate.

Santiago Abascal no estuvo mal, pero la moción ha transformado a su partido en el niño del que todos se ríen en clase y, al margen de que ese descojone esté justificado o no, en el mejor de los casos, Vox ha comenzado a inspirar lástima y piedad –lástima y piedad que desaparecen en cuanto sus lacayos mediáticos empiezan a hacer razias virtuales–. Y eso le anula, le convierte en el payaso que recibe los tartazos. Sacó a colación los "casi 800 criminales sexuales se han beneficiado por la ley que usted ha aprobado" –la del sólo sí es sí–, señaló que, "para su Gobierno, las mujeres valen menos que los animales" y recordó que cada vez hay "más mujeres agredidas sexualmente". "Váyase –remató–, porque usted se ha convertido en un peligro para las mujeres".

Sánchez, sobrado, como quitándose la caspa de las hombreras, le restregó la "formidable foto de los doce hombres sin piedad que presentaron la moción de censura" y se refirió, disfrutando el momento, a la entrevista del candidato Tamames en El País: "No parece que comulgue con sus posiciones extremistas". Su réplica la concluyó aludiendo a la gallardía del líder de Vox: "Habiéndose quitado del medio, muy valiente no parece ser". Venga, next.

Tras ventilarse a Abascal, creyó Sánchez en su remontada y, crecido, se burló de Sergio Sayas después de que el diputado por Navarra le preguntara si "le queda algún compromiso con los españoles sin incumplir". Respuesta del presidente: "Tener doble sesión de control por parte del PP no deja de ser llamativo". Y, cómo no, aludió al transfuguismo. Los suyos corearon un jo, jo, jo sonoro y rompieron a aplaudir. Sin embargo, el ex de UPN devolvió el bumerán y, como hiciera Gamarra –e, insisto, no Abascal–, desvencijó al líder del Ejecutivo: "Mis pactos ideológicos con el PP son naturales: los que tendría que explicar usted son los que tiene con golpistas y batasunos". Continuó cargando contra la Ley del sólo sí es sí, contra Irene Montero, se acordó del Tito Berni y, mientras Sánchez se ponía más rojo que Ana Mato en el cumpleaños de Charmander, finalizó con un: "Todo su Gobierno es una estafa piramidal". La defensa de Sánchez fue repetitiva e inútil.

Después, Joseba Agirretxea, del PNV, dijo que no utilizaría a las mujeres "para sus intereses políticos en su turno de pregunta". Más de uno pensamos que, en realidad, pretendía no ofender la memoria de Sabino Arana, aquel zumbao que decía que el baile agarrado era cosa de maquetos. José María Figaredo, el mejor de Vox este miércoles, enumeró ante María Jesús Montero los escándalos, no sólo de corrupción, que afectan al PSOE: los de Ximo Puig, el caso de los ERE, la ocultación de menores abusados en Baleares y en Valencia, los trenes que no caben por los túneles… "En definitiva, un desastre. Por favor, dimitan y convoquen elecciones ya". La ministra de Hacienda, por su parte, le afeó que fuera "sobrino de Rodrigo Rato". Por algún lado había que tirar, en fin. Hubo más preguntas sobre el Tito Berni, pero no se aportó nada reseñable. Marta Rosique, de ERC, lamentó las "relaciones sexoafectivas" de Rabocop con sus compañeras. ¡Maldito heteropatriarcado españolista, copó beneït!

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