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Javier Arias Borque

Las claves del envío de cazas a Ucrania: del sí de Polonia y Eslovaquia al no rotundo de España

Lo lógico sería dotar a Kiev de cazas soviéticos que sus pilotos ya saben manejar y, ante la escasez de estos, apostar por un único modelo occidental.

Lo lógico sería dotar a Kiev de cazas soviéticos que sus pilotos ya saben manejar y, ante la escasez de estos, apostar por un único modelo occidental.
Cola de un caza Mig29 de la Fuerza Aérea de Polonia | Pixabay

El debate sobre la transferencia de cazas al Gobierno de Kiev no es nuevo. Estuvo abierto y muy vivo durante las primeras semanas de la invasión rusa de Ucrania, pero los países aliados no se decidieron a dar el paso adelante. No estaba claro cuánto tiempo podría durar la resistencia de los ucranianos antes los invasores y se optó, en ese momento, por una ayuda que no incluyese material bélico pesado.

El pasado mes de septiembre, con el golpe sobre la mesa que Ucrania dio en el campo de batalla, el debate volvió a estar sobre la mesa. Volodimir Zelenski impulsó una campaña para recibir cazas occidentales F-16, un modelo polivalente de fácil mantenimiento pero muy buenas prestaciones, que está en servicio en algunos países europeos pero del que, sobre todo, Estados Unidos -fabricante del aparato- tiene un importante número de unidades en servicio.

Un debate que ha vuelto a estar sobre la mesa en las últimas semanas. Se debatió al mismo tiempo que el envío de carros de combate occidentales. Pero mientras los carros Leopardo o Leopardo 2, así como Abrams o Challenger, empezarán a llegar a los ucranianos en las próximas semanas, con la llegada de la primavera, los países aliados no dieron luz verde a la transferencia a Ucrania de cazas occidentales.

Esta semana algo ha cambiado, aunque con matices. Polonia anunció el jueves la transferencia de cazas a Ucrania. Se convertía así en el primer país aliado en hacerlo. De inicio cuatro unidades, pero podrían llegar a superar la veintena. Le ha seguido este viernes Eslovaquia, cuyo primer ministro ha anunciado el traspaso de 13 cazas, aunque según ha reconocido, no todos se encuentran en las mejores condiciones, por lo que tendrían que ser revisados por los mecánicos ucranianos.

El gran matiz que hay detrás estos anuncios es que se trata de viejos cazas Mig29 de fabricación soviética que quedan en los arsenales de estos países, herencia de su pasado comunista. Eso sí, son unas unidades que podrían ser utilizados con buena pericia por los pilotos ucranianos de manera inmediata, ya que este tipo de cazas han estado y siguen estando en servicio en la Fuerza Aérea de Ucrania. Los ucranianos también tienen la logística necesaria para repararlos.

Los ucranianos han pedido a Occidente cazas F-16, mucho más modernos que los Mig29, pero que harían necesario un reciclaje de sus pilotos de al menos seis meses -de forma muy intensiva- para que pudieran ser relativamente aprovechables. Y todo ese tiempo no garantizaría siquiera que luego, si se encontrasen en el aire con cazas rusos, tuviesen alguna opción real en un combate de tú a tú, o tuvieran suficiente pericia como para esquivar de forma exitosa a los sistemas antiaéreos rusos. Por no decir que no tienen línea logística para su reparación y tendrían que montarla de cero.

España es otro de los países que ha hablado este viernes sobre el posible envío de cazas a Ucrania. La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha sido muy tajante: "La posición de España ha sido siempre muy clara, nosotros no vamos a enviar aviones de combate. El presidente dijo en Kiev que nos abrimos a todas las posibilidades, pero los aviones específicamente que quiere Ucrania, España no los tiene".

Lo dicho por Robles es una realidad. España no tiene ni viejos cazas de fabricación soviética, como los que forman la Fuerza Aérea ucraniana, ni cazas norteamericanos F-16. El Ejército del Aire y del Espacio tiene actualmente algo más de 150 cazas de primer nivel -quitando los viejos F-5 Northrop de adiestramiento-. De ellos, algo más de 80 son F-18 Hornet y el resto, unos 70, son Eurofighter Typhoon. Los modelos de España son más caros y complicados de operar y mantener que los F-16.

La lógica diría que lo más práctico es donar a Ucrania aviones de combate que ya conoce y que sus pilotos ya controlan, como los Mig29 o Su24, Su25 y Su27, y que, ante la escasez de unidades de cazas de fabricación soviética entre los países de la OTAN -la gran mayoría están en un proceso de modernización de sus fuerzas aéreas- se apostase por un único caza de fabricación occidental, para acelerar la formación de pilotos y mecánicos y tener que crear una única cadena logística. Y que, además, fuera lo más barato posible de operar y mantener.

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