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Enrique Navarro

"El factor 2": las capacidades militares que España necesita

Ni podemos depender en exclusiva de Estados Unidos, ni podemos proveer seguridad en nuestro entorno geoestratégico en las condiciones actuales

Ni podemos depender en exclusiva de Estados Unidos, ni podemos proveer seguridad en nuestro entorno geoestratégico en las condiciones actuales
Carro de combate Leopardo 2E de Ejército de Tierra durante el ejercicio Toro 2022. | Flickr Ejército de Tierra

En los últimos meses estamos asistiendo a un vertiginoso proceso de rearme en todo el mundo, especialmente en Occidente. Es la respuesta necesaria al intensivo y largo periodo de modernización de las capacidades militares de China, Rusia y de sus aliados en todo el mundo.

La dinámica de conflicto se ha apoderado de todos y los constantes hackeos, ciberataques, scrambles, fake news, acuerdos secretos de suministro de material militar, las constante violaciones de los embargos internacionales, las pruebas nucleares, y el retorno de la violencia a lugares que parecían pacificados en las últimas décadas de Europa Occidental, demuestran una tendencia hacia el abismo que de momento no presenta signos de debilitamiento. La decisión de Canadá anunciada estos días de adquirir ocho submarinos para proteger un nuevo e inédito escenario de conflicto que se abre con el deshielo en el Ártico, es solo un botón de muestra de lo que está aconteciendo en el mundo actual.

La visita de Macron a China y sus declaraciones no deben tampoco caer en saco roto. Europa necesita autonomía estratégica; esto no significa independencia o romper la vital conexión con Estados Unidos, Canadá, Australia y otros aliados; pero es una señal de alerta. Ni podemos depender en exclusiva de Estados Unidos, donde las posturas sobre la política internacional están muy dispares entre los dos partidos, ni estamos en condiciones de proveer seguridad en nuestro entorno geoestratégico en las condiciones actuales.

Para cooperar con Estados Unidos, lo que es irrenunciable, necesitamos incrementar nuestras capacidades militares, industriales y tecnológicas, y esto solo es posible fomentando la cooperación transatlántica. La guerra de Ucrania nos ha mostrado, una vez más, el compromiso norteamericano con la seguridad de Europa y no es inteligente ni consecuente negar esta evidencia y actuar en contra de la lógica de los hechos.

La consecuencia es clara, Europa necesita dar pasos de gigante en seguridad para coadyuvar a debilitar la actual dinámica, en primer lugar, y en segundo lugar, para garantizar una ventaja militar en los distintos escenarios a los que los europeos podemos enfrentarnos.

Algunos países de Europa ya han tomado medidas rápidas y muy significativas y otros van mucho más despacio, pero podemos concluir que existe un consenso entre todos los europeos de que la política de gasto en defensa debe variar radicalmente para garantizar nuestro sistema político, económico y de valores.

¿Y qué debería hacer España?

Primero, mirar hacia nuestras áreas críticas. Con independencia del acercamiento reciente a Marruecos, existe la sensación de que todo el escenario creado al sur del Estrecho es muy inestable, y que las posiciones podrían variar significativamente con un pequeño detonante.

España debe proteger y mantener la superioridad en el eje "Canarias Estrecho Baleares". La presencia de buques rusos cruzando el Estrecho para apoyar las operaciones en el Mediterráneo Oriental y Mar Negro, los petroleros rusos saltándose el embargo en el Mar de Alborán, el incremento de las capacidades militares en la orilla sur del Mediterráneo, los cambios políticos en el Magreb y en el Sahel y la incesante inmigración ilegal promovida por mafias que no son perseguidas adecuadamente en sus países de origen, son circunstancias que nos abocan a un impulso a nuestras capacidades militares para recuperar la superioridad estratégica que tuvimos en el siglo pasado, cuando todos nuestros vecinos eran irrelevantes en materia de defensa.

El factor 2

A mi juicio, España necesita lo que denomino el factor 2 y que por supuesto es solo una tormenta de ideas coherente con mi análisis.

Doscientos mil hombres en las fuerzas armadas incluyendo una reserva regular, lo que supondría un ratio de efectivos sobre población y territorio más conforme a los estándares europeos. Esto supondría incrementar la reserva en unos 60.000 efectivos respecto del número actual, para garantizar niveles de rotación, capacidad de despliegue y sobre todo disponer de un ejército regular similar en efectivos a nuestros vecinos.

Veinte mil millones de presupuesto de defensa en condiciones constantes. Ni siquiera es el 2% del PIB, pero debemos garantizar para las próximas dos décadas un presupuesto constante en Euros de 2023 de este importe, que permita dedicar un 50% del mismo a modernización, mantenimiento e I+D.

Dos mil vehículos de combate entre carros de combate, vehículos sobre cadenas y sobre ruedas 8x8 con potencia de fuego y los más altos niveles de protección balística. Esto implicaría la modernización de los 219 carros Leopardo 2E; la incorporación de los VCR, unas mil unidades y el urgente lanzamiento del Vehículo de Apoyo de Cadenas para reemplazar la flota de mil M-113 que tiene más de cincuenta años. Este capacidad debe ir apoyada por artillería autopropulsada que también data de la ayuda norteamericana, un sistema lanzacohetes que reemplace al obsoleto Teruel y la renovación de la defensa antiaérea, y potenciando la defensa de costa en el Estrecho con más capacidad artillera y de misiles.

Doscientos aviones de combate de última generación. España necesita completar su actual flota de Eurofighter con un avión cazabombardero tradicional y con capacidades primarias de apoyo al combate en tierra. El F-35 seguramente es el candidato idóneo, ya que permitiría reemplazar en su versión naval al AV8-B Plus que está al final de su vida operativa. Si mantenemos que el eje entre los archipiélagos es básico para nuestra defensa, la capacidad de proyección aérea desde el mar es una necesidad imperiosa.

Veinte buques de combate principales entre fragatas y submarinos. La Armada para cumplir con los retos debería disponer de seis submarinos S-80 para garantizar una disponibilidad permanente de cuatro unidades y 14 fragatas, entre las cinco unidades F-100, 5 unidades F-110 y cuatro de una nueva generación que incorpore las más modernas tecnologías que equiparán a las nuevas generaciones de buques norteamericanos de la clase DDG (x) que incorporan muchas sinergias con nuestras fragatas F-110

Finalmente, 2 portaaeronaves polivalentes, capacidad que pasaría por un nuevo LHD sobre el que puedan operar F-35, SH-60; Tigre y Chinook para distintas configuraciones.

Todo esto no tendría ningún sentido ni futuro si no se hiciera de la mano de la industria española de defensa, que tiene capacidades suficientes para satisfacer una gran parte de estas necesidades y que debe tener un papel catalizador en las adquisiciones que necesariamente deban hacerse fuera para que el retorno de la inversión en España sea atractivo cuantitativa y cualitativamente.

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