
Si algo caracteriza al comunismo, y nunca se repetirá bastante, es la absoluta indiferencia por sus víctimas. Antes de Lenin, en Marx, Bakunin o Netchaev, la indiferencia ante los huérfanos y las viudas que provocaban sus asesinatos se justificaba por su carácter "de clase". Como se mataba para salvar a la clase obrera y, con ella, a la Humanidad, todo sacrificio era justificable. Sacrificar a quien no quería ser sacrificado se justificaba por los que se sacrificaban voluntariamente. La sangre enaltecía la Revolución.
Cuando Lenin toma el Poder y el Estado se identifica con el terror, el carácter masivo de masacres, purgas y hambrunas hacen escandalosamente patente el dolor concreto que produce una política abstracta. No sólo por sus crímenes, cuando asesinan a los militantes obreros de otros partidos, sino por sus errores, como las hambrunas que la requisa masiva de grano provoca en la gente más humilde: cinco millones de muertos de hambre. Entonces es cuando Lenin erige como doctrina la insensibilidad ante el dolor ajeno. Y rechaza la ayuda exterior para no perjudicar la imagen de la revolución, concepto abstracto al que sacrifica millones de vidas concretas. La insensibilidad ante el dolor ajeno se convierte en mérito bolchevique.
Montero se entristece por Montero
Nada sustancial ha cambiado desde entonces. Si más de cien millones de muertos no cambian la valoración de esa ideología en los comunistas de hoy, nada lo hará. Es difícil asumir que en un país donde se vive bien, gente que se viste y come lo mismo que nosotros, pero que es comunista, es del todo indiferente al dolor humano. Y en especial al dolor humano que ellos provocan y dicen remediar.
Esa tara moral nunca se ha exhibido tan obscenamente como cuando Irene Montero, tras la votación de la reforma de su Ley subió a la tribuna a gimotear que era "su día más triste como ministra". Casi mil violadores, pederastas y agresores sexuales en la calle, tres mil esperando en la puerta, y ella no estaba triste por las mujeres violadas, los niños abusados, las víctimas que nunca lo habrían sido si a sus agresores no los suelta la Ley de marras. Hace falta un carácter muy especial para demostrar semejante egoísmo, sólo superado por su injustificada vanidad, porque su aplastante derrota parlamentaria, dijo, era de todas las feministas de la Cámara y de toda España. Ella, Montero, es todas las demás. Las demás, a su lado, nada.
No iba a salir ninguno, dijo
Lo propiamente comunista no es, como creen algunos, el sadismo, el disfrute con el sufrimiento ajeno, sino la indiferencia al dolor de los demás. También el moral, de ahí las campañas de difamación personal contra sus enemigos. Y como todo lo que se hace tiene una razón ideológica, lo que la realidad revele sobre sus efectos, en el Gobierno o en la Oposición, da exactamente igual. Si el Partido no cambia la estrategia, todo se mantiene igual, caiga quien caiga, dentro o fuera del partido. Sobre todo, fuera de él.
Montero, Belarra y Yolanda son exactamente igual de comunistas. Y perpetraron una ley que obedece a sus delirios de género, aceptados por el Gobierno en pleno y su cohorte de aliados. Nunca la Oposición de verdad (Ciudadanos dejó de serlo al votar el engendro) fue tan unánime, nunca el CGPJ fue tan claro, nunca las asociaciones profesionales y los medios de comunicación no genuflexos fueron tan vehementes avisando de su efecto. A Montero y los demás les dio exactamente igual. "No habrá una sola reducción de condenas" aseguró en noviembre. "Es propaganda machista". Luego dijo que la ley estaba bien, pero los jueces fachas la aplicaban mal. Y a ese coro se sumaron Rosell, Pam, Belarra y demás cuchipandi. Pero eso contradecía evidentemente lo anterior, que no habría excarcelaciones. Y al final, sólo por las encuestas de voto, los mismos que defendieron la Ley, con Sánchez al frente dieron marcha atrás insultando al PP por ayudarlos.
La ley era de Sánchez y muchos más
Ayer recordaba Javier Somalo la defensa de Sánchez. La Ley, dijo:
"Tiene el único cometido de reforzar la seguridad de las mujeres y garantizar que ninguna víctima sea cuestionada. Tiene un recorrido larguísimo y es un hito muy importante. El Gobierno no va a descansar ni un segundo para proteger a las mujeres y para defender sus derechos". (…) "La ley persigue cualquier tipo de delito sexual como una agresión sexual para que haya condenas más agravadas, penas más agravadas. Esta es la voluntad tanto del poder ejecutivo como del poder legislativo. Además, es una gran conquista del movimiento feminista en nuestro país, una ley de vanguardia que va a inspirar otras muchas leyes en el mundo, estoy convencido de ello".
Sánchez es, como buen psicópata, perfectamente comunista. Le dio lo mismo, a él y a su Gobierno, y a sus aliados, y a sus medios apesebrados, la suelta de violadores y pederastas inmediatamente después de que la Ley se promulgarse. Pachi López llegó a decir, o rebuznar, que se hacía otra ley para devolverlos a la cárcel "y ya está". En todos ellos hemos podido ver la indiferencia ante el sufrimiento ajeno. Yolanda "Sentimientos" ha sido tan indiferente como Montero, por algo es también comunista. Y no se verá en ningún medio alineado con el Gobierno un mínimo gesto de preocupación por el sufrimiento de las mujeres violadas y los niños abusados que se está produciendo ya y se producirá durante años de forma tan terrible como evitable. Estamos ante un régimen, el de Sánchez y Pumpido, que sólo obedece a criterios ideológicos de extrema izquierda. Una ideología que siempre se ha caracterizado por negar la realidad, por elocuente que sea.
Los violadores pueden impartir cursos
Montero exhibió un narcisismo leninista de cartón, o sea, de Iglesias, ese día que algunos llamaron de su derrota. Yo no la vi en absoluto. Ni ha dimitido, ni la han echado del Gobierno, ni ha pedido perdón a las víctimas futuras, ni ha reconocido su error. Le falta ir a las puertas de las cárceles a felicitar a violadores y pederastas excarcelados gracias a su Ley. Y no digo que no acabe haciéndolo, en defensa del derecho no punitivo. Total, si no hay sedición ni malversación, si la memoria oficial de España la marca la ETA y si la propiedad de la vivienda es casi un delito, los violadores de Irene, libres gracias a su ley, pueden impartir talleres de educación sexual y grabar vídeos para Pam. Aquí ya cabe absolutamente todo, que Pumpido lo legalizará.