
Contando con configuración de fuerzas políticas en la cobarde Europa actual, cualquier reivindicación de alguno de sus miembros que tenga apariencia "verdosa" tiene las máximas opciones de convertirse en aplastante condena para el supuesto infractor, no exenta claro está de las correspondientes multas cuantiosas; que Europa cuida sus arcas con solicitud apremiante.
En el caso de los gritos de alarma socialista ante el supuesto desastre ecológico que el PP de Moreno Bonilla pretende llevar a cabo mediante la "legalización de lo alegal", estaba claro que la ira alemana, y por extensión europea, caería sobre el Gobierno de Andalucía y daría oxígeno al tambaleante gobierno socialista que, como los peces en el barro, chapotea intentando salvarse del previsible desastre en las urnas.
Europa desconoce el medio ambiente español
Así se ha demostrado en numerosas ocasiones y la razón es obvia: la riqueza ambiental, la diversidad de ecosistemas, las peculiaridades de la cabaña ganadera y de las variedades agrícolas de España "le vienen grandes" a la mayoría de los políticos que teorizan en sus ratos libres entre cierres de centrales nucleares, enredos con el comercio de combustibles y demás temas que nada tienen que ver con el campo, y menos con el campo español.
¿Qué decir de la famosa PAC, que no distingue entre variedades autóctonas ganaderas como el toro bravo y gigantes bovinos del norte, de muy diferentes condiciones ecológicas y zootécnicas?
Si hubiéramos dado alas a la PAC, los encastes ancestrales del toro de lidia se hubieran extinguido con las gestiones programadas por Europa para cualquiera de las epidemias que sus "expertos" tratan de combatir mediante el sacrificio masivo.
Hace poco tuve noticia de que algunas explotaciones cacereñas de cerdo ibérico que crían en las condiciones de máximo bienestar animal, tenían problemas con los inspectores comunitarios sobre las charcas en las que el ganado se refresca, para las que se pedía la construcción de costosos fondos de hormigón ignorando que las arcillas de estas zonas extremeñas son absolutamente impermeables.
La casuística es inagotable en ejemplos de incomprensión europea sobre las particularidades españolas, y no sólo en materia ambiental, como tantas veces se ha demostrado.
Las primeras decisiones europeas sobre las denuncias socialistas en torno a la presunta desecación de las marismas de Doñana por sobreexplotación de los acuíferos de la llamada "corona de Doñana", son tajantes como cabía esperar, o ¿qué creía Moreno Bonilla que ocurriría cuando planteó la legalización de cultivos en plena época preelectoral?
Agita el PSOE el fantasma del 155, de ese mismo 155 que no se emplea para permitir a los niños que quieren estudiar castellano en Cataluña. A los biólogos españoles nos encantan los patos, los martinetes, los calamones, los gansos (aviares), las garcetas y el resto de la avifauna, pero más todavía nos importan los derechos de los humanos. En definitiva, ¿qué hacemos ahora con los agricultores del entorno de Doñana?
¿Exprópiense?
Mal iríamos por el camino de cerrar pozos y expropiar cultivos en la corona de Doñana; convertiríamos así el Parque en un entorno odiado por quienes tienen mucha más responsabilidad en su mantenimiento que los teóricos ambientales europeos, legos en muchos detalles sobre las particularidades de la ecología ibérica.
Antes de dejar a los líderes ambientales del socialismo español que sigan disfrutando con los apoyos recibidos desde Europa, habría que hacer inmediatamente algunas preguntas de apremiante actualidad; la primera de todas es: ¿por qué razones el Gobierno socialista abandonó el plan de obras urgentes para la salvación de la marisma de Doñana que comprendía, entre otras, los trasvases desde cuencas fluviales más o menos próximas? Esta sería una interesantísima cuestión que sin duda motivaría la preocupación máxima entre los diputados europeos.
Pero una vez que nos hemos lamentado de la incomprensión con que Europa ha interpretado en numerosa ocasiones los problemas ambientales españoles, en esto caso procede exculparla.
En efecto procede exculparla a la vista del enfado del comisario europeo de Medio Ambiente por la premura e indiscreción con que por parte del Ministerio español se ha esgrimido como arma el presunto apoyo europeo a la postura del PP referente a la legalización de los regadíos en la Corona de Doñana. Parece que la indiscreción socialista ha utilizado con fines electoralistas lo que no eran censuras definitivas, y esto podría ser muy grave.
Pero volviendo a la inacción socialista, hay que pedir responsabilidades por tantos años de desidia sobre Doñana mientras gobernaba Andalucía. Los proyectos sobre obras "urgentes", como trasvases y desaladoras, se eternizaban sin ejecutarse, y finalmente se desechaban.
Entre tanto continuaban las extracciones de aguas con pozos ilegales e instalación de cultivos en tierras de poca o ninguna calificación legal como consecuencia de los intentos de salir de la miseria por parte de los cultivadores que veían en la fresa su último recurso de salvación.
Moreno Bonilla ha heredado una patata caliente y ahora tendrá que tomar decisiones importantes; la expropiación bolivariana no puede ser la solución. Hay que salvar Doñana y su entorno, pero la salvación tiene necesariamente que contemplar como principal actor al hombre, después al pato, y desde luego, sobra el patoso.
Miguel del Pino, catedrático de Ciencias Naturales