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Pedro Gil Ruiz

Irene Montero y el retorno de Wilhelm Reich

El lenguaje y el control de la educación sexual de la infancia tienen un papel estratégico para alterar el orden social.

El lenguaje y el control de la educación sexual de la infancia tienen un papel estratégico para alterar el orden social.
La ministra de Igualdad, Irene Montero | EFE

Cuando Irene Montero afirmó enfáticamente que todos los niños, las niñas y les niñes (que según la ministra son los que dudan si pedirse niña o niño) "tienen derecho a que ningún adulto pueda tocar su cuerpo si ellos no quieren y a tener relaciones sexuales con quien les dé la gana", la ministra se asombró de que la acusaran de relativizar la pederastia y de que algunos partidos políticos pidieran su dimisión. Fue el 21 de septiembre del pasado año y comparecía en la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados.

No tardó el secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, en afirmar, condescendiente, que no creía "que la ministra de Igualdad defendiera en esas declaraciones que los niños puedan mantener relaciones sexuales y demás". Fue el único que salió a templar gaitas y todavía estará preguntándose por qué lo hizo. Pero la ministra, erre que erre. A los dos meses, en noviembre de 2022, en la XV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, Montero reiteraba que "los niños, las niñas y les niñes tienen derecho a saber que sus cuerpos son válidos… que pueden amar a quien quieran y pueden tener sexo con quien quieran".

Esto no son Irenadas. Las responsables del Ministerio de Igualdad persiguen el objetivo de alterar el orden social. El lenguaje y el control de la educación sexual de la infancia tienen un papel estratégico: "La historia de la formación de las ideologías demuestra que todo sistema social, de manera consciente o no, utiliza la influencia sobre los niños para fijar sus anclas en la estructura humana. En la sociedad matriarcal, fundada sobre el orden social del comunismo primitivo, los niños gozan de completa libertad sexual… el niño no es forzado por ninguna regla a la adopción de una forma de vida sexual prefijada. La sexualidad libre del niño es una sólida base de estructura para su adaptación voluntaria a la colectividad y para la disciplina voluntaria del trabajo". (Wilhelm Reich, La sexualidad en el combate cultural, 1945).

Miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, apoyado por Freud y militante del Partido Comunista Alemán, Reich (fallecido el 3 de noviembre de 1957 en la penitenciaria de Lewisburg, en Pennsylvania, donde cumplía condena por contumacia criminal fraudulenta y seguía un tratamiento psiquiátrico por conducta paranoide) ha retornado como el inductor teórico de "algunos de los más agudos delirios de nuestra época de crisis, recuperado por una mezcla de trotskistas y gauchistes de diversas tendencias, del brazo de la industria pornográfica", escribía el historiador argentino Enrique Díaz Araujo.

La ministra Montero hace esas declaraciones sobre la libertad del niño, en el contexto de su educación sexual, seguramente convencida como Reich, y de obediencia comunista como él, de que "todo lo que actualmente se llama moral o ética está, sin excepción, al servicio de la opresión de la humanidad trabajadora" y que su misión es subvertirla.

Recientemente, en este propósito de crear confusión y desorden moral, Irene, Pam y las alegres comadres de Igualdad, han encontrado un inesperado compañero de viaje. En 2018, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA), la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos y la Comisión Internacional de Juristas (ICJ), convocaron una reunión de expertos con el propósito de fijar el papel de los juristas ante el impacto perjudicial de las leyes penales que proscriben la salud y los derechos sexuales y reproductivos. Los resultados de ese encargo se han conocido recientemente y son muy alentadores… para que el delito de pederastia siga el mismo camino que el de malversación o sedición, si hay consentimiento del menor.

El informe redactado por la ICJ, un selecto grupo de wokes y publicado el pasado mes de marzo, tiene el pomposo título de Los Principios del 8 de marzo para un enfoque del derecho penal basado en los derechos humanos. Compuesto por 21 despropósitos que llaman Principios, el número 18, Orientación sexual, identidad de género y expresión de género, ‘desbarra’ así: "Con respecto a la aplicación del derecho penal, cualquier edad mínima prescrita para el consentimiento sexual debe aplicarse de manera no discriminatoria… Además, la conducta sexual en la que participen personas por debajo de la edad mínima de consentimiento sexual puede ser consentida de hecho, si no de derecho. En este contexto, la aplicación del derecho penal debe reflejar los derechos y la capacidad de las personas menores de 18 años para tomar decisiones sobre la participación en conductas sexuales consentidas y su derecho a ser escuchadas en los asuntos que les conciernen".

Traducido: "Los niños, las niñas y les niñes tienen derecho a tener sexo con quien quieran y, además, deben ser escuchados. El adulto, si lo hubiera, no delinque". Ya sabes Argüello, "si te sofocas, ¡tómalo con seltz!" y mientras, espera a la nueva campaña de Barroso sobre la pederastia en la Iglesia ¡Quién te manda meterte a abogado del diablo!

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