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EDITORIAL

Melilla, el fraude electoral y el peligro marroquí

Los partidos favorables a la unidad de España y a la democracia deberían dar un paso al frente para revertir la deriva hacia Marruecos de Ceuta y Melilla.

El escándalo de la compra de votos en Melilla es de proporciones descomunales. La práctica, importada de Marruecos, de intentar "influir" en el voto es muy antigua en la ciudad española, pero esta vez se les ha ido tanto la mano que el fraude ha llamado poderosamente la atención en la península. En 2021 el Tribunal Supremo ratificó la condena por compra de votos impuesta en 2018 por la Audiencia de Málaga a los principales dirigentes del PSOE y de Coalición por Melilla, el partido islamista vinculado tradicionalmente con la izquierda, del PSOE a Izquierda Unida y sus derivados. El fraude y la condena no abrieron los telediarios.

Desde una perspectiva meramente electoral puede que Melilla no parezca gran cosa. Unos sesenta mil melillenses están llamados a las urnas en las elecciones a la Asamblea de Melilla de este 28 de mayo. Y alrededor de un veinte por ciento ha solicitado votar por correo. En su gran mayoría, según los indicios recabados en la investigación, han vendido su voto a cambio de unos cien euros de media o de un puesto de trabajo en el bolsín para los parados de larga duración. Toda Melilla sabe cómo funciona el procedimiento y quién está detrás del fraude.

También en toda Melilla se sabe que la ciudad está en un lamentable estado de abandono por parte del Gobierno de España, cuyo presidente, Pedro Sánchez, debería aclarar si sus acuerdos secretos con Rabat incluyen la entrega paulatina de Ceuta y Melilla al país vecino. Por mucho que la ministra de Defensa, Margarita Robles, haya declarado que Ceuta y Melilla no corren peligro, ambas ciudades están cada día más cerca de pertenecer al reino de Marruecos que al de España.

El escándalo electoral en Melilla, la alargada sombra de Marruecos sobre el PSOE y sobre Coalición por Melilla, partido abiertamente favorable a la entrega de la ciudad, el agudo deterioro de la situación social, la pobreza estructural, la presión demográfica, diplomática y militar marroquí son algunos de los factores que conspiran en contra del futuro en democracia y dentro de la Nación de los enclaves españoles en el norte de África.

La población española de Ceuta y Melilla está cansada de pedir ayuda a la península, de reclamar protección, seguridad y servicios equiparables a los del resto de España. La respuesta que les llega de Madrid es la inquietante agenda de Sánchez con Mohamed VI. Nadie más interesado que las autoridades marroquíes en la degradación de Ceuta y Melilla, en su definitiva conversión en ciudades auténticamente africanas en los peores sentidos posibles, puntos fronterizos con altísimos índices de pobreza, delincuencia, inseguridad, desempleo y absoluta inestabilidad. Parece que la intención oficial fuera la de resolver el caso de ambas ciudades por la vía de hacerlas insoportables para sus ciudadanos y absolutamente prescindibles por sus terribles problemáticas. Y todo ello hasta el punto de que su entrega a Marruecos parezca una solución plausible.

Las dimensiones y repercusiones del fraude electoral en curso en Melilla deberían servir para que los partidos favorables a la unidad de España, a la democracia y a las leyes emanadas de la Constitución dieran un paso al frente para tratar de revertir la más que inquietante deriva hacia Marruecos de Ceuta y Melilla.

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