
Tengo para mí que Dios ha venido a vernos a España con motivo de esta campaña electoral de la mano de Otegui, Marlaska, Griñán y Mohamed VI, por dejarlo aquí, que hay más. Si hace una semana, Otegui y sus encapuchados de las listas de Bildu reventaba la campaña electoral de un Pedro Sánchez, que nos daba dos euros a los pensionistas para ir al cine –qué grande es…el cine—, y nos repromete de todo en mayo de 2023 sin explicar por qué ha esperado tres años y medio para darse cuenta de tantas necesidades, ahora llega Marlaska y llena las botas blancas de Vinicius de votos para el PP de Ayuso, el Vox de Abascal e incluso el Cs de Begoña Villacís. Y del salón en el ángulo oscuro, véese a Mohamed VI y a José Antonio Griñán, que labran votos, anticipados también, para la derecha, en estos comicios y en los generales. Me explicaré.
Como lo de Otegui está más claro que el agua, empezaré por lo del odio, que dice el Ministerio del Interior de Marlaska, el de Sánchez —dicen que hubo otro antes—, que es un delito consistente en "cualquier infracción penal contra las personas o sus propiedades" cuando la víctima se "elige por su, real o percibida, conexión, simpatía, apoyo o pertenencia a un grupo basado en una característica común de sus miembros" como pueden ser "la raza, el origen nacional o étnico, el lenguaje, el color, la religión, el sexo, la edad, la discapacidad intelectual o física, la orientación sexual u otro factor similar". Clavado, vamos.
O sea, llega Vinicius Jr a las puertas del Estadio del Valencia CF en el autobús de los merengues y le están esperando delincuentes organizados, odiantes y odiosos, con la cantinela del "mono" antes de que comenzase el partido y dentro le cantan "tonto". Pero el malvado es el brasileño.
Marlaska, que es juez, no se ha enterado de que tiene entre las manos un delito de odio de libro. También ha tardado en comprenderlo el Real Madrid, dígase todo, y, cómo no, la Fiscalía General de Pedro Sánchez. Lo que pasa es que el ministro, alarmado por su incompetencia contraelectoral, se ha puesto a detener ahora a los racistas odiadores (cuando los ataques a Vinicius vienen de muy lejos, con muñeco colgado al estilo "frente-atlético" Ku Klux Klan incluido y destacadamente en el eje Cataluña, Valencia y Baleares desde hace al menos dos años, vayan a la hemeroteca).
Lo que son las cosas, resulta que Marlaska tiene un chiringuito para luchar contra el odio racista en su Ministerio. Se llama Oficina Nacional de Lucha contra los Delitos de Odio, que depende de la Dirección General de Coordinación y Estudios, que cuelga de su Secretaría de Estado de Seguridad en la que manda Rafael Pérez Ruiz, que ha sido magistrado en Almadén (Ciudad Real), Montoro y Córdoba. ¿Y qué hace esta Oficina? Pues dudo de que exista como entidad, pero ha publicado una Encuesta sobre Delitos de Odio en 2021. No me digan que no es curioso que no se hayan enterado de lo de Vinicius. Votos para el Madrid (y la España) del PP, Ciudadanos y Vox.
Sin salir de Marlaska pero llegando a Mohamed VI, están las elecciones a la ciudad autónoma de Melilla, donde se ha vuelto a producir un intento de fraude electoral. Ya hubo un caso anterior, perpetrado por el PSOE y Coalición por Melilla (escisión del sector musulmán del PSOE melillense), juzgado y condenado. Y Correos, el de Sánchez, de por medio con 11.000 votos en entredicho, que valen nada menos que 11 asientos en el gobierno municipal sobre un total de 25. Gran patada a la urnas. Como ven, Vox y PP, de enhorabuena.
Y nos queda José Antonio Griñán, un agente encubierto de la derecha nacional que no saca ni la patita porque está esperando a meterla del todo en las próximas elecciones generales cuando nuestro Don Pumpido, si no hay otro remedio, haga lo que tiene que hacer, a saber, encargar el lavado y centrifugado final del caso ERE dejando libre a los encarcelados por ahora. Ya se verá si el encalado judicial es total o parcial. Pero como la gente no es tonta y vigila, olisquear este fétido detergente va a ayudar a decidir mucho voto a favor de la derecha en estas elecciones antes de confirmarse definitivamente en las generales de fin de año, si es que se convocan.
Este es el Informe para la Academia (electoral) que presenta este simio que firma dejando constancia de que los monos somos Kafka y yo, y nadie más. Los demás mencionados son demasiado humanos, cierto que unos más que otros. Lo demuestran irrefutablemente trabajando contra sus intereses, esto es, trabajando para la derecha. Ole. Lo veremos el domingo de la gran noche.