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Federico Jiménez Losantos

Archipiélago Lambán o el eólico panzón de la corrupción de Aragón

Hoy se vota en Aragón el cierre del Archipiélago Lambán, que convertirá a Teruel en un paraje a cuyo lado Laponia parecerá Nueva Delhi en domingo.

Hoy se vota en Aragón el cierre del Archipiélago Lambán, que convertirá a Teruel en un paraje a cuyo lado Laponia parecerá Nueva Delhi en domingo.
La brutal red a la que Lambán ha dado el negocio eólico y solar: 850 sociedades tocadas por los Samper y Sumelzo. | Libertad Digital

Desde hace más de un año, el grupo Libertad Digital ha venido publicando abundantísimos datos sobre la corrupción en torno a las llamadas energías renovables, que en nombre del famoso cambio climático están destrozando de manera irreversible el medio ambiente y el paisaje de Aragón en general, el de Teruel en particular, y, muy especialmente, el hermosísimo de los Montes Universales, donde nací y me crie.

Hace un año, en la entrega de los premios Henneo que generosamente me concedió el Heraldo de Aragón, tuve ocasión de tropezarme con los autores de ese crimen de lesa región, de lesa estética y de lesa corrupción. El presidente de Aragón, Javier Lambán, se levantó cuando yo iba a empezar mi discurso, con la cobardía y la mala educación del que teme que le digan lo que merece; y al final se me vino encima la mole de Fernando Samper, Fernando Sol S.L. en Forestalia, ese universo societario mediante el que Lambán está destrozando Aragón, que, sin su paisaje, será una pila de Duracell en el desierto sin siquiera conejito.

La Siberia desertizada y corrupta de Lambán

El Archipiélago Gulag, de Solzhenitsyn, uno de los libros más importantes de la historia de la literatura, describe en clave de humor negro, a lo Gogol, lo que en Francia llamaron el "universo concentracionario" de la URSS. Es exactamente eso, un montón de islas, autónomas pero conectadas entre sí, cuya tarea es la destrucción de la libertad y la vida de los anticomunistas, o, simplemente, de los que estorbaban a los comunistas en un momento dado. La semana pasada recordaba Javier Somalo el pasaje esencial, el del

"Artículo 58, grande, capaz, copioso y vertebrado, diverso y ubicuamente devastador, un artículo al que el mundo se le quedaba chico, no tanto por la formulación de sus puntos cuanto por su amplia y dialéctica interpretación. ¿Quién de nosotros no ha experimentado en carne propia su abrazo que lo abarca todo? En verdad, no hay bajo los cielos hecho, intención, acción u omisión que no pueda ser castigado por la mano implacable del Artículo Cincuenta y Ocho. Hubiera sido imposible formularlo de un modo tan amplio, pero sí resultó posible interpretarlo de este amplio modo".

Su función no era legal, porque el comunismo no cree en la Ley: "de lo aquí se trata no es de la culpabilidad personal sino de la peligrosidad social: a un inocente se le puede encerrar si es socialmente adverso, lo mismo que a un culpable se le puede soltar si es socialmente afín…".

Eso es lo que Lenin pidió a Steinberg, primer Comisario de Justicia de la URSS, que pudo escapar salvando su pellejo y escribió Cuando fui comisario del pueblo, que se publicó en español antes de la guerra civil, perseguida doctrinalmente por el comunismo –"convertir la lucha de clases en guerra revolucionaria y la guerra revolucionaria en la guerra civil"- que en Rusia ganaron los rojos y en España acabaron ganando los blancos.

¿Qué tiene que ver esto con la España actual? Todo. Como ayer decía en Libertad Digital Miguel Henrique Otero, director de El Nacional de Venezuela, "el nuevo comunismo implanta sus dictaduras tomando primero el Tribunal Constitucional". Y Pumpido no es Steinberg. Un Vichinski que ascendió.

Los Samper y los Sumelzo

¿Y qué tiene que ver esto con Aragón? Absolutamente todo. Cuando el Obelix de Lambán me dijo "pídeme lo que quieras" y yo le contesté "de ti no quiero nada, que quites tus putos molinillos de mi pueblo", Samper me dijo, muy seguro de su poder: "Mientras sea legal, los pondré". Como que la Ley se la alfombraba Lambán, y en Madrid se la aseguraba Susana Sumelzo la íntima amiga de Sánchez.

Esa es la novedad del extraordinario trabajo de investigación de Carlos Cuesta: las familias Samper y Sumelzo, ambas a la sombra de Lambán, se ha repartido prácticamente todas las concesiones eólicas y solares de Aragón, para vendérselas a empresas de verdad. Si las de los Sumelzo pasan de veinte, y se quedaron en lo solar, las de los Samper, que se van centrando en los molinazos eólicos sin desdeñar del todo lo solar, son 850, y cada una nace e hiberna para un solo concurso. Eso supone tres o cuatro políticos por proyecto, que entre la región, las diputaciones y los ayuntamientos no bajarán de mil, si no llegan a dos mil.

La enorme esfera de Forestalia en el mapa de Libertad Digital es como la biota, el kilo y medio de microbios, bacterias y virus que dentro de la tripa combaten ferozmente y se equilibran para que actúe el llamado segundo cerebro del humano, que es el vientre. En clave política, puede decirse sin temor a errar que es el primer cerebro de muchos, para algunos, el único. Llenar la andorga y adelante; "ande yo caliente y ríase la gente".

El eólico panzón de la corrupción

Es evidente la semejanza del monstruoso volumen societario de Forestalia con el tripón de Fernando Samper, llamado "Fernando Sol S.L." en el centro de su imperio, como Luis XIV se dejó llamar "El Rey Sol" de Francia, porque todo lo iluminaba y a cualquiera podía dejarlo en tinieblas. ¿A cuántos bolsillos habrá llevado el calor del sobresueldo, el dinero fácil de la prevaricación administrativa, contando con la aquiescencia de arriba? Adquirió los servicios de la consejería de Medio Ambiente, sin dejar de controlar los concursos que desde ahí se arbitraban al modo Negreira. Se hizo con el control del Inaga, según han denunciado, bastante tarde, los mismos funcionarios, cuyos informes no servían para nada. El famoso de los "pájaros en llamas" que queman el monte tras matarlos los molinazos no impidió la catarata de concesiones. Y llevando la corrupción a límites decididamente artísticos, Lambán arbitró unas agencias de control de esas concesiones que, naturalmente, estaban ligadas a ejecutivos de Forestalia.

La última ocasión de echarlos

No hace falta entrar en detalles. Está todo clarísimo. Hoy se vota en Aragón la biota del eólico panzón de Samper y el cierre del Archipiélago Lambán, que convertirá en pocos años a Teruel en un paraje a cuyo lado la población de Laponia parecerá la de Nueva Delhi en domingo. Pero han comprado a tantos alcaldes y han corrompido tantas conciencias que sólo un milagro, entre la virgen del Pilar y la del Tremedal, puede salvarnos. Ojalá mañana podamos cantar sus gozos, como en las fiestas de mi pueblo, y empezar a enterrar, porque el volumen es enorme y el proceso será largo, la inmensa, panzuda, gargantuesca, comunistona y gansteril corrupción de Aragón.

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