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Pedro de Tena

O España o Sánchez. O la democracia o Sánchez. O un socialismo leal o Sánchez.

Sólo dejará colocados a los separatistas y a los filoetarras, que se están comiendo el País Vasco y Navarra tras haberle reventado el lomo electoral.

Sólo dejará colocados a los separatistas y a los filoetarras, que se están comiendo el País Vasco y Navarra tras haberle reventado el lomo electoral.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el cierre de campaña. | EFE

Sin consulta oficial con el Rey, al que no considera, a pesar de su papel moderador, sino que al que comunicó lo que ha dictado; antes de escuchar a su Ejecutiva a la que había convocado; incumpliendo la Constitución al no esperar a la deliberación del consejo de Ministros; en plenas vacaciones de un cuarto de españoles; en pleno puente de Santiago de otro cuarto; desacreditando el prestigio español en toda Europa, a la que utiliza descarnadamente para su campaña electoral sin garantía alguna de cumplir nada (si no es el elegido, no será presidente por turno del Consejo como estaba previsto y como prometió a todos); aprobando el mismo día el destino de 440 millones para publicidad institucional avisando de sus intenciones, algo que multiplica por cuatro y pico la cifra habitual hasta el momento y sin dar explicaciones, ni ruedas de prensa democráticas ni admitir preguntas de nadie, Pedro Sánchez ha decidido someter a España a un nuevo proceso electoral y sumir a Europa en la incertidumbre institucional. No es que nos extrañe de este personaje, pero esto es el colmo.

Por si fuera poco, dicen que se ha autoproclamado candidato antes de que se reúna el Comité Federal, que es el órgano que puede designar al candidato socialista a la presidencia del Gobierno (si bien hay quien lo duda por su incesante producción de mentiras, aunque convocar electoralmente a un país y desertar luego de la lista sería otra infamia). De hecho fuerza a su partido a no cuestionar su liderazgo, ni a valorar los desastrosos resultados electorales sufridos esencialmente por su causa ni a enjuiciar sus políticas de alianzas con separatistas, filoetarras y comunistas de varios pelajes. Induce a los barones derrotados en sus territorios a guardar silencio. Incluso el fracasado (el adjetivo es suyo) Fernández Vara ha tenido que aparcar inesperadamente su renovada vocación forense.

Son humillaciones sucesivas a la propia organización y a demasiada gente y, desde luego, a miles de socialistas que han perdido sus cargos políticos este pasado 28 de mayo y a otros miles que perderán su trabajo en las instituciones cuando se constituyan gobiernos autonómicos y municipales. Y, cuando tocaba descansar y lamer heridas, anuncia lo intolerable: una convocatoria electoral anticipada que pone en máximo peligro el destino de muchos miles más de socialistas que han encontrado acomodo en la administración del Estado, sus empresas y entidades públicas y sus ramificaciones chiringuiteras.

No tengo la menor duda de que lo que ha hecho responde a sus intereses personales, ya sean familiares de sangre o familiares de partido. Algunas cartas marcadas tendrá en la manga. Puede, si se confirma su candidatura, romper con la morralla podemita y sumatoria y denunciar la indecencia de los separatistas y filoetarras abanderando, con toda su caradura, todo lo que ha traicionado durante estos años: un socialismo lealmente democrático y nacional. Pero, ojo, puede asimismo proclamarse futuro presidente de la III República, un "maduro" Petro Sánchez, imperando sobre un PSOE abatido y sobre toda la izquierda anticonstitucional a la que, de paso, ha hundido en la miseria y que no tiene ni perrito que le ladre. Sólo dejará colocados a los socialseparatistas catalanes y a los filoetarras que se están comiendo el País Vasco y Navarra tras haberle reventado el lomo electoral.

Jesús Fernández Úbeda ha sacado de la historia a Calígula para que sirva de referencia al hablar de este felón. Está bien, pero hay otro ejemplo más cercano y nacional, Francisco Largo Caballero, que perpetró con Indalecio Prieto (que luego se arrepintió) el golpe de Estado de 1934 contra la II República; que deseó y consiguió el estallido de una guerra civil en España, la que perdió a partir de 1937 por negligencias supremas siendo presidente del gobierno; y que dejó al PSOE destrozado durante 40 años. Pero hay una diferencia. Largo Caballero era un marxista revolucionario, o sea, servía a unas ideas, gusten o no. Este largo caballero de ahora no sirve a otra cosa que a sí mismo y a su corte de los "milagros".

Este sujeto que acaba de decidir el futuro de la nación sólo escucha a su sanedrín. Dicen que, tras salir de Ferraz con la derrota a cuestas, María Jesús Montero, la que nadie sabe dónde ha guardado o liquidado los fondos europeos perdidos aunque ya se va viendo y Félix Bolaños, el del olfato fino de Mojácar, fueron llamados a Moncloa. A lo mejor ya estaba allí el otro Félix, Tezanos, el que se ha ciscado en nuestro CIS y ha dejado perplejo a todo el PSOE con la venta de su burra pseudo-sociológica. Con este asesoramiento, los socialistas de a pie deberían temblar aún más.

Los marginados y hundidos por este sátrapa dentro del PSOE tienen al Comité Federal como tabla de salvación. Un tercio de sus miembros puede exigir su convocatoria e incluir puntos en su orden del día. Por ejemplo, la revocación o censura del secretario general. Es difícil porque Sánchez lo controla casi todo, pero, ¿alguien oye algo en los tendidos? El sonido del silencio.

Por tanto, en julio, o Sánchez o España. O Sánchez o la democracia constitucional. O Sánchez o un socialismo nacional y leal a la democracia. O sea, o Sánchez o nosotros. A ver si Feijóo, Abascal y muchos españoles más, del PSOE incluso, lo comprenden. Esto va de defensa propia, señoras y señores. Tamames y Dragó van a ganar la moción. Sea, por favor.

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