
Zafarrancho de combate en Cataluña. Los que estaban a babor pasan a estribor y viceversa. Lo mismo de proa a popa. El empresariado regional agasaja a Alberto Núñez Feijóo. El presidente del Círculo de Economía, Jaume Guardiola, acaricia el antebrazo del presidente del PP. Los "señores" de Barcelona le dispensan el mismo trato que a Pedro Sánchez cuando llegó a una jornadas de dicho círculo con el indulto de los golpistas bajo el brazo. Los mismos que estaban entusiasmados con Sánchez se propinan codazos en las costillas para salir en las fotos con el expresidente gallego, la última apuesta en el canódromo empresarial.
En los despachos de la región se da por descontado el triunfo de Feijóo en las próximas generales. Algo se debía barruntar Sánchez de la desafección empresarial catalana cuando anuló el mismo lunes su presencia en los actos organizados por la entidad y les mandó a Nadia Calviño, a quien los empresarios y economistas más educados le han dado el pésame por los resultados electorales del domingo.
Feijóo debería saber que la gran burguesía catalana no es de fiar. Ahí están los panes sin sal que apoyaron el proceso separatista, todos los prebostes de bancos y empresas que coquetearon con la república catalana y aún le ponen caras raras al Rey por su glorioso discurso del 3 de octubre de 2017. Esa chusma financiera que alimentó a los medios independentistas, que jaleaba las bravuconadas de Artur Mas, las amenazas de Junqueras y los disparates de Puigdemont. Esa panda de delirantes que organizaba y organiza fiestas en la Cerdaña o el Ampurdán con lo más granado de la política regional y nacional, que presume de sentar en la misma mesa a golpistas y ministros, a delincuentes confesos con delincuentes en potencia.
Ahora están encantados con Feijóo, que les habla del supuesto carácter plurinacional del "Estado", que les dice que los catalanes son los que más impuestos pagan de España y que admite que el PP se equivocó mucho en Cataluña, pero que no volverá a pasar. Despojadas de zarandajas, las jornadas del Círculo de Economía catalán son una especie de rastro de las influencias de la más baja categoría, un certamen para amistarse con los políticos, trabar relaciones y forjar pelotazos al calor del dinero público. Una obscenidad en la que se ha dejado ver hasta Ada Colau.
Así que el empresariado catalán que bendijo el "procés", que cantó alabanzas a los golpistas, que les animó a llegar hasta el final y más allá, ahora mira para otro lado, no se acuerda de nada y palmea la espalda de Feijóo mientras niega conocer a Sánchez. Que vaya con cuidado el candidato del PP. La burguesía catalana es tóxica, nefasta, cutre, carca y supremacista, especialista en sondeos de poder, en oler sangre política y en no dejar rastro. Gentuza sin escrúpulos que tiende a despreciar España y todo lo que no suceda en la Diagonal de Barcelona y sus alrededores. Unos jetas y unos impresentables, siempre quejándose, siempre llorando, siempre trincando.