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Federico Jiménez Losantos

Los "pulgarcitos" del PP, las miguitas de Vox y la sombra de El Yunque

Lo peor es que los pulgarcitos, para llegar a casa, que es el poder, deben seguir las miguitas de Vox. No hay otro camino.

Lo peor es que los pulgarcitos, para llegar a casa, que es el poder, deben seguir las miguitas de Vox. No hay otro camino.
Foto de familia de los miembros del PP a su llegada a la Junta Directiva del PP. | Europa Press

El Psicópata les ha dejado poco tiempo a las derechas, que aunque se empeñen en negarlo son dos, PP y Vox, para festejar el monumental varapalo a las izquierdas del 28 de mayo, que ya nos parece lejano y fue el domingo pasado. Al convocar elecciones generales en el horno de julio ha dejado poco tiempo para la celebración, aunque también ha dejado en manos de la oposición aprovechar el impulso de su victoria, en tantos casos por la mínima, pero que tendería a ampliarse. Es más fácil votar al que va ganando que al que va perdiendo, sobre todo si no hay tiempo de olvidar el resultado, que en muchos sitios fue inesperado.

Un cateto sin foto en la capital no sería cateto

Y como ni PP ni Vox esperaron la victoria o no por tanto margen y en masa, en vez de aprestarse para ganar las generales y rematar al herido Sánchez, no resistieron la ancestral tentación provinciana de la foto en Madrid. Así que, recién convocados los comicios del horno, base de cualquier puchero, compusieron el originalísimo cuadro de barones y baronesas levantando el pulgar, pero poco, porque el sorayismo imperante en Génova 13 impide los gestos netos, así que la foto de la portada de El Mundo fue de pulgarcitos, por los pulgares apocopados y la minúscula estatura política de sus líderes. Había dos excepciones, como escondidas en una despedida de soltera y que no pintaban nada junto a los que ni siquiera se sabe si gobernarán. La foto era, para ellos y para este PP tan provinciano, lo único importante.

Y como tuvieron poco tiempo para la foto, un día y sin ropa nueva, decidieron prolongar el posado de la forma más estúpida. Salvo en Madrid, las autonomías difíciles, Aragón, Comunidad Valenciana y Extremadura, necesitan pactar con Vox. Y lo primero que han hecho los pulgarcitos del PP es negarse a hablar siquiera con los únicos que pueden darles el poder. La que podría presumir en solitario, que es Ayuso, se negó así con Griso a celebrar el patinazo de Vox: "Lo que yo quería es derrotar a la izquierda". En cambio, Azcón, Mazón y Guardiola reestrenaron Las vírgenes suicidas.

Al convocar las generales el Psicópata se presentó como aspirante a implantar la República de Sánchez, con Sudemos (Sumar + Podemos), la ETA y el golpismo catalán como pilares de un bloque en el que el PSOE carece de perfil propio, entidad ideológica, política y electoral, no en balde Sánchez ha sido el lastre principal de los candidatos locales del socialismo. Salvo el partido de la ETA, todos los partidos extremistas uncidos al carro del Déspota en esta legislatura han cosechado derrotas tremendas. No había mejor momento para quitarse de encima la propaganda progre diciendo: "el partido de Ortega Lara es nuestro escudo contra Otegui". Adiós, complejos.

El desprecio del representante de derechas a sus representados

Pero como explico en mi libro sobre la derecha, el desprecio de los líderes del PP no es a Vox, sino a sus propios electores, algo en lo que, desde las últimas elecciones andaluzas, le acompañan los de Abascal. Ayer leía que los líderes del PP querían "normalizar" las relaciones con Vox, que "ya no suscitan miedo en su electorado". No lo han suscitado nunca. Por si hacía falta, ahí están los resultados del PP en Castilla y León. El pacto con Vox ha supuesto subidas generalizadas del PP, y no a costa de Vox, sino de la izquierda, que se ha dado el gran batacazo y ha perdido hasta Valladolid.

Pero es tal la dependencia de los Juanma Lamet, símbolo de ese tipo de periodismo izquierdista que, con Teodoro y con Bendodo, en Twitter pone verde a Ayuso, en las entrevistas confiesa a los pulgarcitos y en los titulares enturbia las aguas del PP, que la gran obsesión de los pulgarcitos es posar lejos de los que necesitan y cuya cercanía, además, les favorece. Los tres han dicho lo que sólo puede decir Ayuso y en menor medida, López Miras: que irán a la investidura en solitario. La pregunta es ¿a qué? Dicen la misma bobada de Vox, cuyo sectarismo calcan: "que se retraten". ¿Ante quién? Acaban de retratarse ante sus electores, que en su absoluta mayoría quieren el pacto PP-Vox contra Sánchez. ¿Qué más fotos quieren? Las que busca la izquierda: la satanización de Vox, cuando Sánchez ya ha dicho que el PP es la extrema derecha de la derecha extrema, o viceversa.

Las derechas, o van juntas o no llegan

Como ninguno de los pulgarcitos esperaba semejante triunfo, lo primero hacen, como sorayos y catetos, es pedirle perdón a la Izquierda mediática por el comportamiento de sus electores contra Sánchez. Pero, cuando Mazón o Azcón dicen que irán a la investidura en solitario, ¿están respetando a sus votantes? ¿Centraron en la negativa a Vox su campaña electoral? ¿Algo explica ese "en solitario", salvo ceder a la eterna campaña de los medios abyectamente sumisos al norcoreano y bolivariano Sánchez?

Lo peor es que los pulgarcitos, para llegar a casa, que es el poder, deben seguir las miguitas de Vox. No hay otro camino. ¿Por qué pierden el tiempo al rebajar en solitario el mérito de lo que han conseguido juntos? Porque respetan más lo que digan Prisa, la Ser o La Sexta que lo que dicen sus votantes. Si eso no cambia, mal vamos camino del horno del 23J.

La sombra de El Yunque sobre Vox

La elección de uno de los miembros fundadores de El Yunque en España, nada menos que tesorero de la secta supuestamente católica, en realidad una filial de cierto fundamentalismo protestante norteamericano que tiene por norma calumniar y difamar a quienes dejan la secta o descubren sus fechorías, como he hecho documentadamente en El Retorno de la Derecha, arroja una sombra especialmente oscura sobre Vox. Nadie que haya jurado lo que reproduzco en mi libro puede pretender que acepta la Constitución de la Nación Española, o se identifica con la sociedad civil, o tiene algún respeto por la opinión ajena. Ellos son los elegidos por Dios para salvarnos. ¿Y quién lo dice? Ellos.

¿Y de quién nos pretenden salvar? De todo: del mundo, de la democracia, de la libertad, de la propiedad, de la tradición española que desconocen, de todo lo que no sea la obediencia perruna a los designios del Altísimo, que está al mando de la Secta, una organización que debería ser ya ilegalizada.

No sólo no lo fue cuando debió serlo, por las fundadas denuncias de tantos padres y por la sentencia judicial que muestra la identificación de Hazte Oir y otras organizaciones semejantes como meras pantallas de El Yunque, en las que aprovecha la buena fe de mucha gente para manipularla vilmente. Pero lo peor de El Yunque es que sea capaz de imponer en las listas de Vox por Barcelona a un concejal, de los dos que tiene. Tal vez eso explica que cuando quisimos entrevistar en la campaña al número uno, Oro Pulido, nos dijera que no era posible. ¿Temía que le preguntaran por su número dos?

Abascal, y mucho menos Méndez Monasterio, no pueden pretender que no saben nada de El Yunque, o que no pinta nada en Vox. Si uno de sus dos concejales de Barcelona es de los pocos identificados como miembros de la secta, ¿cuántos hay ocultos? ¿Qué padrinos ha tenido el tal Liberto, cuya actividad en las redes tiene como blanco habitual al grupo Libertad Digital? Porque ha hecho falta la anuencia de otros dos prebostes barceloneses, Garriga y Buxadé, para que un "yunque pata negra", rabiosamente sectario se encarame a los puestos de salida del ayuntamiento barcelonés.

¿Tiene que ver el que fue tesorero de El Yunque con la tesorería actual de Vox? ¿Han pagado su campaña electoral, o la del partido en Cataluña? ¿Con qué fondos? ¿De qué procedencia? ¿Hasta cuándo cree Abascal que, como Catilina, puede abusar de la paciencia de los que siempre lo hemos defendido como un hombre honrado? No existe patriotismo en quien no tiene más patria que el supuesto designio de los "elegidos" del Altísimo, al que sirven tan arteras costumbres, tan sucia propaganda, tan abyecta bajeza.

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