
Mi perceptivo cuate, José Luis García-Valdecantos, me plantea un enigma dentro de un misterio: ¿Cómo es que se ha esfumado todo intento de hacer "periodismo de investigación" en los actuales medios españoles? Lo hubo, y muy brillante, en los los primeros tiempos de la Transición, aunque, fue, más bien, una mímesis, de los que se estilaba en los Estados Unidos de América. Pero, ahora, su ausencia resulta clamorosa. Los periodistas hodiernos andan a otras aventuras más remuneradoras y que dan menos trabajo. En esto, como en todo, se sigue el nuevo mandamiento general de ganar dinero o influencia con el menor esfuerzo posible.
Se me ocurren muchos huecos que habría que rellenar para conseguir una imagen más cabal de la realidad política, la que trata de esconderse a sí misma. Los enuncio sin más:
- Gastos de vivienda y otros particulares por parte de los hogares de los altos cargos, singularmente, los ministros.
- Casos de maltrato de parientes en una muestra de familias, con independencia del sexo de las víctimas principales y del resultado penal.
- Cómo se han realizado las encuestas del CIS. Por qué han errado tanto sus predicciones y cómo se han gastado el presupuesto.
- Cómo se calculan, realmente, ciertos índices macroeconómicos (PIB, IPC, Empleo, etc.).
- Cómo funciona con detalle el mercado de las drogas alucinógenas.
- Cuál es el tren de vida de los que han sido presidentes del Gobierno; cuáles son sus actividades.
Sospecho que, en las próximas elecciones, va a haber un fuerte fraude. Se ejercerá, principalmente, a través de la desmesura del voto por correo. Añádase la intervención de la "inteligencia artificial" puesta a la tarea del escrutinio. Ya, sé que todo esto se negará. En menor escala, los historiadores instalados han sostenido que, en las elecciones de 1936 (tan decisivas) no hubo fraude. Stanley Payne me asegura que sí lo hubo.
No me satisfacen las excusas del alto coste que tendrían las "investigaciones" propuestas. Más dinero se dedica a multitud de celebraciones, festivales y homenajes sin mucho sentido. Valga como ilustración el rito de reunir exóticas bandas musicales, reducidas a chorros de luz y ruido, contorsiones, y (al final) la consabida droga.
Comprendo que interviene una poderosa razón para que los medios no se dediquen con ahínco a explorar con detalle ciertos aspectos de la realidad política. Hay que reconocer que suelen encontrarse descapitalizados. Tampoco, puedo orillar una causa, digamos, psicológica. Los periodistas de investigación arriesgan mucho frente a las personas con mando en plaza.
Hay, todavía, una razón estructural o de estilo para impedir las iniciativas del periodismo de investigación. Los medios dominantes son digitales, icónicos. Eso determina que la noticia se traduzca, automáticamente, en un rostro, una fotografía, un video. Por eso es tan difícil trasladar tales imágenes a procesos complejos.
Una salida para la propuesta que sugiero es que la indagación periodística no se haga en un solo medio, sino en la "sindicación" de varios. Se necesita el concurso de diferentes expertos, además de los "sabuesos" del periodismo. La idea es desmontar la pura propaganda, que es lo que hoy domina. No se descarta que, como efecto secundario de las actividades dichas, salgan a la luz algunos casos de responsabilidad penal. No habrá que lamentarlo.