
La OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa ) ha alertado de los riesgos y las manipulaciones que corre el votante español que decida votar por correo el 23 de julio. Sí, cuando Sánchez convocó unas elecciones para el 23 de julio, sin apenas oposición y tragando todos los partidos con esa convocatoria arbitraria, sabía que el gentío optaría votar por correo, o sea, podría ser fácilmente manipulable para que fuera a su desagradable causa totalitaria. El voto por correo del 23 de julio será, pues, manipulado. Por otro lado, seamos sinceros, es algo que se lleva haciendo desde las primeras elecciones del actual tinglado político. Es uno de los indicadores para medir nuestra baja calidad democrática. A ello ha contribuido de modo decisivo el silencio cómplice de los medios de comunicación que, conchabados con el poder político, siempre se han negado a criticar semejante fraude generalizado. Y es que la creación de opinión publica-política desarrollada no es lo nuestro.
Naturalmente, la casta política siempre ha mirado para otro lado, ante un asunto perfectamente conocido por los expertos, porque toda ella cree que puede utilizar esa trampa en su beneficio. Pero ahora, cuando Sánchez, prototipo de político tramposo, nos convoca en plena canícula a votar, el personal siente miedo real de que su voto por correo sólo sea utilizado en favor del convocante. La cosa, pues, es clara: o vamos a votar presencialmente, donde también hay peligros de fraude, u optamos por irnos a la playa para darle a Sánchez todo tipo de ventajas. Es indiscutible que estamos ante las primeras elecciones "democráticas" donde el voto por correo puede determinar los resultados electorales, sencillamente, porque millones de "ciudadanos" no quieren perderse sus vacaciones. ¡Está bien! O votamos directamente o corremos el riesgo de que nuestra papeleta vaya a la urna equivocada.
Y si aceptamos que el voto por correo será determinante del resultado electoral, entonces tendremos que plantear nuestro grado de implicación para el desarrollo de la democracia, es decir, nuestro nivel de ciudadanía. La ciudadanía es algo que se conquista todos los días. No es sólo la casta política responsable de este sistema "democrático", sino también todos y cada uno de los ciudadanos que participamos en ella. Quien opte por el voto por correo, sí, debería asumir que quizá pudiera ser tildado de "irresponsable" frente al votante que va directamente a la urna. Nadie se llame, pues, a engaño. Quien elige votar por correo, tiene más papeletas que nadie para ser engañado por Sánchez. El voto directamente en urna es preferible al voto por correo. Y, luego, están, nadie se olvide de ellos, los millones de ciudadanos que no irán a votar, sencillamente, porque están hasta la coronilla de aguantar a una casta política impresentable al hora de resolver los graves problemas de España.
En fin, todo proceso electoral, y esta es una de las grandezas del régimen democrático, pone en evidencia sus límites y sus posibilidades. A eso le llamamos indeterminación democrática, que, sin embargo, en este caso ha sido restringida o castrada por la decisión de Sánchez de convocar unas elecciones en una fecha imposible. No me extraña que estas circunstancias la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) haya avisado del peligro de fraude que corremos el día 23 de julio