
Ucrania lleva prácticamente desde el inicio de la guerra presionando a los países occidentales para reforzar su fuerza aérea con cazas de combate occidentales. Las dificultades técnicas para hacerlo posible, y las dudas sobre cómo iba a desarrollarse el conflicto bélico, hicieron que los aliados optaron por entregar a la Fuerza Aérea ucraniana viejos cazas de la era soviética, que todavía estaban en condiciones, para que su uso pudiese ser inmediato.
Polonia y Eslovaquia sacaron de sus hangares Mig29, que todavía conservan de cuando fueron parte del Bloque Comunista de la Guerra Fría, y se los entregaron al Gobierno de Kiev. Ese modelo de caza ya estaba en servicio en la Fuerza Aérea ucraniana y sus pilotos y mecánicos conocían a la perfección su funcionamiento. Su acople en el escenario bélico fue rápido, pero no solventó los problemas aéreos de Ucrania.
Las defensas antiaéreas están ganando en este momento la batalla a los aviones, no se puede hablar de que ninguno de los bandos tenga la supremacía aérea, que controle el cielo a su antojo, pero sí es cierto que la aviación rusa está haciendo mucho daño a los ucranianos y que Kiev prácticamente no tiene capacidad para emplear sus Mig29, Su-25 y Su-27 salvo para misiones a muy baja altura.
Es por ello que Ucrania lleva meses tratando de convencer a sus aliados occidentales de que necesita modernos cazas occidentales con los que aumentar su potencial aéreo. La mirada siempre estuvo puesta en el F-16, de fabricación estadounidense, un caza polivalente que presta todavía servicio en muchas fueras aéreas europeas y cuyas prestaciones supondrían un salto cualitativo para los ucranianos.
En la industria de materia de Defensa, el fabricante de un sistema tiene capacidad de veto para evitar que un país comprador lo transfiera a un tercero sin su autorización. Y hasta ahora, pese a que países europeos apostaban por transferir F-16 a Ucrania, Estados Unidos no había dado luz verde a la operación. Países Bajos y Dinamarca son los dos aliados que han consumado el reto y Noruega se ha sumado a la coalición por los F-16 poco después.
El desafío ahora es integrar los F-16 en la Fuerza Aérea ucraniana. Los pilotos ucranianos más experimentados van a necesitar un curso de adaptación al nuevo caza de al menos seis meses de duración, siendo muy muy intensivo, para que estos cazas puedan ser relativamente aprovechables. Con cazas fabricados con una cosmovisión diferentes a los de fabricación soviética que han venido utilizando.
Tienen que adaptarse al nuevo instrumental, a procedimientos de vuelo nuevos, a los sistemas de radar y sensores, al nuevo armamento… al inglés técnico necesario para poder manejar el aparato. Y todo ese tiempo no garantizaría siquiera que luego, si se encontrasen en el aire con cazas rusos, tuviesen alguna opción real en un combate de tú a tú, o tuvieran pericia como para esquivar de forma exitosa a los sistemas antiaéreos rusos.
Por no decir que no tienen línea logística para su reparación y tendrían que montarla de cero. Y que los mecánicos van a necesitar un periodo mínimo similar al de los pilotos para aprender a reparar este tipo de aparato específicamente. Ahora, también sabemos otra cosa, y es que hay pilotos ucranianos que ya llevan al menos 2 meses formándose en el uso de F-16 en diferentes países de Europa, por lo que esa formación no empezaría ahora de cero.
El hecho de que pilotos y mecánicos tengan que formarse y que, además, los países donantes –a los que se podrían sumar más en próximas fechas, ya que siete países más de la OTAN los tienen en servicio en su fuerza aérea, aunque no todos están en condición de entregar unidades- tengan que poner a punto las aeronaves va a suponer que Ucrania no va a operar estos cazas para defender su país de los invasores rusos hasta entrado el año 2024.
En mayor número de unidades, de momento, serán suministradas por Países Bajos. Se han mostrado dispuestos a entregar 42 aeronaves, pero no han hablado todavía de plazos. Las cifras más claras las ha puesto sobre la mesa Dinamarca. Serían 19 unidades, de las que seis llegarían "con suerte" –según el Gobierno danés- para el año nuevo. Otros ocho durante el año 2024 y los últimos 5 para 2025. Noruega solo ha hablado de cifras (5-10) no de fechas.
La llegada de estos F16 permitirá a los ucranianos mejorar su situación, defenderse de algunos de los ataques rusos y golpear a los rusos más lejos de donde lo pueden hacer en la actualidad. Ampliarán de forma importante el radio de ataque ucraniano, pero no les van a servir para conseguir la supremacía aérea. Y eso dando por hecho que la adaptación ucraniana sea rapidísima y todo vaya como la seda.
Los cazas F16 han tenido 4 versiones y cada versión ha recibido distintas actualizaciones. Se puede decir que hay 11 niveles diferentes dentro del F16, los que van desde los F16 A/B de Bloque 1 (los más antiguos y anticuados) a los modernos F16 V Bloque 70.
Los aparatos daneses, holandeses y noruegos fueron comprados hace años, de hecho, los están retirando del servicio y sustituyendo por modernos F-35, y aunque los han ido cuidando y modernizando, no alcanzan ahora mismo el máximo nivel que F16 que hay en el mercado. Se quedarían en la última modernización de la segunda versión, en el tercer nivel más alto, pero lejos de las capacidades de las dos versiones más modernas. Es decir, se quedarían en un Bloque 50/52+ (tienen modernización MLU).
Los F16 no se convertirían en ningún caso en los cazas más potentes que están sobrevolando el espacio aéreo ucraniano, pues serían inferiores, por ejemplo, a los Su-35 que está operando, aunque en bajo número, la fuerza aérea invasora rusa. No serán, por tanto, un arma decisiva en la guerra, aunque sí aumentarán la potencia ucraniana y, con apoyo de otros sistemas de armas defensivas y ofensivas, facilitarán que pueda expulsar al invasor ruso.