Salimos a la calle para defender la democracia. Me convocan a una manifestación pública para defender la Nación, la democracia, España, y no lo dudo un instante. Quiero encontrarme con mis conciudadanos, con otros solitarios como yo, que no conciben la vida pública sin solidaridad. Esto es una democracia de solitarios-solidarios o no es democracia.
¡A la calle!, que ya es hora de enfrentarnos a quienes nos agreden todos los días privatizando lo común, la nación, España. ¡A la calle!, que ya es hora de gritarle al déspota que no le dejaremos entregar la Nación a otros sujetos de su ralea totalitaria. ¡A la calle!, que ya es hora de la democratización radical de la vida pública. La democracia no es sólo un régimen político basado en la división de poderes, sino una forma de vida, una manera de ser rebelde contra la arbitrariedad y la injusticia. La democracia sin rebeldía civil es mera filfa.
¡A la calle!, por un millón de razones, empezando por la construcción constante de espacios públicos y símbolos comunes, compartidos, sin los cuales no sería posible la existencia en sociedad. ¡A la calle!, sí, por España, por la Nación, genuino sujeto constituyente de la democracia, primer y último ámbito de convivencia materialmente de nadie y potencialmente de todos. ¡A la calle!, que es menester detener a los ladrones de lo común, España.
¡A la calle!, sí, porque lo dice el pueblo español, la ciudadanía más desarrollada de nuestro país, y lo cantan los poetas. Mientras escribo estas líneas, no puedo dejar de repetir mentalmente, casi un tarareo de mi alma, unos versos de España en marcha:
¡A la calle!,
que ya es hora de pasearnos a cuerpo
y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.
¿Son de Paco Ibáñez o de Gabriel Celaya? ¡Qué más da! Son del pueblo. Son de todos; el poeta y el cantante nunca quieren ser recordados por sus nombres sino por sus versos. Y por eso, porque nadie es propietario de lo común, repetimos, hacemos nuestros, sus versos:
Españoles con futuro
y españoles que, por serlo,
aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.
Recuerdo nuestros errores
con mala saña y buen viento.
Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño
…
España mía, combate
que atormentas mis adentros,
para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.
E-S-P-A-Ñ-A
Saldré a la calle en Madrid y en Barcelona, o allá dónde me convoquen, si es por España, o sea, por la libertad y la igualdad ante la ley de todos los españoles