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EDITORIAL

Feijóo asume el liderazgo contra la demolición del orden constitucional

Lo que se dirime es la supervivencia de las instituciones democráticas y los rasgos que configuran a España como Estado de derecho y miembro de la UE.

Es completamente lógico que Alberto Nuñez Feijóo no se haya limitado durante su esperanzadora intervención en el Debate de Investidura simplemente a exponer el programa político que llevaría a cabo su gobierno en caso de recabar la confianza de la mayoría de la Cámara. Aunque el líder del PP no haya rehuido esta obligación constitucional que tiene todo candidato a la investidura del Gobierno, Feijóo se ha mostrado, además, consciente de su obligación de presentarse a esta investidura que sabe fallida precisamente por no estar dispuesto a pagar el precio que reclaman las minorías separatistas, que no es otro que la demolición de los cimientos sobre los que descansa nuestro entero ordenamiento constitucional a través de una mal llamada "Ley de amnistía" y un referéndum de autodeterminación en Cataluña.

En este sentido sentido, más que un programa de gobierno, Feijóo ha planteado un compromiso de resistencia democrática frente a un presidente de Gobierno en funciones que aspira a seguir en el poder de forma ilegítima; ilegitimidad que no radicará en el hecho de no haber liderado la lista más votada en las últimas elecciones, sino en el hecho de haber accedido a las inconstitucionales reclamaciones de las minorías separatistas contrarias a la nación española y a su Constitución.

Ante tan ilegítimas pretensiones de Sánchez, no es de extrañar, por bochornoso que sea, que el presidente del Gobierno en funciones haya rehuido el debate y haya enviado en su lugar a un diputado raso, Óscar Puente, quien tampoco, en ningún momento, se ha atrevido a hacer la más mínima referencia a las inconstitucionales exigencias de los separatistas a cambio de su apoyo a cualquier investidura. Por el contrario, Puente se ha limitado a difamar e injuriar a Feijóo mientras se centraba en defender la legitimidad, cierta por otra parte, de todo partido político de acceder al Gobierno, ya sea nacional, autonómico o municipal, a pesar de no haber sido la lista más votada, siempre y cuando recabe el respaldo de la mayoría de sus respectivos parlamentos. Sin embargo, esta intervención del socialista no hace sino ocultar la raíz de la ilegitimidad de las pretensiones de Sánchez que, insistimos, no radica en que la del PSOE no fuera la lista más votada en las generales, sino en su compromiso de tejer una mayoría suficiente mediante concesiones políticas, jurídicas y económicas que no caben en nuestro ordenamiento constitucional. Dicho de otro modo, aun cuando fuese el PSOE el partido que hubiese ganado las elecciones y obtenido los 137 escaños que obtuvo el PP en las Generales, y el PP hubiera obtenido sólo los 121 que obtuvo el PSOE, la pretensión de Sánchez de seguir en La Moncloa mediante inconstitucionales concesiones a los separatistas haría de su investidura algo igualmente ilegitimo por mucho que hubiera sido el PSOE el partido más votado.

Bien es cierto que esta cantinela de la "lista más votada" fue absurdamente defendida en su día por el propio Feijóo, como forma de evitar el tener que pactar con su socio natural, Vox. Sin embargo, el Feijóo que este martes ha intervenido por primera vez en el Congreso, ha sabido tender la mano a su socio natural tanto como situar la crisis institucional —sin precedentes en España y sin paragón en la Europa democrática— en donde realmente está: en la conformación de un Gobierno ilegitimo dispuesto a borrar nuestro ordenamiento constitucional a través de una amnistía y a borrar al pueblo español como sujeto político y titular de soberanía en favor de un ilegal pseudo derecho de autodeterminación del pueblo catalán. En este sentido, y por mucho que el portavoz socialista haya ocultado ese precio, sus socios comunistas y separatistas no lo han ocultado.

Abascal, por su parte, ha dado muestras, en un esplendido discurso, de ser plenamente consciente de la necesidad de entendimiento entre su formación y el Partido Popular de cara a resistir y combatir políticamente la quiebra de nuestra nación entendida como Estado de Derecho a la que nos quiere conducir Sánchez con tal de evitar una repetición electoral y mantenerse, como sea, en el poder. Ha hecho bien el dirigente conservador en tender la mano a Feijóo y en advertirle contra la tibieza, los complejos y el debilitamiento de nuestra nación que conlleva esos "encajes plurinacionales" con los que algunos tratan contraproducentemente de contentar a los separatistas.

Confiemos en que ese clima de entendimiento y aproximación entre formaciones más obligadas que nunca a entenderse se perpetúe en el tiempo, visto lo que nos viene encima. Y es que lo que se dirime en esta y en la próxima sesión de investidura no es ya simplemente el color político del futuro gobierno sino la supervivencia de las instituciones democráticas y los rasgos que configuran a España como Estado de derecho y miembro de la Unión Europea.

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