
A diferencia de sus ppredecesores más recientes, Alberto Núñez Feijóo sabe desquiciar a sus rivales políticos. Sin aspavientos, con retranca, implacable. Este miércoles, el candidato paró, templó, mandó y sacó de sus casillas al jeltzale Aitor Esteban, alias, según no pocos periodistas, el mejor parlamentario de la Historia, y a Pedro Sánchez, cuyo rostro se descoyuntó, recordando al del protagonista de Un hombre lobo americano en Londres durante su metamorfosis licántropa, mientras el líder de los populares decía: "Hay que tener mucho cuajo y muy poca memoria democrática para pactar con quien no condena el asesinato de tus compañeros de partido".
Arrancó la segunda jornada de la sesión de investidura con Mertxe Aizpurua ciscándose en el "régimen del 78", pidiendo reventar sus "nudos" y recordando a Sánchez que, de no ser por EH Bildu, "el Estado estaría gobernado por la extrema derecha". Por su parte, el portavoz del PNV subrayó que, desde el principio, su formación le dejó claro al PP que no le apoyaría porque tiene "una ballena en la piscina", refiriéndose a Vox. Feijóo, nada más empezar: "Para mí, todo lo que diga Bildu que no venga precedido por una disculpa real con las víctimas del terror y con una colaboración con la justicia para esclarecer los más de 350 asesinatos de ETA –pendientes de aclarar, se entiende– no tiene ningún valor". Al añadir que "los votos de Bildu se los dejo al señor Sánchez", la cámara del Parlamento enfocó al presidente en funciones con la vista puesta en su teléfono móvil, disimulando una crisis de bruxismo.
Esteban comenzó a hervir cuando el candidato hurgó en la herida que más duele al PNV: EH Bildu le está comiendo la tostada en el País Vasco. Feijóo le recordó que, de no ser por el PP, "gobernaría Bildu en la diputación de Guipúzcoa y en la capital de Euskadi". "Desde la cordialidad", le aconsejó tener "cuidao", ya que "en el maratón de la política vasca, puede haber un partido que no es el PNV que quede el primero". Le afeó la sumisión de los nacionalistas vascos a Puigdemont –"No sé cuántos votos ha sacado. Esos votos los tiene Bildu. Y creciendo"–. Además, le preguntó si apoyará a "un candidato que tiene a Bildu en el medio". Entre medias, irónico, le espetó a Aizpurua que "los españoles tenemos que estar agradecidos a Bildu, sobre todo, por los huérfanos, las viudas y los hermanos que se quedaron sin hermanos" y, envenenando el dardo, lamentó la no intervención de Podemos en el sarao parlamentario: "¿Qué sería el señor Sánchez sin Podemos? No hubiera sido presidente del Gobierno jamás". Irene Montero sonreía.
Acto seguido, Aizpurua proclamó con, permítanme el oxímoron, solemnidad abertzale que su partido está "en el lado correcto, en el de los Derechos Humanos", y Esteban, con menos voz que Vidal-Quadras en un concierto de Mónica Naranjo, al borde del vahído, le dijo a Feijóo que "no merecería ni réplica, pero bueno", y salió con un ñiñiñí bastante infantil y avinagrado. "Simplemente, usted ha hecho más amigos. Nada más y muchas gracias", concluyó, con la cara más roja que la de un alemán beodo en Mallorca. Y Feijóo, pletórico y feliz: "Otegi nos cuenta la verdad de sus relaciones con el PSOE. El PSOE no, pero Otegi sí. Eso es muy lamentable, pero es como nos enteramos de las cosas que hacen". Advirtió al PNV de que el PSOE, cuando no los necesite, les puede tildar de "conservadores e incluso reaccionarios" porque "eso de Dios y leyes viejas es impropio del progresismo del PSOE" y remató declarando que tiene "tanto respeto por el PNV que jamás le utilizaría como un clínex". Y que pase el siguiente.
Después, Néstor Rego (BNG) abusó del tópico; Cristina Valido, de Coalición Canaria, reivindicó "un compromiso, como mínimo, a diez años" para reconstruir La Palma; Alberto Catalán, de UPN, definió a Josu Ternera como "un asesino miserable y cínico"; Cuca gamarreó, y, ya en la votación, el socialista Herminio Rufino Sancho Íñiguez optó por el sí a Feijóo, pero reculó en seguida, no sea que Óscar Puente, ese señor bolivariano de Valladolid, le dé una paliza –metafóricamente, quiere decirse– en el patio del Congreso. Ah, y Yolanda Díaz portaba un ejemplar de La supervivencia de los más ricos (Capitán Swing, 2023), el libro de Douglas Rushkoff que le inspiró su famoso "las personas inmensamente ricas tienen cohetes para escapar de la Tierra". Concluyo: Feijóo no ha ganado la batalla de la potestas, pero sí la de la auctoritas. No es mala victoria esa. Se ha revelado en la plaza de Madrid, la más difícil de todas, como un líder nacional solvente. A ver cuánto dura.