
El vídeo ha corrido por las redes sociales como la reguero de pólvora: en una comisión en el Congreso de Estados Unidos la congresista republicana Elise Stefanik le pregunta a las presidentes de tres de los centros universitarios más prestigiosos del país –Harvard, la Universidad de Pensilvania y el Instituto Tecnológico de Massachusetts, conocido como MIT– si hacer llamadas al genocidio de los judíos está en contra de las normas de sus respectivos campus.
🚨🚨🚨Presidents of @Harvard @MIT and @Penn REFUSE to say whether "calling for the genocide of Jews" is bullying and harassment according to their codes of conduct. Even going so far to say it needs to turn to "action" first. As in committing genocide.
THIS IS UNACCEPTABLE AND… pic.twitter.com/hUY3SgoOOi
— Rep. Elise Stefanik (@RepStefanik) December 5, 2023
La pregunta es sencilla y la respuesta que demanda la congresista también: "Sí o no", repite en varias ocasiones. Las contestaciones, desgraciadamente, no lo son tanto: hay circunloquios y referencias al "contexto" pero la primera, del MIT, más o menos responde que sí. La de Pensilvania, por el contrario, dice con una sonrisa que "si el discurso se convierte en una conducta puede ser acoso", es decir, que no pasa nada mientras los estudiantes no se pongan efectivamente a matar judíos pero si los matan la universidad lo podría considerar "acoso". Finalmente, no hay forma de lograr una afirmación que vaya más allá de llamar al genocidio de los judíos se considerará en contra de las normas de su universidad "dependiendo del contexto".

Finalmente, la presidenta de Harvard, que parece que vaya disfrazada de progre americana, se refugia también detrás del contexto, reiteradamente, como si fuese una muralla y, con un cierto aire de superioridad moral, rechaza la oportunidad que le da la congresista Stefanik –que, por cierto, está sobresaliente– de dar la respuesta correcta: sí, sin peros, mandangas o contextos.
Hay dos aclaraciones que conviene hacer aquí. La primera: es cierto que la libertad de expresión se entiende de una forma mucho más amplia en Estados Unidos que en Europa y que, en principio, se puede decir cualquier barbaridad siempre que eso no lleve a un resultado concreto, a unos hechos, pero estamos hablando de amenazas proferidas en la cara de estudiantes judíos, que tienen que convivir con eso en el campus, y no de discursos en un rincón del parque o de papers en revistas científicas.
Y segunda: una cosa son los derechos constitucionales, lo que es legal y lo que no, y otra los códigos de conducta dentro de un campus, más aún cuando se trata de instituciones en las que decir que las mujeres no tienen pene o que nadie puede imponer el uso de determinados pronombres, por poner dos ejemplos, te puede costar el puesto.
El vídeo refleja la impunidad con la que una clase presuntamente intelectual y desde luego una élite educativa –hablamos de lo mejor de lo mejor de las universidades americanas – está permitiendo, respaldando y promoviendo los comportamientos más antidemocráticos y tóxicos, siempre que sean a mayor gloria de lo peor de la izquierda. Ningún representante de una empresa se habría atrevido a eludir así la pregunta de la congresista y, de haberlo hecho, no le quedaría más remedio que dimitir esa misma tarde. Sí, es cierto que muchos están pidiendo la dimisión de las tres presidentas universitarias, pero por lo pronto ahí siguen en sus cargos cuando escribo estas líneas.
Y muestra también cómo lo que eran templos del saber se han convertido ahora en templos del odio a Israel y a los judíos, reflejo de esa extrema izquierda que en todo el mundo se ha destapado descaradamente antisemita. Tanto que no le perdonan a los israelís haber demostrado en sus propias carnes la naturaleza inhumana, asesina y despiadada de los terroristas de Hamás, que el 7 de octubre dejaron expuesta su miseria moral… y la de todos los que durante lustros han apoyado la cruel dictadura que sojuzga Gaza.
Una degradación que ha infectado las mejores universidades de Estados Unidos, pero que por desgracia no se queda sólo allí. Sin ir más lejos: ¿ha habido en España iniciativas universitarias en contra del odio? ¿Han escuchado alguna voz del ámbito académico que haya defendido el derecho de Israel a acabar con los asesinos salvajes de Hamás? ¿Han visto a alguna universidad posicionarse en este conflicto que empezó, recuérdenlo, con uno de los mayores atentados de la historia?
Yo sí: a la Universidad Autónoma de Barcelona que emitió un comunicado repugnante en el que se habla de los "crímenes del Estado de Israel", se comenta el atentado del 7 de octubre como si hubiese sido un atraco a un banco –"consideramos que los autores de estos ataques deberían ser perseguidos y juzgados por un tribunal competente"– y, por supuesto, se citan las "décadas de ocupación", los "miles de civiles asesinados" y el "bloqueo terrible sobre la franja de Gaza" que "ha llevado –en singular, son profesores universitarios pero no saben mantener una concordancia– a Palestina y su población a una situación insostenible y desesperada". En resumen, que los de Hamás atentan y eso no está muy bien, pero es que están desesperados, pobrecitos.
Es el mismo fenómeno de las tres grandes universidades americanas: élites de extrema izquierda que toman como suyo lo que es de todos y aprovechan para esparcir su odio antisemita.
Esto es, a uno y otro lado del Atlántico, lo que se está enseñando a nuestros jóvenes, así que cuando lleguen las noches de cristales rotos por lo menos no nos hagamos los sorprendidos.
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