
Sobre la figura de Mario Hezonja (Dubrovnik, Croacia, 25 de febrero de 1995) siempre ha existido un cierto halo de misterio. Tiene que ser así cuando desde muy joven se señala a alguien como uno de los mayores talentos del Viejo Continente, mucho más en un país como el suyo, donde la historia rezuma baloncesto en cada rincón, el juego se vive con desbordada pasión y la necesidad de ídolos contemporáneos es perentoria.
'Super Mario', como es conocido desde tiempos pretéritos el alero del Real Madrid, derrocha potencial desde el primer vistazo. Su cuerpo, impactante, resulta difícilmente inmejorable para jugar a esto de la canasta, más si viene acompañado de un arsenal técnico pocas veces visto, con una mezcla de vieja escuela y juego moderno que haría salivar a cualquier entrenador. Pero lo más 'doloroso', entiéndase, para el espectador, es la facilidad con que lo hace todo. Da la impresión de que si fuera el hermano de Luigi en el celebérrimo videojuego no necesitaría cazar la famosa seta para hacerse grande o la estrella que le hace inmortal. Como si fuera al trantrán, el croata, cuando está inspirado y metido en el ajo, es capaz de dominar el juego como los elegidos. Y con una belleza pasmosa en sus acciones.
El estreno de esta Copa del Rey, en la que el Real Madrid busca recuperar un trofeo que se convirtió en icónico en la era de Pablo Laso pero que no logra levantar desde hace cuatro temporadas ―fue en 2020, precisamente en Málaga, cuando los blancos lo lograron por última vez, justo a las puertas de la pandemia por Covid―, ha sido otra buena muestra de ello. Le costó a los de Chus Mateo tumbar al intensísimo UCAM Murcia, que ya les había hecho morder polvo hace justo un mes en la Liga Endesa. Y aunque el pase a semifinales de los madrileños lo terminó por resolver Facundo Campazzo (no hay peor cuña que la de la misma madera, pensarán en Murcia), el repertorio de Hezonja ―14 puntos y 7 rebotes― volvió a salir a relucir sobre todo en una descollante primera parte ―en la segunda sufrió más, bien defendido por el montenegrino Nemanja Radovic―, más concretamente en un segundo cuarto en el que el croata dejó boquiabierto con varias acciones a la parroquia del pabellón Martín Carpena de la capital de la Costa del Sol.
Da la impresión a veces de que el repertorio del de Dubrovnik fuera interminable. No solo por sus tiros imposibles a la media vuelta al límite de la posesión o sus exquisitos lanzamientos a tablero ―tan en desuso lamentablemente en el juego actual―, ambas acciones sufridas por el UCAM en ese segundo periodo en el que, a lomos de su demoniaco alero, el Real Madrid amenazó con romper un partido que, eso sí, tuvo que sudar hasta el final, dado el ímpetu murciano. El despliegue físico del alero blanco, más acorde al baloncesto estadounidense que al europeo, resulta dominante cuando Hezonja templa sus emociones y se centra solo en jugar. Pese a no ser un tipo demasiado expresivo en la alegría ―sí curiosamente en la frustración― no es difícil aseverar que su cabeza está en constante ebullición durante los partidos. Y que probablemente lo ha estado en cada instante a lo largo de la mayor parte de su carrera. Siempre en el ojo del huracán, eternamente buscando cumplir con unas expectativas altísimas desde que era un chaval.
"He encontrado el equipo en el que quiero estar", aseguró Hezonja en 'Tirando a Fallar' minutos después de proclamarse hace unos meses campeón de la Euroliga en Kaunas. Ciertamente, el nivel de madurez que ha alcanzado el que fuera canterano del Barça a las órdenes de Chus Mateo le sitúa entre lo mejor del baloncesto europeo ahora mismo. Le costó arrancar el curso pasado, pero resultó determinante como '4' para que los de Concha Espina ganaran aquella Euroliga que se les puso poco menos que imposible un par de semanas antes de levantarla en Lituania. Ahora, en su segunda campaña como blanco, el croata, tipo emocional, que se abre desde el corazón y sin tapujos en cada una de sus escasas entrevistas, es pieza capital para un Real Madrid con el que acaba contrato. Un hecho que impacienta, y con razón, a la afición blanca. Sobre todo, porque tiene pretendientes con aviesas intenciones que gozan del dinero suficiente como para tentar a un jugador que también les lleva en su corazón, como Panathinaikos y Partizan, donde Hezonja ha sido agasajado por sus efusivos aficionados en sus últimas visitas.
Por ello, cabe decir que el Real Madrid está en una misión a corto plazo como es ganar la Copa del Rey. Pero en el medio y largo, la renovación de Mario Hezonja se antoja capital para el futuro de la nave blanca en el mundo de la pelota naranja. Como dicen los modernos, Super Mario está en su prime. A escasos días de cumplir 29 años, el de Dubrovnik pasa indiscutiblemente por su momento de mayor madurez, lo que le permite ofrecer una regularidad no conocida hasta ahora en su exquisito juego. No es descabellado afirmar que, si el Real Madrid no lo renovara, cometería un error estratégico de bulto y del que se acordaría durante un buen tiempo.