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La UE se prepara para la invasión rusa

Debemos preparar las infraestructuras para acudir en auxilio rápido de nuestros aliados más orientales.

Debemos preparar las infraestructuras para acudir en auxilio rápido de nuestros aliados más orientales.
Armamento ruso capturado por el ejército de Ucrania. | EFE

Esta semana hemos conocido la decisión de la Comisión Europea de incorporar el concepto de "movilidad militar" como una nueva prioridad de la política de transportes. La cuestión se pierde en la historia. Durante mucho tiempo, los reinos europeos estuvieron incomunicados tras siglos en guerra. Los grandes ríos y las escasas cordilleras europeas se convirtieron en elementos definitorios de las grandes fronteras y los diferentes anchos de vía en un elemento de defensa. En los grandes ríos, los estados se encuentran seguros ya que en la guerra no hay una operación más costosa y complicada que atravesar un rio bajo el fuego enemigo. Esta ha sido en parte la desgracia de Francia, que nunca pudo disponer del Rin como frontera natural con Alemania. Desde París a Moscú hay una enorme llanura solo separada por grandes corrientes de agua, y estas son el principal reto de la guerra europea.

Desde el punto de vista teórico, esta preocupación de la Comisión europea tiene todo el sentido, ya que el escenario más probable de conflicto sería un ataque ruso ya fuera por el norte a través de Polonia a las Repúblicas Bálticas o por el sur para controlar Moldavia y ocupar Rumanía y Bulgaria. Por tanto debemos preparar las infraestructuras para acudir en auxilio rápido de nuestros aliados más orientales.

La cuestión que se plantea es cómo facilitar la llegada de material militar a un potencial frente contra Rusia en cualquiera de estos dos escenarios, y para ello hay que analizar con mucho detalle el estado de las vías y de las carreteras y sobre todo de los puentes para verificar la capacidad real de despliegue occidental para defendernos de una probable invasión rusa ya sea de Polonia o de Moldavia.

Una ataque ruso sobre cualquiera de estos dos escenarios requerirá de la concurrencia de tres elementos básicos: la derrota de Ucrania y su ocupación; la recuperación de la capacidad militar rusa perdida en Ucrania y un escenario de diversión que distraiga a los Estados Unidos que no sería otro que Taiwán o Corea.

El latente conflicto entre Rusia y Europa que cumple más de ciento cincuenta años, después de un largo periodo de preparación, entraría en la fase de la justificación o de construcción del "casus belli". Rusia no va a atacar a un país de la OTAN sin una causa suficientemente relevante y construida a medida que genere una profunda división en Occidente. Como ha ocurrido en Ucrania, gobiernos y voceros comenzarán a explicar que Polonia o Moldavia no son estados, que no son democráticos, que amenazan la seguridad de Rusia y que la paz en Occidente pasa por la cesión de estos territorios invadidos, entonces vendrá la ofensiva.

Rusia sabe que no puede enfrentarse a toda Europa a la vez en un frente amplio, así que solo necesita alcanzar Varsovia o Bucarest antes de que las fuerzas europeas puedan responder en proporción. Para retrasar este refuerzo que tomaría meses, Rusia necesita destruir todas las vías de acceso desde el oeste, y eso pasa por volar todos los puentes y las líneas férreas que cruzan el Sena, el Rin el Danubio, el Elba, el Óder y el Vístula y dispone de misiles hipersónicos que podrían ejecutar esta operación en un solo día.

El planeamiento de esta logística de transporte para tiempos de paz es una cuestión menor, pero si lo hacemos para tiempos de guerra, la cuestión se complica. Al menos se deben tener en cuenta tres factores: las características de los equipos a ser transportados, el ancho y cauce de los ríos que deberán ser vadeados y la articulación de vías secundarias, lejos de las principales autopistas y líneas de alta velocidad que serían objetivo preferente de los primeros ataques rusos.

La inmensa mayoría de puentes y carreteras secundarias y muchas primarias de Europa no puede soportar el peso de un carro de combate de cadenas o un vehículo autopropulsado de 60 toneladas, de manera que solo las vías férreas permitirían su traslado, lo que en un escenario de conflicto será una tarea muy compleja. Los ejércitos europeos necesitan vehículos más livianos, mejor de ruedas, con gran capacidad de fuego, que puedan circular por cualquier vía secundaria por la que no sea esperable su localización y que por su peso puedan ser soportados por los puentes móviles que deberían estar preconstruidos para cruzar los grandes ríos en el caso de que no se disponga de puentes utilizables. Esta es una segunda gran tarea, disponer de soluciones rápidas para vadear los grandes ríos por zonas menos concurridas o lógicas y en un tiempo récord.

El éxito de una acción de defensa como la que se pretende con este planeamiento de la nueva logística militar del transporte, busca detener una ofensiva y generar una contraofensiva antes de que las posiciones alcanzadas por los rusos sean ya difícilmente vulnerables.

En la guerra del siglo XXI, el traslado por vía marítima, sobre todo en los mares interiores de Europa, resultará una tarea casi imposible con las nuevas armas de precisión de gran alcance y sobre todo con los drones. Las pérdidas en material antes de alcanzar el frente serían inmensas, para unos ejércitos que tienen escasos stocks de material.

Soy consciente de que este escenario es poco probable, pero hace diez años escuché a todos los gurús militares de la OTAN decir que una invasión rusa por tierra sobre Europa no sería posible. Todos los acontecimientos apuntan en esta dirección y esto exige de una gran preparación, una muy alta disponibilidad, y sobre todo, la OTAN debe preposicionar todo el material logístico, munición y equipos de ingenieros lo más cerca de un potencial frente, para no tener que realizar con prisas y con unas infraestructuras deficientes para el objetivo que se pretende, un masivo traslado de material y sistemas de armas.

Rusia jugará con la manipulación, la sorpresa y con el botón nuclear para generar una división tan enorme entre los aliados, que lo que hoy parece imposible, pueda aparecer como probable y luego como una amenaza real y debemos prepararnos porque esto va a ocurrir.

Este escenario solo se puede evitar con la derrota rusa en Ucrania, pero cualquier situación que suponga la ocupación y anexión rusa de las dos regiones del este de Ucrania, supondrá una victoria para Putin y una derrota para Occidente, y hoy estamos mucho más cerca de este escenario que de una contraofensiva que expulse a los rusos de territorio ucraniano. Ya se está construyendo en las cancillerías e incluso en la Casa Blanca, el relato de que esta situación no es tan mala y que ganamos con la paz, y otra patada adelante, lo único para lo que ha servido la OTAN en estos setenta y cinco años.

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