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Pedro Gil Ruiz

UGT y CCOO: sindicalismo de bulo, amenaza y subvención

Así que no es de extrañar que Pepe Álvarez y Unai Sordo estén encantados de que el presidente haya decidido seguir. Para celebrarlo, difundieron un bulo.

Así que no es de extrañar que Pepe Álvarez y Unai Sordo estén encantados de que el presidente haya decidido seguir. Para celebrarlo, difundieron un bulo.
Yolanda Díaz detrás de Unai Sordo y Pepe Álvarez en la manifestación del 1 de Mayo. | Europa Press

Hubo un tiempo muy lejano, allá por finales de los setenta y primeros ochenta del siglo pasado, en el que los dirigentes de la UGT acuñaron un eslogan que era orgullo y seña de identidad: "Un sindicato no se mide por lo que pide, sino por lo que consigue". Se referían a derechos. El Estatuto de los Trabajadores de 1980 o los Acuerdos Marco —que diseñaron unas relaciones laborales equiparables con las democracias europeas— son consecuencia de esa voluntad de asentar un sindicalismo democrático frente a unas Comisiones Obreras controladas por el PCE y muy politizadas.

Hoy, el "sindicalismo de clase" ni se molesta en pedir. Se lo dan de oficio. En poco más de dos años UGT y CCOO han recibido subvenciones del Gobierno, las Comunidades Autónomas, Diputaciones y Ayuntamientos por importe de 168.344.571 € (75,5 millones en 2022 y 92,9 en 2023 y hasta el primer trimestre de 2024).

Les parece poco. Coincidiendo con la celebración del Primero de Mayo, la agencia de noticias del Gobierno (EFE) difundió dos bulos con origen sindical: que la financiación de los sindicatos en España proviene principalmente de las cuotas de sus afiliados y que en 2023 la cantidad recibida fue de 17 millones, que "consideran escasos dada la labor que realizan como agentes sociales".

Nos haremos una idea de la importancia de las subvenciones si las comparamos con los ingresos. En la Información económica para el año 2021 —la última publicada por la Comisión Ejecutiva Confederal de UGT en su Portal de Transparencia—, se reconocen 10.888.104€ en concepto de "ingresos de la actividad" (que incluyen las cuotas de los afiliados). Para comprender el origen de esos 10,8 millones —que no es todo el dinero que se ingresa por cuotas— indicar que cada euro que paga un afiliado se distribuye entre las distintas estructuras sindicales. Un porcentaje va a la UGT de la Comunidad Autónoma donde está su centro de trabajo, otro a la rama de actividad y otro a la dirección nacional, a Pepe Álvarez, para que se entienda. Es un procedimiento de cobro y reparto tan complejo, que va para medio siglo que se legalizaron los sindicatos y ni CCOO ni UGT conocen el número real de cotizantes que tienen. Una muestra de la eficacia sindical.

Ese año de 2021 UGT reconoce 10,8 millones de ingresos propios y 10,5 millones de ingresos por programas. Así lo explican: "el incremento de los ingresos viene en su mayoría del incremento de programas para la formación y del programa de Diálogo Social y Negociación Colectiva". Traducido: Pilar Alegría (Educación) y Yolanda Díaz (Trabajo).

¿En qué se emplean los millones que reciben para el "diálogo social"? O dicho de otra manera, ¿las organizaciones empresariales y sindicales no saben negociar si no les "engrasan" con una morterada de millones?

Escuchando a los dirigentes sindicales, uno se pregunta si confunden diálogo con bravuconerías de paniaguados: "Sordo amenaza con movilizaciones de alto voltaje"; "Sindicatos amenazan con un rosario en cada convenio"; "Esto va en serio, es la advertencia de UGT y CCOO a la patronal"; "La CEOE tiene que sentir el aliento de las calles". Un repertorio que se actualiza cada Primero de Mayo.

El ejemplo más ilustrativo del nuevo diálogo social subvencionado han sido las negociaciones del Salario Mínimo. El Gobierno amenaza a la CEOE y los sindicatos acompañan: Sordo no solo ha respaldado la posición del Ministerio de Trabajo —que advirtió este lunes a la patronal que si no se sumaba a la propuesta de subir esta renta un 4%, el incremento sería mayor— sino que hizo suya esta amenaza. "Hemos pedido que si la patronal no se suma al acuerdo, esto tenga consecuencias, y el aumento sea como mínimo del 5%".

Así que no es de extrañar que Pepe Álvarez y Unai Sordo estén encantados de que el presidente haya decidido seguir. Para celebrarlo, difundieron un bulo: "120.000 asistentes a la manifestación del pasado 1 de mayo". Nadie los cree pero a ellos les da lo mismo. Decidieron apoyar la regeneración democrática con la que nos amenaza Sánchez y cargaron contra los jueces: "Pero que bobada es esta de que los jueces elijan a los jueces para despolitizar la justicia".

En esto de la regeneración hay que escuchar a los sindicatos porque saben de lo que hablan. Son el último resto de organización feudal que queda en nuestra sociedad. Se reúnen los capitostes, no más de siete, comen o cenan, y a los postres deciden quién va a ser el secretario general, cómo se va a repartir el dinero de la cuota sindical y, si hay alguna disputa territorial, se intenta resolver. En caso de desacuerdo se guerrea de manera incruenta. Para dar un poco de espectáculo.

Si a Sordo o Álvarez les proponen que se verifique, mediante un órgano de control previo de legalidad, el control financiero —algo similar a la Intervención General de la Administración del Estado— o si les hablan de que la vulneración de los derechos y garantías de los afiliados, se juzgue por la justicia ordinaria y no por tribunales sindicales, del sobresalto entran en coma. Ni que decir tiene si se les reclama el número real de cotizantes. Pero ellos se apuntarán a la regeneración democrática y a lo que haga falta. Presentarán el correspondiente plan de estudio y formación, por importe de unos milloncejos, para sensibilizar a los trabajadores. Recibirán la subvención y seguirán propagando bulos y amenazas. Ellos pueden porque son progresistas.

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