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Investir a Illa condenaría a Sánchez y Puigdemont

Una Generalitat del PSC conllevaría asociado el desbloqueo del eventual entendimiento futuro entre la derecha catalana y la derecha española; un asunto vital para Feijóo.

Una Generalitat del PSC conllevaría asociado el desbloqueo del eventual entendimiento futuro entre la derecha catalana y la derecha española; un asunto vital para Feijóo.
Carles Puigdemont. | Europa Press

Barcelona, el segundo mayor municipio de España, ciudad que administra un presupuesto superior al de muchos estados, no se ve sometida hoy al poder castrante e invasivo del separatismo gracias a una decisión inteligente del PP, que posibilitó la investidura de Jaume Collboni a cambio de marginar a Ada Colau del equipo de gobierno; exigencia que el nuevo alcalde está cumpliendo a rajatabla para bien de todos. Fue una decisión muy criticada en Madrid. Pero Madrid queda lejos, lo suficiente como para que allí no resulten conscientes de lo que supone en términos de desgaste personal la vida bajo la hegemonía en las instituciones del apostolado separatista; ese insufrible bombardeo ideológico cotidiano que termina amargando la existencia a cualquiera.

Vox constituye un caso perdido para la causa de la racionalidad pragmática, pero del PP todavía cabe esperar otro ejercicio de lucidez similar al que ya acreditó en la capital; sobre todo, porque los principales beneficiarios políticos a medio plazo resultarían ser ellos mismos; y por dos vías concurrentes, además. La primera, porque la marca Junts remite en última instancia a un gran sindicato de intereses personales que se vehiculan a través del manejo interesado de caudales públicos. Es una tropa que no puede aguantar demasiado tiempo fuera del poder, su única fuente de rentas. Sin la expectativa de dinero institucional fresco todos los meses, ese mundo se volvería incontrolable para Puigdemont. Lo abandonarían.

Porque hablamos de gente, como él mismo, sin oficio ni beneficio. No, Junts no es la vieja Convergencia. Por eso, una presidencia de Illa supondría la definitiva muerte política del Payés Errante. Dicho de otro modo, una Generalitat del PSC conllevaría asociado el desbloqueo del eventual entendimiento futuro entre la derecha catalana y la derecha española; un asunto vital para Feijóo. La segunda vía, en fin, es la que apela al siempre vitriólico cuadro psicológico del personaje. Y es que la incontenible ira bíblica del Payés, nadie lo dude, recaería sobre Sánchez y su agónica precariedad parlamentaria al verse excluido de la Presidencia de la Generalitat. Piénsenlo en Génova.

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