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EDITORIAL

Zapatero y los asesinatos en Venezuela

Es el de Zapatero un silencio cómplice e inquietante, un apoyo a la estrategia de masacrar a la oposición y anular físicamente a sus representantes.

Una semana después del atraco electoral del sátrapa venezolano Maduro, sigue sin pronunciarse uno de los principales aliados de la dictadura bolivariana, el expresidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero. Cuando los muertos se cuentan por decenas, los desaparecidos por cientos y los raptados por miles aún es hora de que el dirigente socialista español condene el robo de las elecciones en Venezuela y la violencia desatada contra los opositores al régimen criminal que encabeza un cada vez más aislado sátrapa.

El papel de Zapatero en Venezuela es crucial para el sostenimiento de la dictadura. Pretende ejercer nuestro expresidente de calibre moral de la democracia y con ese falso y autoimpuesto aval bendice una dictadura sangrienta y cleptómana, un régimen corrupto ajeno por completo a la más elemental noción de la justicia, los derechos humanos, las libertades y las garantías legales y políticas. Secundar a Maduro como hace Sánchez es apoyar a un criminal dispuesto a provocar un baño de sangre antes de abandonar el poder.

Zapatero se arroga además una suerte de representación diplomática de España que sitúa a nuestro país al lado de los regímenes más totalitarios y violentos de la escena internacional. Irán, Rusia, China, Cuba y Venezuela son algunos de los referentes del expresidente español, connotado miembro del Grupo de Puebla, el único de sus dirigentes que no exige a Maduro que enseñe las actas electorales. Es el de Zapatero un silencio cómplice e inquietante, un apoyo a la estrategia de masacrar a la oposición y anular físicamente a sus representantes.

En Venezuela conocen perfectamente a Zapatero. Saben de sus actuaciones en España, de su peso como espoleta del proceso separatista catalán al afirmar que aceptaría cualquier Estatuto que aprobara el parlamento regional. Saben también que fue quien facilitó a ETA su supervivencia política a pesar de haber sido derrotada policial y judicialmente. Saben en qué circunstancias accedió a la presidencia del Gobierno y saben que carece por completo de moral.

Zapatero se conduce como un representante de España cuando no es más que el peor presidente de la historia democrática de España, aunque Sánchez está dispuesto a arrebatarle ese ignominioso título. Que no haya condenado los asesinatos dice todo sobre el que fuera líder del PSOE y ahora es uno de sus principales referentes "morales".

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