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Pedro de Tena

Zapatero, persona non grata para los demócratas del mundo

Todo se está consumando de la mano de Sánchez, su sucesor, otro socialista indeliberado, tal vez más dañino por su  bruta rudeza egocéntrica.

Todo se está consumando de la mano de Sánchez, su sucesor, otro socialista indeliberado, tal vez más dañino por su  bruta rudeza egocéntrica.
Rodríguez Zapatero y Delcy Rodríguez (foto de archivo) | EFE

Una de las cosas más sorprendentes de la historia de España de los últimos tiempos es su aparente imprevisibilidad, mala, como es sabido, para el derecho a la continuidad de sus ciudadanos y sus instituciones y perversa para las inversiones a plazo. Pero esa incuria, que parece muchas veces ser obra de un azar inesperado, es consecuencia de la desidia de las élites del PSOE.

Los dos últimos secretarios generales que, por tal razón, han llegado a ser presidentes del gobierno de España, han sido dos personajes imprevistos. José Luis Rodríguez Zapatero, llegó del casi anonimato al liderazgo del socialismo español, después de sucesivas carambolas que terminaron en su victoria ¡por 9 votos! sobre José Bono en el Congreso Federal. Y con el apoyo de guerristas y de algunos descarriados de Rosa Díez. Ah, el destino.

La ascensión al cielo del poder fue algo similar en el caso de Pedro Sánchez. Escojamos a la "prensa amiga" para definir su hoja de ruta: "No consiguió ser elegido concejal por Madrid ni diputado y siempre tuvo que esperar a una renuncia para ocupar puestos institucionales…". Formó parte del "trío de los chicos de Blanco (Pepiño)" junto a Óscar López y Antonio Hernando, siempre a la cola, y fue "fontanero" en las elecciones gallegas y atascador de su enemigo personal, Tomás Gómez, en Madrid. Luego, apoyado por Susana Diaz, que le cedió ingenuamente el paso, llegó a ser, con convulsiones, el peligro nacional e internacional que hoy es.

Pero el origen de esta conmoción nacional que parece derivada de la mala suerte nacional (hay quien cree que no hay tal sino un plan oscuro de álguienes de llevar a La Moncloa a dos destructores de la nación española, como se ha visto), está en el vallisoletano Rodríguez Zapatero, junto a Óscar Puente bien digno de olvido de no ser por el daño causado.

El fraude violento y antidemocrático que sucede ahora en Venezuela sería imposible sin la intermediación de muchos socialistas, desde Bono y Morodo a Zapatero, pasando por Sánchez. Pero el campeón del chavismo y del madurismo en el PSOE ha sido y es, sin duda alguna y a pesar de su silencio ominoso, Rodríguez Zapatero, cuyo abrazos con Hugo Chávez primero ( a lo mejor es su "pajarito") y luego con su íntimo amigo, Nicolás Maduro, son y serán por muchos años bochorno ético para un socialismo envilecido.

Ya sé que es una dura competición con Pedro Sánchez que, más cauto y raposo, no sale en las fotos porque parece que se mueve, pero basta sólo con traer a la memoria el caso Delcy, sus maletas y sus desconocidos interiores; Barajas a pesar de la prohibición de la UE; y Ábalos y el zumosol Koldo de las mascarillas en la terminal. Ahora, desvelado el golpe de estado electoral, el "resistente" gira y pide actas electorales dejando a Zapatero mudo y atrapado en su propia tela de araña.

Pero no, la primera causa de este tumbo nacional que vivimos, sobre todo en Cataluña y Venezuela, es el ahora afónico Zapatero, piedra clave sobre la que Pedro Sánchez ha levantado su régimen cada día más autoritario. Recuérdese que él fue el que dio alas y vuelo al separatismo con su famoso e impropio aval para todo al Parlamento catalán y quien bailó con los lobos de ETA hasta que parecieron corderos (hoy socios de Sánchez). Su alianza con la dictadura bolivariana ha sido hasta anteayer un escándalo internacional.

En estas y otras cosas pensaba cuando me acordé de un cuento del gran escritor venezolano Arturo Uslar Pietri, que advirtió sobre la demagogia y el populismo dictatorial de Hugo Chávez e inventó la expresión "realismo mágico", que a lo mejor habría que completarla con otra, hoy más apropiada, "realismo trágico", que es lo que hoy se padece en Venezuela y en España.

El cuento se titula Barrabás y fabulaba que el delito principal del criminal era el delito de callar. "¿Callar? —Sí. Sabías la verdad y la enterraste dentro de tu boca". Y luego, otro delito, consentir "que las palabras pueden echar puñados de confusión sobre la vida", lavándose las manos con un jarro mientras se condenaba al hombre equivocado.

Comprenderán por qué solicito para el barrabasero, José Luis Rodríguez Zapatero, el título de persona non grata para todas las naciones democráticas del mundo, muy especialmente para España. Ha enterrado en su boca los crímenes perpetrados, y que se cometen ahora mismo, en Venezuela.

Y calla sobre el hecho infame de que 6.244 votantes separatistas de ERC vayan a destruir la Constitución española de 1978, aprobada en referéndum por los votos de 15.674.858 españoles, de los que 2.701.870 fueron catalanes de las cuatro provincias. No, no para investir al molt honorable, jaja, Salvador Illa, sino para seguir invistiendo con la presidencia del gobierno español al res honorable Pedro Sánchez.

Todo se está consumando de la mano de este, su sucesor, otro socialista indeliberado, tal vez más dañino por su bruta rudeza egocéntrica. Pero tiene que haber esperanza. Al menos, San Martín se acerca.

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