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EDITORIAL

Los trenes de Óscar Puente, el ministro golfista

Óscar Puente responde al prototipo de gestor sanchista. Llegará lejos, sin duda, en el escalafón socialista que premia la incompetencia, la indolencia y la prepotencia.

Mientras miles de pasajeros sufren toda clase de incidencias en sus recorridos en tren, el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, hace frente a la situación jugando al golf con su colega de Transformación Digital, José Luis Escrivá. Se ignora el hándicap del exalcalde de Valladolid, pero seguro que debe ser un excelente golfista, teniendo en cuenta que el tiempo que debería dedicar a hacer frente a los graves problemas del transporte ferroviario en España lo invierte en cultivar su swing.

Óscar Puente responde al prototipo de gestor sanchista. De los que solucionan las urgencias e imprevistos de su cargo insultando a troche y moche en las redes sociales, solazándose entre hoyos, tapando agujeros o haciéndole la pelota a la pareja presidencial. Llegará lejos, sin duda, en el escalafón socialista que premia la incompetencia, la indolencia y la prepotencia. Por eso exigir a Puente que esté atento a los trenes es una pretensión abocada a la melancolía. Ese no es su trabajo. Lo de ministro de Transportes del PSOE es otra cosa. Se trata de negar la realidad y sacar pecho aunque la situación real en el área sea una auténtica calamidad.

Ahí están las imágenes y las denuncias. Aglomeraciones, retrasos injustificados, temperaturas insoportables, inseguridad absoluta, nula información, trenes parados en medio de la solanera sin aire acondicionado y con los usuarios obligados a romper las ventanillas de los vagones para no perecer asfixiados. Y dice el ministro que está llevando a cabo una "auténtica revolución en materia ferroviaria" sin que se le caiga la cara de vergüenza, sentimiento que seguramente desconoce a tenor de su habitual desempeño en público.

En lugar de arbitrar respuestas y soluciones, de empatizar con los usuarios de los servicios ferroviarios, de asumir responsabilidades y de comportarse como un político decente y consciente de sus obligaciones, Puente prefiere escurrir el bulto, probar palos de golf, morder casi literalmente a quienes le censuran y seguir a lo suyo, que no es precisamente atender los asuntos de su cartera sino medrar en el entorno del marido de Begoña Gómez. Un ejemplo perfecto de ministro socialista en la era Sánchez, la incompetencia por bandera, el insulto siempre a mano y una arrogancia infinita.

En paralelo, los usuarios de Renfe en toda España sufren las consecuencias de tanta nulidad, de tanta prepotencia y de tanta irresponsabilidad, de una política ajena por completo a las necesidades de los usuarios y centrada en satisfacer las exigencias económicas de los socios separatistas, a los que el Gobierno acaba de entregar mil millones de euros para "sus" trenes de Cercanías mientras el servicio colapsa en el resto de España y sigue siendo un desastre en Cataluña.

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