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Los comunistas también habrían asesinado a García Lorca

También de Lorca podrían haber sido los versos de Mandelstam que señalan acusadores a los totalitarios de todos los partidos.

También de Lorca podrían haber sido los versos de Mandelstam que señalan acusadores a los totalitarios de todos los partidos.
Yolanda Díaz. | EFE

El 18 de agosto de 1936, Federico García Lorca fue asesinado. Ahora, cada 18 de agosto, algún comunista tipo Yolanda Díaz escribe un tuit al estilo de "el franquismo decidió fusilar a Federico por representar la España libre contra la que una parte del Ejército se sublevó". También estaba preso el 18 de agosto de 1936 otro poeta, un judío al que los comunistas habían enviado a un campo de concentración por representar a la Rusia libre. Osip Mandelstam nació en Varsovia, estudió en París y Heidelberg, pero era más ruso que el vodka. Culto, irónico y, sobre todo amante de la libertad, Mandelstam tenía escrito en la frente que no iba a sobrevivir en el siglo de los totalitarismos. Quizás fue el primero en enunciar el análisis político más breve, lúcido y valiente que revela la magnitud de la barbarie y la tragedia europea del siglo XX: "Hitler y Stalin son hijos de Lenin".

Judío por familia, ruso por lengua y europeo por espíritu, Mandelstam era la encarnación de la respuesta a la pregunta de Lenin al socialista español Fernando de los Ríos cuando este le visitó en Moscú para ver si el PSOE se unía a la Internacional Comunista: ¿Para qué sirve la libertad? Mandelstam le respondió implícitamente escribiendo un poema satírico en el que se burlaba del heredero del marxismo-leninismo en el Kremlin. Otro ejemplo de para qué sirve la libertad lo dio Lorca cuando se negó a poner su proyecto teatral La Barraca bajo el control de los comunistas, que lo querían transformar en un foco de adoctrinamiento en lugar de un centro de irradiación de cultura clásica entre las clases populares.

La España libre de la que habla Yolanda Díaz tuvo que defenderse tanto de los que pretendían implantar un régimen fascista como una república socialista al estilo de Largo Caballero, el "Lenin español" ahora reivindicado por personajes siniestros como Rodríguez Zapatero, el valedor de dictadores contemporáneos como Nicolás Maduro y Mohamed VI. Gran parte de la izquierda republicana era filototalitaria y por eso animaba al asesinato político y la dictadura. Yolanda Díaz ha festejado en la misma red social donde se duele del asesinato de Lorca al sociópata Fidel Castro, a quien culpó explícitamente el poeta Reinaldo Arenas de su suicidio. En el lado de los republicanos psicópatas, esos que reivindican de Díaz a Iglesias pasando por Zapatero y Sánchez, contamos con los asesinatos de Pedro Muñoz Seca o Melquíades Álvarez, el de este último el crimen más revelador y devastador de la guerra civil porque significó acabar con la representación más auténtica de la república liberal que se inició en abril del 31.

La lucidez de Mandelstam era asombrosa. Ya en noviembre de 1917 se atrevió a criticar a los bolcheviques:

Cuando el yugo de cólera y violencia
el favorito de Octubre nos preparaba,
y se erizaba un blindado asesino,
ametralladora en ristre, la frente baja,
¡Crucificad a Kerenski!" —un soldado reclama,
mientras la vil plebe le aplaude:
con la bayoneta al corazón nos apunta Pilatos
para que su agitado latir se apague.

Mandelstam explotó literariamente en plena represión estalinista. La censura estimula la creatividad de los excelentes, mientras que empuja al envilecimiento a los mediocres. Mandelstam fue arrestado por lo que hoy se denomina en los medios de izquierda "delito de odio" y "desinformación". El delito de odio fue contra el amado líder Stalin y la desinformación por criticar la deskulakización de Crimea. La lealtad de Mandelstam a sus amigos poetas vivos, la también silenciada Ajmátova, o asesinados por los comunistas, como Nikolái Gumiliov, es lo que le animaba a no descansar la pluma por mucho que esos fascistas de izquierdas le avisaran miedo o amenazaran muerte. También una pasión por la cultura universal que descansa en la naturaleza humana común, contra la que luchan los nacionalistas pueblerinos y los marxistas clasistas, todo ellos encerrados en sus burbujas antihumanistas.

Mandelstam escribió en su destierro los Cuadernos de Vorónezh. Allí se lee:

Sí, estoy tendido en la tierra, moviendo los labios…

Nos podemos imaginar a Federico tirado en una cuneta o arrojado a una sima representado en esa línea. No dejéis que los comunistas se atrevan a invocar su nombre: ellos también lo habrían asesinado porque también de Lorca podrían haber sido estos versos de Mandelstam que señalan acusadores a los totalitarios de todos los partidos:

Con apartarme de los mares, del impulso y el vuelo
y dar al pie el apoyo de una violenta tierra,
¿qué habéis logrado? Unos excelentes beneficios:
apartar no pudisteis unos labios que tiemblan.

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