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El PP no puede copiar las recetas económicas de la ultraizquierda

Antes de abordar una reforma tan significativa de las relaciones laborales resulta imperativo aumentar significativamente el valor de la producción de nuestra economía.

La propuesta de Núñez Feijóo de rebajar a cuatro los días de trabajo semanal ha sido recibida con estupor por empresarios, autónomos y, en general, por cualquiera que conozca someramente cómo funciona nuestro mercado de trabajo. El presidente popular parece dispuesto a retomar la iniciativa política, poniendo sobre la mesa propuestas de carácter positivo para evitar el encasillamiento de su partido como una maquinaria dedicada exclusivamente a combatir el sanchismo. El problema para el PP es que, de todas las medidas que podría plantear para mejorar la economía y aumentar la prosperidad de los ciudadanos, ha decidido dedicar sus esfuerzos a un proyecto intervencionista y ruinoso basado en el ideario destructivo del socialismo. No en vano, la semana laboral de cuatro días es el buque insignia de un partido ultraizquierdista como Sumar, cuya visión de la economía no difiere de la de cualquier dictador comunista.

Especular sobre la reducción de las horas de trabajo en un país con uno de los niveles de productividad más bajos de toda la OCDE es de una irresponsabilidad supina que poco tiene que ver con la realidad. Por eso, antes de abordar una reforma tan significativa de las relaciones laborales resulta imperativo aumentar significativamente el valor de la producción de nuestra economía. En caso contrario, la reducción de las unidades de tiempo trabajado sin atender a su eficiencia supondrá un mayor empobrecimiento colectivo, que es lo que siempre ocurre cuando se ponen en práctica las medidas de la ultraizquierda.

Es evidente que el signo evolutivo de la economía avanza en el sentido de reducir progresivamente el tiempo que dedicamos al trabajo. Esto ha sido así desde siempre, en un proceso histórico que, con los avances tecnológicos y el surgimiento de nuevas ocupaciones de corte intelectual, permiten ir reduciendo progresivamente la carga de horas de cada trabajador para seguir siendo rentable a su empresa. Pero no es algo que puedan decidir los políticos al margen de la situación real de la economía, como si sus decisiones fueran argumento suficiente para cambiar la realidad. Por eso, resulta ciertamente sorprendente que el PP de Feijóo se sume a esta campaña disparatada liderada por penosos ultraizquierdistas como el inefable Errejón o la vicepresidenta Yolanda Díaz, dos personajes cuya ignorancia sobre el funcionamiento de la sociedad es fruto de su condición de políticos profesionales que jamás han tenido contacto con la economía real.

Al Partido Popular le iría mejor si, en lugar de copiar las políticas periclitadas de la izquierda radical, dedicara sus esfuerzos a plantear propuestas que supongan avances reales en la mejora de la condición de los trabajadores. El sanchismo está dejando un campo tan amplio para la mejora de la vida de todos los ciudadanos, que resulta descorazonador ver a su principal rival político haciendo seguidismo de los partidos que los están arruinando.

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