La rabia es una enfermedad vírica que afecta a diferentes mamíferos y que puede transmitirse al hombre por contagio con animales infectados, generalmente a través de mordedura o heridas. Resulta casi siempre mortal para las personas afectadas.
La Real Sociedad Canina reclama una legislación que haga uniforme en España la obligatoriedad de la vacuna y la periodicidad de la revacunación de perros y otros animales domésticos.
Una Ley para toda España es imprescindible
Mientras nuestro país sufre un aluvión de reglamentos y leyes sobre la tenencia de animales domésticos insuficiente, aleatoria, ideológica, imposible de cumplir en muchos aspectos, animalista radical y nociva hasta para la libertad de los propietarios de mascotas, falta la que debiera ser la más importante de todas: una reglamentación legal sobre la necesidad de vacunar y revacunar a todos los animales domésticos susceptibles de transmitir la enfermedad; una Ley obligatoria para todo el territorio español.
La situación actual es verdaderamente demencial: algunas Comunidades Autónomas, como Galicia y Cataluña, todavía no disponen de legislación sobre vacunación y refuerzos contra la rabia en perros y gatos: Galicia ni siquiera la tiene en proyecto, Cataluña parece que la tendrá de manera inminente.
En el resto de las comunidades la situación legal es variada; la mayoría se unen al consejo de la WSAVA, que engloba a más de 200.000 veterinarios especialistas en mascotas a nivel mundial: tales consejos establecen la necesidad de una primera dosis en los primeros meses de vida del perro y una dosis anual posterior durante toda la vida del animal.
Este modelo general se encuentra establecido en las siguiente Comunidades Autónomas: Aragón, Asturias, Cantabria, Castilla y León, Valencia, Extremadura, Madrid, Murcia y Archipiélagos.
Castilla-La Mancha y Andalucía han adoptado reglamentos con ligeras diferencias respecto al general, como una primera dosis infantil en los primeros meses de vida del cachorro, dos dosis de refuerzo a corto plazo y una dosis de revacunación anterior.
En definitiva, tenemos que enfrentarnos a un verdadero desconcierto a nivel nacional, que se incrementa si consideramos no sólo al perro, sino también a gatos, hurones y otras mascotas, algunas no frecuentes en los hogares.
Los veterinarios españoles muestran unanimidad al adherirse a esta petición de la Real Sociedad Canina, que recomienda también a las autoridades subvenciones o ayudas para la financiación de las vacunas antirrábicas de manera que nadie tenga dificultades para mantener vacunados a sus animales domésticos.
La rabia, una enfermedad mortal
La rabia es una enfermedad casi siempre letal para el hombre infectado. Responde al tipo de las zoonosis, es decir, transmitida por un animal enfermo. En este caso concreto la transmisión tiene lugar a través de inoculación de la saliva por mordedura o infección de la misma en lesiones previas.
Los perros son potenciales transmisores, pero no únicos, ya que el virus puede afectar a diversos mamíferos, no sólo carnívoros como gatos y perros, sino también a murciélagos y hasta excepcionalmente a herbívoros domésticos.
También podemos hablar de una "rabia silvestre", que viene transmitiéndose en Europa y América en diferentes poblaciones de mamíferos, como el zorro, y que es relativamente frecuente en las colonias de murciélagos, cuya facultad de volar hace especialmente grave su potencia de transmisión.
A través de la historia de la humanidad han sido temibles las mordeduras de animales rabiosos, generalmente perros, cuando en siglos anteriores eran frecuentes los ejemplares infectados. En la actualidad la rabia está oficialmente erradicada de España, pero la ocasional aparición de casos en países vecinos, como Marruecos, hace imprescindible la precaución de que toda la población de mascotas, no sólo perros, cuente con un protocolo de vacunación y refuerzo anual imprescindible, con riguroso control veterinario.
Hay que remontarse a finales del Siglo XIX para que se generalizara la práctica de la vacunación, a partir de la primera vacuna que debemos al genio investigador del químico y microbiólogo francés Louis Pasteur, que la obtuvo a partir de médula desecada de conejos de laboratorio.
La historia de la primera vacunación, llevada a cabo por el sabio descubridor se ha divulgado hasta la saciedad: Pasteur tenía ya experimentado en animales de laboratorio un prototipo de vacuna, pero no se atrevía a utilizarlo en humanos; se vio obligado a hacerlo cuando en julio de 1885, llegó a su laboratorio una madre desesperada con su hijo que había recibido catorce mordeduras por parte de un perro rabioso. El niño receptor de la primera vacuna, llamado Joseph Meister, salvó la vida y se convirtió en inseparable amigo y empleado del sabio.
Incluso en la actualidad, a pesar de todas las modernas terapias, la rabia sigue causando en los seres humanos una mortalidad casi total: el virus pasa por varias fases, las últimas de las cuales atacan al tronco encefálico, con resultado catastrófico.
Sólo en los últimos años se han empezado a registrar en la literatura médica algunos casos de recuperación de enfermos tratados de manera inminente tras la infección con gamma globulinas, pero la zoonosis rábica sigue constituyendo un peligro mortal de muy difícil solución médica.
Una Ley Nacional
No será por falta de leyes en nuestro país sobre tenencia de animales, pero la carencia de una legislación a nivel nacional sobre algo tan importante como la prevención de la rabia por vacunación y refresco de la misma, sólo puede calificarse de negligencia. Hay que subsanarla de inmediato.
Miguel del Pino, catedrático de Ciencias Naturales