Una semana después de que la Gota Fría provocara la destrucción de una amplia zona cercana a la ciudad de Valencia, Sánchez celebrará un Consejo de Ministros —ordinario, eso sí— donde se anunciará qué tipo de medidas va a adoptar el Ejecutivo para tratar de paliar los daños descomunales provocados por la riada.
El abandono absoluto de las responsabilidades del Estado en una catástrofe ciudadana como la producida en Valencia se resume en la frase terrible con que Sánchez cerró su comparecencia pública cuatro días después de la tragedia: "Si quieren ayuda, que la pidan". La crueldad del mensaje cuando la cifra de muertos no dejaba de crecer alimentó aún más la indignación de los habitantes de la zona afectada, con el resultado lamentable que pudimos ver este pasado sábado, cuando Sánchez apareció por las calles de los pueblos devastados en compañía de los reyes a modo de parapeto institucional aunque, finalmente, no le sirviera de nada.
La negativa a gestionar la emergencia con los potentes medios estatales en unos momentos terribles como los vividos desde el pasado martes contrasta con la rapidez de respuesta de la que este mismo Gobierno ha hecho gala cuando la desgracia se ha cebado en el extranjero, como ocurrió con el terremoto de Marruecos en septiembre del año pasado. La diferencia de trato en circunstancias similares justifica sobradamente el que los valencianos, con toda justicia, se sientan indignados con el Gobierno en unos momentos tan dramáticos.
Aún hoy resulta difícil entender por qué no se ha desplegado un más amplio contingente del Ejército en las zonas afectadas, para colaborar en las labores de desescombro y rescate de los cadáveres que todavía permanecen sepultados. El Gobierno reduce la presencia militar a la Unidad Militar de Emergencias, pero el Ejército es mucho más que la UME, y sus efectivos, por la propia naturaleza de sus funciones, están perfectamente capacitados para operar en zonas catastróficas como lo es, sin ninguna duda, el área sur de la capital levantina.
El Gobierno se escuda en el responsable militar de la UME para exculparse y trasladar toda la responsabilidad a la dirección de emergencias de la Comunidad Valenciana, pero la gente que ha perdido a sus familiares interpreta como un insulto ese burdo intento de disfrazar el abandono del que ha sido objeto con ridículos argumentos de leguleyo. Valencia necesitaba al Estado con su Ejército al frente y lo que han tenido es una rueda de prensa del presidente del Gobierno, cuatro días después del desastre, haciéndose preguntas retóricas sobre la necesidad o no de prestar ayuda.
Es evidente que ante la fuerza catastrófica de la Naturaleza es imposible salir indemne y que episodios de especial violencia como el vivido en Valencia siempre, por desgracia, se van a cobrar vidas humanas. No se trata de garantizar la ausencia total de riesgo, algo que resulta imposible, pero sí de estar a la altura de las circunstancias cuando se produce un evento trágico, para que la población afectada sienta que no está sola y que los mejores recursos del Estado se destinan a paliar tanta desgracia. Sánchez, desde luego, ha fracasado de la peor manera posible, dejando en el más cruel de los abandonos a miles de ciudadanos que lo han perdido todo.