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Federico Jiménez Losantos

La idiotez de la Prensa y la Derecha ante los volatines del falsario Lobato

Es un sujeto al que la prensa idiota y la derecha lela han disfrazado de héroe, cuando sólo ha sido un poco más cobarde que los demás.

Es un sujeto al que la prensa idiota y la derecha lela han disfrazado de héroe, cuando sólo ha sido un poco más cobarde que los demás.
EFE

Hay una superstición muy popular entre los periodistas, y de ellos la toma la Derecha, que es la de confiar en que el PSOE puede ser mejor de lo que acaba de demostrar en su última fechoría. Por supuesto, como ha hecho desde sus orígenes un partido que se creó para combatir la propiedad y la libertad individual, vuelve a robar, mentir, abusar y culpar a los demás de lo que él les hace. Da igual. Los medios dicen que el PSOE debe volver a sus orígenes para evitar estos episodios de corrupción que empañan la limpia hoja de servicios, como "partido sistémico" a la democracia y a España. El periodismo lo hace porque es masiva y aplastantemente izquierdista. La derecha, porque sufre el síndrome de la mujer maltratada, dispuesta a admitir siempre, con un ojo morado, que ella también tiene algo de culpa.

La operación contra Ayuso, también de Lobato

El caso de Lobato ejemplifica la profunda degeneración ideológica que vemos en los medios de comunicación españoles, incluso en los "buenos". Ha bastado con que amagara un gesto de resistencia a su defenestración por Sánchez, manoteo normal en un ahogado, para que se entonaran sentidas loas al socialista honrado, que, tras declarar obligado ante el Supremo, dijo que los socialistas siempre están con la Ley.

Será con la del embudo, que tanto les favorece. Pero es que este sujeto de aspecto entre cura y sacristán es precisamente la demostración de que los socialistas se acuerdan de la Ley cuando les conviene, y la atropellan por principio y en su beneficio.

Los hechos prueban que lo que El Mundo llama "operación de Estado" contra Ayuso, y, en efecto, no fue sólo del gobierno, sino de instituciones diseñadas para evitar toda parcialidad, como la Fiscalía General del Estado, actuaron conjuntamente para destruir a la enemiga política más importante de la izquierda, casi la única, atacando, una vez más, a miembros de su familia o de su vida sentimental. Casado y Teodoro contra su hermano, Sánchez, Óscar López y Lobato contra su novio. Sí, sí, Lobato, porque la operación de limpieza de imagen a las puertas del Supremo, haciéndose el mártir y el íntegro, tropieza con la cronología de los hechos.

Él supo, antes que nadie, el carácter delictivo de la filtración de la Fiscalía a la Moncloa. No se negó a aprovecharse del delito, sino que, como técnico de Hacienda, sabía que se estaba delinquiendo gravemente por revelación de secretos, pero en vez de decir que no participaría en el delito, buscó una coartada, que desde Moncloa entendieron muy bien, y filtraron la basura a El Plural.

Apoteosis del falsario: la sesión del 14 de Marzo

Ya hubo antes otra filtración al panfleto de Escolar, mal llamado Estercolar, como han repasado muy bien Carlos Cuesta y Sandra León en uno de los vídeos de LD dedicados al caso.

Pero como estamos ante un intento de salvar a un socialista supuestamente decente, lo importante es recordar qué pasa después de que Lobato, técnico de Hacienda, se haga un poco el estrecho, hasta que la Moncloa filtra el documento ilegal al papelucho de Angélica Rubio, calumniadora del juez Peinado a cuenta de dos carnés que supuestamente usaba para comprar pisos, y que eran de dos personas del mismo nombre, (ese es el nivel profesional de esta gentuza), y que meses después ha sido recompensada con un sueldo en el Consejo de RTVE.

Una vez comprobado que el panfleto que él sabe delictivo ha sido publicado, Lobato lo enarbola para insultar ferozmente a Ayuso, tal y como buscaba la operación desde un principio. Y ahí muestra su verdadera cara, es decir, su miserable catadura, este despreciable sujeto. Él sabe que es una sucia operación contra el pluralismo político y la democracia, en la que se quiere hundir en los medios a quien no se puede vencer en las urnas. Y con el papel que no ha sido el primero en usar, pero igualmente delictivo, en la mano tiene dos posibilidades: hacerse el bueno y decirle a Ayuso si puede explicar esa noticia que acaba de salir o subirse a lomos de ese documento y hacer lo que desde Moncloa le habían encargado: atacar a la presidenta.

Y sin vacilar, la insulta con la doblez del que está en el secreto de la procedencia delictiva de la operación, y mediante la proyección típica del sanchismo, en la que se culpa a los demás de lo que se les está haciendo. En realidad, como no ha sido el primero en responder a las órdenes de la máquina del fango de su partido, fuerza el discurso para que se note su indignación, tan fingida entonces como luego su preocupación ante notario.

Este es el verdadero Lobato. El mismo que durante ocho meses, incluso cuando ya se ha destapado el tinglado de García Ortiz y La Cianuro sigue ocultando su conocimiento del delito que no denunció, y que sólo cuando ve que en los registros de los despachos de los fiscales puede aparecer material que lo incrimina, se va al notario a disimular. Pero tras ir al notario tampoco va al juzgado ni a la prensa a contar todo lo que sabe, que es todo, como se vio en el Supremo, sino que espera el turno de testificar para irse al ABC a hacerse la víctima, él, el verdugo parlamentario de Ayuso, gracias al delito de la fiscalía y la Moncloa que tan temprano conoció y aprovechó.

El tono imprecatorio de un hipócrita redomado

Vale la pena recuperar el discurso de un sujeto al que la prensa idiota y la derecha lela han disfrazado de héroe, cuando sólo ha sido un poco más cobarde que los demás. No hay socialista bueno, y sanchista, menos aún.

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